viernes, 28 de octubre de 2022

Pichis, de Martín Lasart. Una historia que hay que leer del tirón

Después de ganar uno de los más prestigiosos premios de Uruguay, el Premio Lolita Rubial,  con La entrada al paraíso, Martín Lasart publica Pichis y esta llega a España de la mano de la editorial Tiempo de papel.

El Cholo y la Chola deambulan por las calles de Montevideo buscando en los contenedores de basura algo que llevarse a la boca o algo que puedan vender para seguir drogándose. En los primeros capítulos encuentran objetos que los llevan a realidades delirantes, al fin del mundo, a un mundo paralelo donde la música dirige el destino. Pero también pasean, pelean y malviven a través de las calles de una ciudad que ni siquiera los mira.

Dos pichis  que se llamaban el Cholo y la Chola encontraron una cabeza en un contenedor de basura. Por el olor podían decir que no estaba recién cortada.



Con Pichis, así se llama en Uruguay a los sintecho, Martín Lasalt nos sumerge en las calles a las que los turistas nunca irían. Callejones donde las personas que los habitan viven de los desperdicios de la gente visible. Pero el Cholo y la Chola no se quejan. Ellos dejan pasar el tiempo sobreviviendo a las catástrofes que les rodean teniendo sólo destellos de realidad. Viviendo en una realidad amarga y duro los protagonistas de Pichis encuentran destellos de felicidad que les lleva a realidades paralelas que están dentro de este mundo.

Los 12 capítulos parecen pequeñas historias independientes pero los protagonistas son el elemento que une los distintos episodios. Los dos mendigos asumen su situación de marginados sin demasiado interés, total, no pueden hacer nada. Hicieran lo que hicieran volverían al principio. Y ese, creo, es el mensaje que el autor nos da en este acontecimiento mental. ¿Qué es la realidad? ¿se puede salir de la mediocridad aunque sea solo un momento o estamos condenados a volver a ella una y otra vez? ¿somos parte de un mundo que no nos ve o si nadie nos mira no existimos? Pero los pichis son dos, aunque se peguen y los autobuses los atropellen siempre uno ayudará al otro.

Martín Lasart consigue en Pichis que la amargura, el humor y los delirios apocalípticos se junten en una novela que no da tregua.

Además, el autor incluye en la novela dibujos realizados por el mismo que apoyan la historia y que nos sumergen aún más en la negrura de las calles de Montevideo.

Como el propio autor nos dice, más que de un relato, se trata de un acontecimiento mental

viernes, 14 de octubre de 2022

Nos crecen los enanos, de César Pérez Gellida. Cuando el asesino es el escritor

Cuando ya teníamos interiorizado que el culpable siempre es el mayordomo, llega César Pérez Gellida y nos dice que el asesino es el escritor. En Nos crecen los enanos podemos acompañar a un psicópata repulsivo, casi a la altura de Augusto Ledesma, en su cada vez más imparable sed de violencia, dolor y muerte.

Después de los asesinatos que se produjeron en Urueña y que Gellida nos relata en Astillas en la piel aparecen, en un pinar de Valladolid, dos cadáveres, uno de ellos el del supuesto asesino de los crímenes que se produjeron varios años atrás. A partir del terrible descubrimiento, comienzan a aparecer cuerpos de mujeres torturadas y asesinadas en distintas ciudades. Bittor Balenziaga y Sara Robles ven relación entre los dos sucesos. Pronto se les une Ramiro Sancho, con lo que el circo está montado.

Mientras leemos  Nos crecen los enanos los lectores podemos entrar en la mente de un asesino ya que es él mismo el que nos cuenta en primera persona sus asesinatos, con todo lujo de detalles, y sus planes. Además me parece realmente brillante que Gellida someta al asesino a varias sesiones con una prestigiosa psiquiatra, la Dra. Velasco. Álvaro Vázquez de Aro, escritor de una saga de novelas que tienen como protagonista a un asesino en serie, pide a la doctora ayuda para documentarse sobre la mente criminal, estableciendo así situaciones en las que la identidad del escritor se desdobla en su alter ego y analiza sus impulsos y las razones que le llevan a matar jugando con la psiquiatra al juego del gato y del ratón. Cuando Álvaro habla de Suso habla de si mismo, por lo que podemos saber de primera mano qué es lo que le empuja a matar de una manera tan cruel.

César Pérez Gellida ya ha creado con Nos crecen los enanos y con todas sus anteriores novelas un universo propio en el que hay personajes que aparecen, como protagonistas o como secundarios, en todas sus novelas. Que el lector no los reconozca no supone nada para el lector, no hace falta saber quiénes son, solamente es un bonus para el lector gellidista que se alegra de reencontrarse con alguno de los personajes que protagonizaron alguna de las novelas ya leídas. Aparece incluso un escritor calvo casado con una mujer pelirroja que, sin saberlo, hace explotar la locura.



Durante la lectura de Nos crecen los enanos sabemos desde el principio quién es el asesino, descubrir al criminal no es el objetivo de esta novela. Lo que vamos a encontrarnos es el desarrollo de la investigación, quién será la próxima víctima, que error cometerá Álvaro, si logrará escaparse de nuevo…

En fin, que es momento de entrar en ese universo. No tardéis en leer Nos crecen los enanos y ya me contaréis

sábado, 8 de octubre de 2022

El rastro de la traición, de Jesús Losana. Chantajes y corrupción en Toledo

El rastro de la traición de Jesús Losana es la segunda entrega de una trilogía formada por Compromiso adquirido, y la última, Conforme a lo establecido.

Todas ella son historias independientes que comparten el escenario, Toledo y alrededores, y los personajes que investigan las historias.

El rastro de la traición es la “niña bonita” de Losana, y es cierto que la trama es muy intrincada y que ha requerido un gran esfuerzo de documentación y, sobre todo, a la hora de cuadrar todos los detalles, de cerrar todas las tramas. Y es adictiva.

La investigación está a cargo de la UOPJ de la Guardia Civil, aunque al comienzo de la historia solo están de apoyo, terminan pasándoles la responsabilidad no se sabe muy bien por qué, pero algo empieza a oler a podrido.

Los protagonistas son el teniente Román Medina y la cabo Elisa Castillo, integrantes de un grupo de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Toledo. Como muchas otras novelas, hay una electricidad sexual evidente entre ellos. Losana los presenta como personas de a pie con sus fortalezas y debilidades, se manera que el lector termina conectando con ellos irremediablemente: “En esa carcasa de hombre duro y poco sensible tenía secuestrada su frágil personalidad afectiva, forjada a base de desengaños y traiciones”

Como toda novela negra que se precie, El rastro de la traición, igual que en su día Compromiso adquirido, tiene una parte importante de crítica social, resaltando problemas endémicos en nuestra sociedad actual. La corrupción de políticos, los chantajes, en fin, alguien que mueve desde fuera todas las tramas buscando un interés propio. Se trata de una crítica sumamente mordaz de las instituciones :”Cada ves que un juez favorece al débil por su condición, en vez de al inocente, hace que la palabra justicia pierda su significado y aumente el mal comportamiento social”

La historia comienza con un atraco a la Sucursal de un Banco. No voy a utilizar el manido “Ritmo trepidante”, pero la escena te deja sin respiración. Perfectamente construida, totalmente inesperada, caótica e inexplicable.

Si algo hay en esta historia es suspense, corrupción y trabajo duro de las fuerzas del Estado que dan lo mejor de si. Este coctel, magistralmente elaborado por la prosa perfecta de Jesús Losana.

Os lo aconsejo, habrá que leer el tercero