viernes, 25 de febrero de 2022

Violeta, de Isabel Allende. La mujer, la guerra, la familia, la vida y la muerte

Maya Velasco


Violeta es la última novela de Isabel Allende, una bella historia con sus alegrías y sus tristezas, como casi todas las maravillosas historias a las que nos tiene acostumbrados.

La historia de Violeta es una historia circular que comienza con su nacimiento poco antes de la pandemia de la gripe española y acaba en la actualidad con la del covid. Escrita en segunda persona para mostrar una mayor cercanía con el lector, y narrada en forma de carta a una persona muy querida de la que nada sabemos hasta casi el final. No se menciona el país en el que transcurre la historia, pero se identifica perfectamente con su amado Chile. Esta larga carta pretende que su destinatario comprenda y conozca toda la historia de la familia.

Las últimas novelas de Allende suelen hacer referencia a amores entre personas mayores en los que obviamente se reflejan sus propias relaciones. Sin embargo, Violeta es un reflejo de la madre de la autora cuya historia queda guardada en la correspondencia que ambas mantuvieron hasta hace tres años, fecha en que murió su madre.

En Violeta, el amor se refleja en las diferentes edades que abarca la historia: el matrimonio con el primer amor, la relación tóxica altamente sexual, el amor-amistad y por fin el amor tranquilo en el que descansar por fin.

Aborda temas recurrentes en Allende: la proliferación de las drogas y la destrucción que causan, el feminismo, el machismo, las dictaduras en Latinoamérica, las relaciones familiares, en fin, todos los elementos que hay en la vida de una mujer.

En esta novela se habla mucho de la lucha de las mujeres feministas centrándose en el personaje de Teresa Rivas. La autora pone de manifiesto una vez más la necesidad de tener una independencia económica que no te ate por completo a sus parejas. Es preciso comenzar por la educación, el trabajo y la ayuda a través de asociaciones, talleres o cualquier cosa que haga que una mujer no se sienta sola y sea capaz de hacerse dueña de su vida, en la medida, claro que sus circunstancias personales lo permitan.

El golpe de estado tantas veces reflejado en sus novelas se trata en Violeta de forma más distante al principio, ya que la protagonista lo niega como tantos otros hasta que años después empezaron a hacerse públicas las barbaridades de aquellos años.

Las relaciones familiares son fundamentales para Violeta-Isabel: padre/hijos, tíos, abuelos, hermanos…Y la amistad que en muchos casos será fundamental para la vida de los personajes. Torito es un personaje entrañable, que destaca entre la multitud de personas que entran y salen de la vida de Violeta.

La historia de sus dos hijos estará siempre presente en su vida llenándola de amargura y sinsabores constantes.

Y la reflexión de fondo: Todos nacemos con unas cartas, lo que hagamos con ellas es cosa nuestra: “Allí donde se cruzan o bifurcan los caminos debemos decidir la dirección que vamos a tomar”



Siempre importante en las novelas de Isabel Allende la relación entre la vida y la muerte y la presencia de la magia en nuestras vidas. Violeta se tiene que trasladar a una aldea que terminará siendo su punto de referencia en la vida y allí convivirá con el milagro de la vida de los animales, del paso al más allá de sus seres queridos: “Hay un tiempo para vivir y un tiempo para morir. Entre ambos hay tiempo para recordar”


viernes, 18 de febrero de 2022

Animales heridos, de Noelia Lorenzo Pino. La resolución de un secuestro

Con Animales heridos (Travel Bug 2021) llega la quinta entrega de la saga de Eider Chasserau y de Jon Ander Macua, la
pareja de ertzainas con la que su autora, Noelia Lorenzo Pino, se ha convertido en uno de los referentes de la novela policiaca en España.

Cuando la unidad especial a la que pertenece Eider Chasserau recibe una llamada anónima, ninguno de los policías que acuden al caserío abandonado sospecha lo que van a encontrar. Un joven en un estado lamentable que les dice su nombre, Elías Gazmundi. Eider sabe que es un niño desaparecido años atrás al que se dio  por muerto tras encontrar pruebas de ello. Clara, hermana de Elías, le acoge después de siete años terribles esperando encontrarle y le intenta ofrecer todo el cariño del que ha carecido durante su terrible cautiverio, pero tanto ella como su pareja saben que el joven que ha vuelto a casa es muy distinto al que se fue. Eider y Jon Ander van a intentar responder a todas las preguntas que surgen tras la aparición del chico. ¿Quién secuestró a niño? ¿cuántos niños más fueron secuestrados? ¿Dónde los encerraban? ¿Para qué?

Esta es, quizás, la novela más dura de la saga que protagonizan los ertzainas. El primer capítulo es muy duro, doloroso. El lector puede sentir en su propia piel el sufrimiento de un joven sedado y atado durante años. Noelia Lorenzo es capaz, con toda la delicadeza que se puede, plasmar el sufrimiento de una persona sometida en todos los aspectos.

"Oía su respiración, solo su respiración. Había ratos, incluso días, que ni siquiera existían para él. No había sonidos, no había tiempo, no había vida… En esas ocasiones intuía que llevaba varios días dormido y, cuando despertaba, con frecuencia pensaba que estaba muerto, que por fin había muerto, pero las bridas rodeándole los tobillos y las muñecas le recordaban dónde se hallaba y en qué estado."

Noelia Lorenzo nos tiene acostumbrados a denunciar problemas sociales en cada uno de sus novelas y en Animales heridos se enfrenta de cara con la lacra de la desaparición de menores. En esta historia se refleja la impotencia de las familias que sufren la ausencia de sus hijos o hermanos sin saber si deben dejar de buscarlos o mantener la esperanza de encontrarlos con vida. Elías es rescatado y parece encontrar en Eider el apoyo materno que necesita, pero todo ha cambiado en él. Los horrores vividos siguen pasando factura y recuperar la normalidad parece muy difícil. Eider y Jon llevan todo el peso de la investigación y sus problemas personales y la relación entre ellos se mezclan con el paisaje  oscuro en el que está envuelta esta historia.

No dejéis pasar Animales heridos, la novela más brillante de Noelia Lorenzo Pino (hasta que la siguiente la supere) y dejaos envolver en el sonido de la noche guipuzcoana. Ya me contaréis.

                                                               Noelia Lorenzo Pino

Nº de páginas: 368
Editorial: TRAVEL BUG
Idioma: CASTELLANO
Encuadernación: Rustica
ISBN: 9788412382013
Año de edición: 2021
Fecha de lanzamiento: 22/11/2021

viernes, 11 de febrero de 2022

El deseo eterno, de Ana Ballabriga y David Zaplana. Un mundo en el que la realidad parece ficción

Almudena Natalías. 

Sin que esté basada en ningún hecho real, o quizás basada en miles de casos reales, El deseo eterno (novela ganadora en 2021 del premio Auguste Dupin) de Ana Ballabriga y David Zaplana, aborda el terrible y oscuro mundo de las violaciones en grupo y el de la sumisión química. 

Abril es una mujer que se siente libre hasta que un grupo de hombres la drogan y la violan en grupo, en manada. Además de tener que superar todo lo que una violación supone, Abril tiene que sufrir otro abuso por parte de los medios de comunicación y, por tanto, por parte de la opinión pública, que le acusan de ser ella la culpable de denunciar a esos “pobres jóvenes” siendo una relación consentida por todas las partes. Se publica su nombre, se investiga su vida, se asegura que ella consintió, incluso incitó… Los violadores, por supuesto, son declarados inocentes.

Yeray Guardiola es el director de un periódico online. Sus noticias pretenden manipular a la opinión pública y emprender terribles campañas de desprestigio a las víctimas de abuso, de violaciones, de malos tratos… Según él "La vida de toda mujer no es más que un deseo eterno de encontrar a quien someterse". Pero su obsesión por destruir al mayor número posible de mujeres acaba empujándolo a él al lado más oscuro de la violencia.

Las  palabras  no  matan,  pero  sí  pueden  incitar  a  hacerlo 

Enric Sánchez, Presidente de la Audiencia Provincial de Ibiza, es el magistrado que juzga el caso de Abril y que, alegando no querer ser presionado por la opinión pública, no acepta las pruebas que demostrarían que Abril fue drogada con burundanga.

Keira, hermana de Abril, elabora un plan perfecto para que todos los culpables reciban su merecido, aliándose con quien haga falta, para que los que han permitido que estos hombres estén en la calle, paguen por la violación, por todas las violaciones que han cometido. Pero, casi siempre, los planes perfectos solo existen en nuestras cabezas.

La novela es dura, pero imprescindible. En un mundo en el que las mujeres siguen sufriendo abusos y siguen siendo revictimizadas por ello una y otra vez, no se puede cerrar los ojos. En un mundo en el que las redes sociales son la realidad, no es extraño, aunque si repugnante, que las violaciones en grupo a mujeres drogadas con burundanga sean compartidas en grupos de whatsapp y que vender online violaciones, palizas e incluso asesinatos, se haya convertido en un negocio muy lucrativo. Lo que puede parecer ficción es una realidad.

Leyendo El deseo eterno he descubierto que hemos llegado a la era del posmachismo, término que acuñó el ex secretario de Estado contra la Violencia de Género Miguel Lorente. El posmachismo, aunque descubráis el concepto con El deseo eterno, como yo, es fácilmente reconocible. Los posmachistas, utilizan el término “feminismo” como antónimo de “machismo” por lo que las feministas o feminazis, son aquellas que actúan contra los hombres por sistema, no por necesidad. La violencia de género no existe, las denuncias son una venganza contra los hombres en un mundo en el que, por ser mujer, no se te cuestiona nada y los jueces siempre dan la razón a las mujeres. 

Por eso es importante leer historias como la que narra El deseo eterno, porque para alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres, es necesario darse cuenta de que las mujeres siguen siendo víctimas del machismo. Además el plan que inicia Keira, tan víctima como su hermana, no os permitirá dejar de leer. 


                                                                             Ana Ballabriga y David Zaplana
Editorial: DISTRITO 93 D93
Idioma: CASTELLANO
Encuadernación: Rustica
ISBN: 9788418783241
Fecha de lanzamiento: 28/01/2022

viernes, 4 de febrero de 2022

Muerte en el Carlton, de Javier Sagastiberri. Una novela perfectamente construida que supera las expectativas más altas

Manu López Marañón

 MUERTE EN EL CARLTON. Javier Sagastiberri. Erein (2021)


Al autor de Muerte en el Carlton, Javier Sagastiberri (San Sebastián, 1959), aun disfrutando no poco con sus anteriores novelas (la tetralogía de las ertzainas Arantza Rentería e Itxiar Elkoro, iniciada en 2016 con El asesino de reinas y a la que, en 2019, Una tumba sin nombre puso punto final), le he solido señalar, en reseñas publicadas en otras revistas, cómo un exceso de páginas en sus libros (fácilmente evitable) lastraba los logros globales de estos, unos logros que, a pesar de semejante pega, dejaron siempre en mi boca el grato sabor que emana de la buena literatura. 

Subtramas no sin interés, pero que quedaban sin acoplar en la historia principal (como ocurría en Perversidad) o prólogos prolijos dilatando innecesariamente el arranque de lo que luego se convertía en una imparable y magnífica narración (Una tumba sin nombre, mi favorita) son ejemplos palmarios de aquella objeción.

Y lo primero que estoy obligado a decir sobre Muerte en el Carlton es cómo, estructuralmente hablando, resulta ser el título más completo –hasta la fecha– del escritor donostiarra. Sin cambiar de registro, trabajando de nuevo sobre la rama principal del noir –la investigación criminal– a la quinta novela de Sagastiberri no sobra un solo párrafo: sus 250 páginas resultan imprescindibles para contar, sin desmayos, la resolución del asesinato cometido sobre Juan Artolabe en el bilbaíno hotel Carlton, lugar elegido por este principal empresario vizcaíno para celebrar, rodeado de familia y amistades, la fiesta de su 70 cumpleaños.

Pésimo marido (se separa de su abnegada mujer –Cristina– para iniciar la campanuda relación con una bella treintañera amiga de la famila –María Azkoitia–), peor padre si cabe (minusvalora al primogénito que solo vive para servirle –Jon–; ignora a su única hija –Beatriz–, y menosprecia en público, por ser gay, al único hijo con vocación artística –el bailarín de fama mundial Asís Artolabe–), cínico y reiterado causante de graves traiciones a compañeros de ideología; traiciones destinadas más tarde, también, a quienes colaboraron para que llegase a lo más alto en sus negocios: así, Juan Artolabe no duda en prescindir de Gonzalo Erdosain (un ex Inspector de Hacienda por él contratado para sortear los muchos escollos legales de su entramado empresarial), para, sin mediar palabra, reemplazarlo por Nacho, el hijo preferido pese a ser este un redomado inútil sin preparación alguna al que solo interesan las mujeres y el surf. 

Desde luego personas con ganas de cargarse a este empresario «modelo» y motivos de todo pelaje no faltan en Muerte en el Carlton

Huyendo de los tópicos del crimen cometido en un lugar cerrado, no obstante, detecto sobre esta trama el vuelo de Asesinato en el Comité Central (Manuel Vázquez Montalbán) y también el de Asesinato en el Orient Express (Agatha Christie) aunque –no se sorprendan– para mí la influencia más obvia provendría de Fuenteovejuna, el clásico de Lope de Vega que se desarrolla fundamentalmente en exteriores. 

Decir que el aristocrático y señorial barrio de Neguri (perteneciente al ayuntamiento vizcaíno de Guecho) ejerce una recurrente fascinación para este guipuzcoano no es novedad. Aquel Jacobo Macallister Olarizu, abogado especializado en fiscalidad, un muy religioso padre de familia que dos años antes de morir decide salir del armario (en Perversidad), o el penalista Borja Pérez de Martingala, gran conocedor de delitos financieros de «cuello blanco» que resultaba acaparar todos los vicios habidos y por haber (en Un dios ciego), tienen ahora vistoso sucesor en la primera, y principal, víctima de Muerte en el Carlton: ese Juan Artolabe que, al tiempo que le toca sufrir el macabro rol asignado, desarrolla a la perfección el papel de malo.

Si al innato talento, y a la perspicaz psicología y capacidad de observación de Sagastiberri, sumamos la inclinación a despeñar a esos endiosados neguríticos, sus víctimas preferidas de la alta sociedad vizcaína, pozos sin fondo de deseos, lujurias y ambiciones (que, al igual que los personajes de Francis Scott Fitzgerald, tampoco tienen segundos actos en sus vidas), obtenemos el sólido armazón moral de esta buena novela que es Muerte en el Carlton.

Otro acierto es la profesional construcción temporal con la que se articula el argumento. Narrado en todo momento usando la tercera persona, en las cuatro partes de esta quinta novela de Javier Sagastiberri el tiempo en presente sobre la investigación del principal asesinato (a la muerte de Artolabe sigue otra más y hasta un suicidio) se alterna con el tiempo en pretérito que disecciona, –hora por hora–, la extensa secuencia cronológica que abarca desde la llegada de los invitados al hotel hasta el descubrimiento del cadáver en los baños. Desplegados así los hechos, al detalle, gracias a un perspectivismo que nunca duplica ni repite lo que el interesado lector va descubriendo, los complementarios puntos de vista son ofrecidos por el amplio abanico de quienes acuden a esa lujosa cena con fiesta posterior en el hotel bilbaíno, marco incomparable que el escritor explota para sus fines con gran habilidad.

Un variado despliegue espacial contribuye a hacer dinámica la lectura, pero –y esto voy a dejarlo muy claro– nunca desmandándose en plan «thriller internacional» y sí aportando localizaciones cuyas idiosincrasias acompañan adecuadamente la resolución del caso (así esos viajes a Galicia de Juan Artolabe y Gonzalo Erdosain, para reunirse con los hermanos Fouzán –los capos de la droga Gabriel y Matías– a los que siguen conexiones colombianas y holandesas imprescindibles para poner en marcha ese tráfico ilegal). No puedo dejar de citar aquí esos flash-backs espacio-temporales a la violenta Euskadi de 1980 que aportan datos sustanciales para desvelar el misterio de la riqueza del empresario vizcaíno, cuyos impenetrables orígenes tardan en aclararse.

Respecto al modus operandi de la investigación, llevada por Ana Larburu (suboficial de la Unidad de Investigación Criminal de la Ertzaintza en Erandio) y su jefa –Idoia– una guipuzcoana que viene a ocupar en la UIC el puesto dejado por el anterior jefe –Xabier Arcelus– diré que se desarrolla con el oficio y la profesionalidad a los que ya nos tiene acostumbrados este cuerpo policial vasco.

Para quien esto escribe ambas mujeres quedan lejos de atesorar el atractivo que Javier Sagastiberri insuflaba a su anterior pareja policial: las inolvidables Itxiar y Arantza. Quizás se deba a que los nuevos personajes acaban de nacer y necesitan más casos para cuajar, pero, al menos de momento, me resultan un tanto planos. Por poner un ejemplo, las relaciones de la agente viuda, Ana Larburu, con su único hijo –el adolescente Álvaro– que a lo largo de la novela consiguen pasar (gracias al fútbol) de la incomunicación a la complicidad, no logran interesarme, menos emocionarme, como sí lo consiguieron hacer el pasado heroinómano de la carismática y «salvaje» Arantza Rentería o sus coqueteos con ETA previos a su ingreso en la Ertzaintza.

Pero para quienes debuten con Muerte en el Carlton en la narrativa de Javier Sagastiberri darán con una novela perfectamente construida, sin relleno de ningún tipo y que responderá con creces a sus expectativas de lectores de género. Las nostalgias por las anteriores ertzainas quedan reservadas a quienes seguimos a Javier desde sus comienzos.


                                                       Javier Sagastiberri