El Cholo y la Chola deambulan por las calles de Montevideo buscando en los contenedores de basura algo que llevarse a la boca o algo que puedan vender para seguir drogándose. En los primeros capítulos encuentran objetos que los llevan a realidades delirantes, al fin del mundo, a un mundo paralelo donde la música dirige el destino. Pero también pasean, pelean y malviven a través de las calles de una ciudad que ni siquiera los mira.
Dos pichis que se llamaban el Cholo y la Chola encontraron una cabeza en un contenedor de basura. Por el olor podían decir que no estaba recién cortada.
Los 12 capítulos parecen pequeñas historias independientes pero los protagonistas son el elemento que une los distintos episodios. Los dos mendigos asumen su situación de marginados sin demasiado interés, total, no pueden hacer nada. Hicieran lo que hicieran volverían al principio. Y ese, creo, es el mensaje que el autor nos da en este acontecimiento mental. ¿Qué es la realidad? ¿se puede salir de la mediocridad aunque sea solo un momento o estamos condenados a volver a ella una y otra vez? ¿somos parte de un mundo que no nos ve o si nadie nos mira no existimos? Pero los pichis son dos, aunque se peguen y los autobuses los atropellen siempre uno ayudará al otro.
Martín Lasart consigue en Pichis que la amargura, el humor y los delirios apocalípticos se junten en una novela que no da tregua.
Además, el autor incluye en la novela dibujos realizados por el mismo que apoyan la historia y que nos sumergen aún más en la negrura de las calles de Montevideo.
Como el propio autor nos dice, más que de un relato, se trata de un acontecimiento mental