viernes, 18 de noviembre de 2022

Los días de mercurio, de Alexis Ravelo. Algo más que una novela negra

Alexis Ravelo publicó en 2010 la novela negra que ahora reedita la Editorial Alrevés, Los años de mercurio, una novela cuya trama se desarrolla en la posguerra, en una ciudad oscura de la península en la que la gente intenta conservar la ilusión de que vive en paz.

En Los días de mercurio, Alexis Ravelo sale de Las Palmas y nos lleva a una pequeña ciudad de provincias. En ella, Pedro un camarero que guarda secretos, decide chantajear al jefe local de Falange después de ver que está involucrado en un asesinato, asesinato que éste comete para tapar su homosexualidad. Pero esto es solo el comienzo. El deseo de Pedro de emprender una nueva vida provoca un terremoto en la falsa calma en la que viven todos los personajes.

Todos los personajes de Los días de mercurio viven en un continuo estado de alarma. A pesar de que el bando ganador asegura haber terminado con todos los rojos, los homosexuales y demás gente de mal vivir algunos, menos mal, siguen entre ellos en silencio u ocultando su pasado. Algunos de los que esconden haber sido rojos, homosexuales o de mal vivir pertenecen al bando ganador. En España vivía una sociedad en la que nadie podía fiarse de nadie ya que, lo más importante que habían  aprendido de los años de luchas y represiones, es que hay que sobrevivir al precio que sea y caiga quien caiga.

Pedro ha visto el horror de la guerra, el dolor de pertenecer al bando perdedor, la necesidad de inventarse una vida nueva y ahora tiene la obligación de volver a huir a otro país con la mujer de la que se ha enamorado. Y nada se lo va a impedir, pero no sabe que los demás tampoco quieren que su vida inventada se destruya, por lo que, la libertad, le va a costar mucho trabajo.

Después de una guerra tan terrible, está claro que ninguno de los que la sobrevivieron salieron ilesos. El narrador de Los días de mercurio no opina ni juzga a los personajes, describe a todos con la seguridad del cirujano, todos tienen miedo, todos tienen secretos, todos traicionan si es necesario y nadie se fía de nadie. Al lector no le queda más remedio que pensar qué harían en esa misma situación, en una paz que no es paz. Pues todos, o al menos yo, seguramente haríamos lo mismo. Todos somos capaces de hacer cosas que ni sospechamos.

Alexis Ravelo vuelve a escribir una novela negra que es algo más que una novela. Los días de mercurio presentan una época que muchos quieren que olvidemos pero que las personas que estuvieron allí,  jamás han podido olvidar. 



viernes, 11 de noviembre de 2022

La historia oficial, de Jonathan Martínez. Pequeñas historias que forman la Historia común

La historia oficial de Jonathan Martínez es descrita por el autor como un vaso que se rompe en añicos. Esos añicos, son las pequeñas historias que todos guardamos, y que juntas, forman la historia común.

La historia oficial recoge el título de una película sobre la dictadura de Videla y es un conjunto de pequeñas pinceladas del terror en Bilbao, Otxandio, Donostia, Chile, Nueva York o Afganistán, todas ellas unidas por el hilo de la propia historia familiar de Jonathan y por el sentimiento del miedo. 

Porque, a menudo, la historia oficial, esa que nos han inculcado a través del poder o de los medios, no es más que la historia del miedo. Un miedo infringido a cada uno de nosotros para que no nos salgamos del camino preestablecido por ellos, para que sigamos al rebaño, No en vano la dictadura franquista se deshizo rápidamente de intelectuales y maestros. No había que pensar.

Cuando las bombas están cayendo en Kabul, la abuela del autor es ingresada en un hospital a punto de morir. Blasa, su bisabuela, fue maestra de escuela, sufrió la represión y el miedo a que los suyos murieran en una lucha inútil entre hermanos. Da igual que hayas nacido en el norte de España o en su meseta. Miedo, poder, violencia.

“Escribir es, a fin de cuentas, ganarle terreno al olvido”

Desapariciones forzadas, en España (su tío abuelo), en Argentina, en Afganistán. Gente que cae de las torres gemelas, gente que cae de aviones en Chile o que desaparece en el mar mediterráneo.

Los capítulos de la novela son cortos, fáciles de leer y son historias que todos conocemos y entendemos. A pesar de la dureza de estos sucesos, el autor aporta una prosa poética, llena de nostalgia y de cierta dulzura. En oposición a las torturas, nos trasmite su amor y su ternura por sus abuelos. 

La historia oficial no habla de otra cosa que de la pérdida de derechos en cualquier parte del mundo. De eso habla el libro:

“La historia del mundo está escrita con columnas de refugiados, con bandadas de deportados, con trenes ensordecedores de judíos y prisioneros de guerra conducidos a empellones hacia el moridero de los campos de exterminio, con emigrantes fatigados en trabajos esclavos que nadie quiere y que ellos toman con la esperanza de dejar de ser nadie. No saben qué cielo persiguen, pero conocen de memoria el infierno del que huyen”

La historia oficial me parece una obra imprescindible para romper el silencio que nos han impuesto y para reflexionar sobre como el poder impone ciertos pensamientos y ciertas mentiras en nuestra historia. 



viernes, 4 de noviembre de 2022

Desde la ventana, de Joana Chilet y Marina Lomar. Una ventana en una urbanización

Manu López Marañón

 DESDE LA VENTANA Joana Chilet & Marina Lomar. Olé Libros (2022)

Desde la ventana es la primera novela de Joana Chilet, valenciana de La Pobla de Vallbona con amplia experiencia en el campo de la gestión cultural y profesional, durante 25 años, en el sector audiovisual (ha sido productora ejecutiva en diferentes proyectos y directora de documentales). Para Marina Lomar, valenciana de nacimiento criada en Francia y profesora de la Universidad Jaume I de Castellón, Desde la ventana es su segunda novela. Antes de esta ha publicado Trampantojo (Ed. Babylon, 2019) y formado parte de antologías en diversas editoriales (11 monstruos por encargo, Ins-omnium, Niebla y sangre –de microrrelatos–; De amor y guerra –relatos–).


Como muchos lectores ya saben, resulta imposible hablar de Desde la ventana sin hacer referencia a una de las obras maestras de Alfred Hitchcock, concretamente La ventana indiscreta, que el mago del suspense rodó en 1954.

Una manera de reseñar la entretenidísima novela de estas dos valencianas sería ir refiriendo sus coincidencias y diferencias con la película protagonizada por James Stewart y Grace Kelly. Yo no lo voy a hacer, pero, si aún la desconocen, les recomiendo que antes o después de leer Desde la ventana vean La ventana indiscreta; con cualquiera de ambas opciones disfrutarán doblemente del texto. Si pertenecen al grupo de privilegiados que ya se sobrecogió con la película, ahora les sugiero que la revisen tras leer la novela: duplicarán asimismo su disfrute fílmico.

                                                                               James Stewart, obsesionado con su vecindario

Alberto, arquitecto víctima de una agorafobia postraumática y que no sale del salón de su bungaló en la urbanización Aguas Vivas, pasa los calurosos días del verano observando con sus barridos de prismático las vidas, aparentemente cotidianas y anodinas, de sus vecinos. 


En un tono más de comedia (la novela lleva como subtítulo «una historia de intriga ligera») que de drama (aunque en el cuarto y quinto día la tensión y la posibilidad de un trágico final cobran gran relieve), al final Desde la ventana resulta ser una arriesgada reflexión, tan divertida como espinosa –y llena de momentos cínicos–, sobre el voyeur que cualquiera de nosotros, nos guste o nos disguste, llevamos dentro.


Con este punto de partida Joana Chilet y Marina Lomar se adentran con soltura –el entusiasmo investigador de los protagonistas pronto cala en el lector– en una narración que alcanza su cota de progresivo misterio a partir de esa fiesta de peluches (fiestas furry las llaman los modernos) que se organiza en un adosado de la urbanización. En ella los participantes bailan en corrillos, se puntúan, y hasta se subastan los unos a los otros… 


                                                                 Convención de furries


Alberto, cada vez más obsesionado por espiar ese universo mostrado a través de su vecindario, incapaz siquiera de echar un vistazo a los proyectos relacionados con su profesión que le trae su novia, atando cabos llega a la conclusión de cómo tras la alucinante fiesta se ha producido un asesinato (antes de caer rendido por efecto de las pastillas que necesita para dormir él ha podido ver que un furry con disfraz de mono maltrataba a una cerdita…).


El microcosmos descrito por Joana y Marina actúa como espejo del ser humano en general (aquí los bungalós se los reparten, entre otros, una joven y bella estudiante que vive sola; una pareja de «estirados» –él, un ejecutivo de corbatas pirotécnicas, y ella, un ama de casa feliz con su nueva batidora Ladymix– de relación complicada y morbosa; un matrimonio maduro con curiosas preferencias sexuales; un escritor solitario autor de novelas pornográficas, y dos mujeres que acaban resultando ser pareja); y ese microcosmos hábilmente seleccionado acaba por meterse, literalmente, en la vida de Alberto.

El afectado arquitecto va convenciendo a su novia, Natalia, a Fina (la asistenta que lo trata con desparpajo y a quien no se le va una) y a un sobrino de esta, Yoni, joven desgarbado y doblado como si padeciera de esclerosis que resulta ser un consumado hacker (capaz de «craquear» el archivo necesario para obtener la contraseña que permite acceder al portátil que tantos secretos guarda): a todos acaba convenciendo para que se involucren en la investigación sobre el crimen que él mismo coordinará sin abandonar un instante el salón de su adosado.


El gran mérito de Desde la ventana es conseguir que los lectores nos creamos igual de aislados que su protagonista. La novela se cuenta desde el limitado punto de vista del encerrado Alberto, algo que crea claustrofobia obligándonos a sentirnos en sus antípodas (recordemos cómo no soporta ningún espacio abierto). A pesar de ello, compartimos intensamente las dudas y esa misma ansia por saber que padece primero el arquitecto y luego el aficionado equipo de investigadores a medida que completan el sangriento puzle desplegado en las viviendas de enfrente.


Una policía reacia a intervenir, revelaciones impensables bien dosificadas por las autoras, algún estupor que revelan las psicologías femeninas del equipo (tanto Natalia como Fina vienen trazadas con suficiente tino para percibir sus sinuosidades) y la varonil osadía tanto de Alberto como del inteligente Yoni, acaban poniendo en bandeja una resolución llena de sevicias y riesgos que, sin duda, encantaría al David Lynch de Terciopelo azul o Inland Empire.


Y es que la vibrante novela que es Desde la ventana podría perfectamente quedar sintetizada en la frase: «Vivimos en un mundo extraño».  


ENTREVISTA CON JOANA CHILET Y MARINA LOMAR:


Dígame, Joana Chilet: ¿En qué medida su experiencia profesional en el sector audiovisual ha sido determinante a la hora de escribir una novela tan cinematográfica (en todos los sentidos) como es esta Desde la ventana con la que usted ha debutado en la literatura?

Sin duda, ha afectado de forma importante a la hora de imaginar y escribir, porque Alberto está «mirando» y esa mirada es muy cinematográfica. Al final, cualquier proceso creativo aprovecha todo lo que cada uno ha ido aprendiendo en su trayectoria. 


Buenos días, Marina. Tras aquel desdichado collage amoroso que conformaban los protagonistas de tu espléndida novela coral Trampantojo, en Desde la ventana nos presentas otro grupo de vidas que, tras una apariencia de normalidad, revela no pocas disfunciones (e incluso aberraciones). ¿En cualquier forma de acercamiento literario te resulta calamitosa y violenta la naturaleza humana?

A pesar de creerme profundamente optimista, se ve que ha calado el pensamiento de Immanuel Kant que dice «De la naturaleza tortuosa de la humanidad, ninguna cosa recta se puede obtener». Y, de hecho, esta es la citación que encabeza mi próxima novela en solitario.


Esta pregunta va para ambas autoras. En los agradecimientos de Desde la ventana, leo, estupefacto, cómo algunas lectoras cero de esta novela no detectaron erotismo por ninguna parte… A mí me ha parecido lo contrario: que su narración no se queda precisamente corta a la hora de catalogar comportamientos amorosos (fundamentalmente los llamados desviados o perversos: voyeurismo, fetichismos, sadomasoquismo, bestialismo, etcétera, etcétera…). ¿Se decidieron a incluir más sexo tras los informes de esas primeras lectoras? 

Al contrario (risas). Inicialmente se trataba de una novela erótica, pero, poco a poco, se impuso la parte de comedia y de intriga y decidimos suavizar el contenido erótico.


En cualquier caso, ¿para ustedes el erotismo, llamémosle desviado o cosificado, es algo consustancial en el ser humano? A estas alturas del siglo XXI, ¿se enterró el amor?, o, dicho de otro modo, ¿no quedará ya gente «normal» a la hora de encarar sus vidas amorosas? 

Joana Chilet:

No existe un erotismo desviado, es personal y, siempre que sea consentido entre dos adultos, absolutamente válido. ¿Qué más da que a alguien le guste vestirse de furry o le ponga chupar un pie? Cada cual que disfrute como quiera. 

Marina Lomar:

Creo que se debería abolir la palabra «normalidad», y más referida a los deseos sexuales. En cuanto al amor, ¡viva el amor! bajo cualquier forma, a cualquier edad y en cualquier lugar. 


Otra pregunta para las dos. Siempre me desconcierta pensar cómo debe ser escribir una novela con otro autor. En Desde la ventana me ha resultado admirable que consigan incorporar a su obra ese suspense que explota definitivamente a partir de la imprevista, y alucinante, fiesta furry. ¿Crear esa progresiva intriga fue quizá lo más complicado de hacer a cuatro manos?

Joana:

No, lo más complicado fue establecer un plan de trabajo que nos permitiera ir avanzando, una vez establecida la estructura fue sencillo seguir. Pero la escena de la fiesta dio mucho de sí y creo que se nota que nos divertimos mucho imaginándola y escribiéndola. 

Marina:

En realidad, montar la intriga fue la parte más fácil. Más delicado resultó trabajar sobre el entorno en el que se mueven los personajes. Joana se plantea constantemente cuestiones sobre la disposición del espacio, el desplazamiento de personajes, etc., mientras yo me centro más en los personajes. Y tenía razón, aquí, el espacio es protagonista.


Para Joana. Dentro de las ramas del género negro, yo incluiría Desde la ventana dentro de lo que viene en denominarse «domestic noir», donde todo ocurre en el ámbito doméstico y las investigaciones de los casos son fundamentalmente llevadas por mujeres sin preparación policial o detectivesca. Aquí el principal investigador es Alberto, pero a ninguna parte hubiera podido ir sin la resolutiva participación de Fina y Natalia, esenciales para resolver los misterios planteados en Desde la ventana. ¿Se plantea continuar por este camino o planea escribir una investigación criminal digamos más canónica, con policías o detectives que se hagan cargo de un caso?

A mi este camino me ha resultado muy satisfactorio, así que pienso seguir explorando. Es más, Marina y yo hemos empezado un nuevo recorrido.


Para Marina. Tras Trampantojo, espléndida novela de interiores que diseccionaba también a la clase media española (tu especialidad hasta ahora como narradora), desembarcas en el género negro con Desde la ventana. ¿Ha sido esta una experiencia puntual o tienes intención de escribir, sola o acompañada, otras novelas que puedan adscribirse a este género tan popular y mayoritario?

Joana y yo hemos decidido continuar y retomar el divertido personaje entrometido, cínico, aunque tierno, de Fina. Además, acabo de terminar una novela que entra dentro de la categoría del género negro. Las complejidades de la mente humana me fascinan y me gusta exponer esos pequeños deseos ocultos que, a veces, nos ocultamos incluso a nosotros mismos. Y, ya se sabe, deseos ocultos que acaban explotando son la antesala perfecta para la novela negra. 


Esta pregunta es para las dos y la hago solo a título de curiosidad personal: ¿Alguna ha leído el cuento de Julio Cortázar Las babas del diablo y/o visto Blow up de Michelangelo Antonioni?

¿Nuestra ventana te ha sugerido a estos dos grandes creadores? ¡Qué honor!

Como no he visto Blow up, Joana me explica que es una adaptación cinematográfica de Las babas del diablo, supongo que lo dices por aquello del paso de texto a cine. Bueno, sería estupendo poder adaptar nuestra ventana. 


Joana Chilet y Marina Lomar


viernes, 28 de octubre de 2022

Pichis, de Martín Lasart. Una historia que hay que leer del tirón

Después de ganar uno de los más prestigiosos premios de Uruguay, el Premio Lolita Rubial,  con La entrada al paraíso, Martín Lasart publica Pichis y esta llega a España de la mano de la editorial Tiempo de papel.

El Cholo y la Chola deambulan por las calles de Montevideo buscando en los contenedores de basura algo que llevarse a la boca o algo que puedan vender para seguir drogándose. En los primeros capítulos encuentran objetos que los llevan a realidades delirantes, al fin del mundo, a un mundo paralelo donde la música dirige el destino. Pero también pasean, pelean y malviven a través de las calles de una ciudad que ni siquiera los mira.

Dos pichis  que se llamaban el Cholo y la Chola encontraron una cabeza en un contenedor de basura. Por el olor podían decir que no estaba recién cortada.



Con Pichis, así se llama en Uruguay a los sintecho, Martín Lasalt nos sumerge en las calles a las que los turistas nunca irían. Callejones donde las personas que los habitan viven de los desperdicios de la gente visible. Pero el Cholo y la Chola no se quejan. Ellos dejan pasar el tiempo sobreviviendo a las catástrofes que les rodean teniendo sólo destellos de realidad. Viviendo en una realidad amarga y duro los protagonistas de Pichis encuentran destellos de felicidad que les lleva a realidades paralelas que están dentro de este mundo.

Los 12 capítulos parecen pequeñas historias independientes pero los protagonistas son el elemento que une los distintos episodios. Los dos mendigos asumen su situación de marginados sin demasiado interés, total, no pueden hacer nada. Hicieran lo que hicieran volverían al principio. Y ese, creo, es el mensaje que el autor nos da en este acontecimiento mental. ¿Qué es la realidad? ¿se puede salir de la mediocridad aunque sea solo un momento o estamos condenados a volver a ella una y otra vez? ¿somos parte de un mundo que no nos ve o si nadie nos mira no existimos? Pero los pichis son dos, aunque se peguen y los autobuses los atropellen siempre uno ayudará al otro.

Martín Lasart consigue en Pichis que la amargura, el humor y los delirios apocalípticos se junten en una novela que no da tregua.

Además, el autor incluye en la novela dibujos realizados por el mismo que apoyan la historia y que nos sumergen aún más en la negrura de las calles de Montevideo.

Como el propio autor nos dice, más que de un relato, se trata de un acontecimiento mental

viernes, 14 de octubre de 2022

Nos crecen los enanos, de César Pérez Gellida. Cuando el asesino es el escritor

Cuando ya teníamos interiorizado que el culpable siempre es el mayordomo, llega César Pérez Gellida y nos dice que el asesino es el escritor. En Nos crecen los enanos podemos acompañar a un psicópata repulsivo, casi a la altura de Augusto Ledesma, en su cada vez más imparable sed de violencia, dolor y muerte.

Después de los asesinatos que se produjeron en Urueña y que Gellida nos relata en Astillas en la piel aparecen, en un pinar de Valladolid, dos cadáveres, uno de ellos el del supuesto asesino de los crímenes que se produjeron varios años atrás. A partir del terrible descubrimiento, comienzan a aparecer cuerpos de mujeres torturadas y asesinadas en distintas ciudades. Bittor Balenziaga y Sara Robles ven relación entre los dos sucesos. Pronto se les une Ramiro Sancho, con lo que el circo está montado.

Mientras leemos  Nos crecen los enanos los lectores podemos entrar en la mente de un asesino ya que es él mismo el que nos cuenta en primera persona sus asesinatos, con todo lujo de detalles, y sus planes. Además me parece realmente brillante que Gellida someta al asesino a varias sesiones con una prestigiosa psiquiatra, la Dra. Velasco. Álvaro Vázquez de Aro, escritor de una saga de novelas que tienen como protagonista a un asesino en serie, pide a la doctora ayuda para documentarse sobre la mente criminal, estableciendo así situaciones en las que la identidad del escritor se desdobla en su alter ego y analiza sus impulsos y las razones que le llevan a matar jugando con la psiquiatra al juego del gato y del ratón. Cuando Álvaro habla de Suso habla de si mismo, por lo que podemos saber de primera mano qué es lo que le empuja a matar de una manera tan cruel.

César Pérez Gellida ya ha creado con Nos crecen los enanos y con todas sus anteriores novelas un universo propio en el que hay personajes que aparecen, como protagonistas o como secundarios, en todas sus novelas. Que el lector no los reconozca no supone nada para el lector, no hace falta saber quiénes son, solamente es un bonus para el lector gellidista que se alegra de reencontrarse con alguno de los personajes que protagonizaron alguna de las novelas ya leídas. Aparece incluso un escritor calvo casado con una mujer pelirroja que, sin saberlo, hace explotar la locura.



Durante la lectura de Nos crecen los enanos sabemos desde el principio quién es el asesino, descubrir al criminal no es el objetivo de esta novela. Lo que vamos a encontrarnos es el desarrollo de la investigación, quién será la próxima víctima, que error cometerá Álvaro, si logrará escaparse de nuevo…

En fin, que es momento de entrar en ese universo. No tardéis en leer Nos crecen los enanos y ya me contaréis

sábado, 8 de octubre de 2022

El rastro de la traición, de Jesús Losana. Chantajes y corrupción en Toledo

El rastro de la traición de Jesús Losana es la segunda entrega de una trilogía formada por Compromiso adquirido, y la última, Conforme a lo establecido.

Todas ella son historias independientes que comparten el escenario, Toledo y alrededores, y los personajes que investigan las historias.

El rastro de la traición es la “niña bonita” de Losana, y es cierto que la trama es muy intrincada y que ha requerido un gran esfuerzo de documentación y, sobre todo, a la hora de cuadrar todos los detalles, de cerrar todas las tramas. Y es adictiva.

La investigación está a cargo de la UOPJ de la Guardia Civil, aunque al comienzo de la historia solo están de apoyo, terminan pasándoles la responsabilidad no se sabe muy bien por qué, pero algo empieza a oler a podrido.

Los protagonistas son el teniente Román Medina y la cabo Elisa Castillo, integrantes de un grupo de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Toledo. Como muchas otras novelas, hay una electricidad sexual evidente entre ellos. Losana los presenta como personas de a pie con sus fortalezas y debilidades, se manera que el lector termina conectando con ellos irremediablemente: “En esa carcasa de hombre duro y poco sensible tenía secuestrada su frágil personalidad afectiva, forjada a base de desengaños y traiciones”

Como toda novela negra que se precie, El rastro de la traición, igual que en su día Compromiso adquirido, tiene una parte importante de crítica social, resaltando problemas endémicos en nuestra sociedad actual. La corrupción de políticos, los chantajes, en fin, alguien que mueve desde fuera todas las tramas buscando un interés propio. Se trata de una crítica sumamente mordaz de las instituciones :”Cada ves que un juez favorece al débil por su condición, en vez de al inocente, hace que la palabra justicia pierda su significado y aumente el mal comportamiento social”

La historia comienza con un atraco a la Sucursal de un Banco. No voy a utilizar el manido “Ritmo trepidante”, pero la escena te deja sin respiración. Perfectamente construida, totalmente inesperada, caótica e inexplicable.

Si algo hay en esta historia es suspense, corrupción y trabajo duro de las fuerzas del Estado que dan lo mejor de si. Este coctel, magistralmente elaborado por la prosa perfecta de Jesús Losana.

Os lo aconsejo, habrá que leer el tercero


viernes, 30 de septiembre de 2022

Blanco inmaculado, de Noelia Lorenzo Pino. Si lo que eres choca contra lo que crees

Almudena Natalías.

Noelia Lorenzo Pino acaba de publicar Blanco Inmaculado, una novela en la que explora el mundo de las sectas, la sociedad actual, las normas, las leyes y la libertad individual.

En un incendio en un caserío cercano a Irún aparece el cadáver de una chica amordazada perteneciente a una comunidad que vive al margen de la sociedad. La oficial Lur de las Heras, de baja por una enfermedad que apenas le permite moverse, vuelve para encargase de la investigación con una nueva compañera, Maddi Blasco. Estas dos mujeres, que apenas se conocen, son las encargadas de romper las barreras que los Fritz (así se llaman todos los miembros de la comunidad) se encargan de levantar. Pero además de los miembros de esta comunidad, Lur y Maddi se van a encontrar con la oposición de algunos de sus compañeros y con un grupo de personas que luchan por desmantelar la secta.

Blanco inmaculado transcurre prácticamente en el interior del caserío donde la secta fabrica ropa de manera tradicional de un color blanco inmaculado. El lector casi puede sentir la humedad del lugar y el olor de las planchas.  Todos los miembros guardan secretos, secretos que no quieren compartir. Sin embargo, las dos investigadoras van poco a poco ganándose su confianza de y tejiendo una gran amistad entre ellas dos mismas. Aunque ellos se llaman familia, no todos lo son. La mayoría llegaron al caserío buscando las respuestas que no encontraban. Allí se les dieron normas pero también el calor de gente con la que compartían sus creencias. Ninguno de ellos puede creer que alguien de dentro haya matado a Ari.

El tema que trata Blanco inmaculado es la sensación que se siente si lo que eres choca de frente con tus creencias y tu cultura. Ari, la víctima; Eva, su inseparable amiga; Guillermo, su padre y Maddi la patrullera encargada del caso, tienen que elegir entre su libertad y lo que los demás quieren de ellos. A veces, es más fácil dejarte llevar y cumplir las normas que te han inculcado que romper con ellas y ser feliz. Pero la elección en ningún caso es fácil. Tanto las cerradas normas de la secta como las veladas costumbres de la sociedad que hay fuera del caserío parecen guiar a cada uno de los personajes de Blanco inmaculado. Sólo algunos se atreverán a romper las invisibles cadenas.


En esta novela, Noelia Lorenzo demuestra con gran acierto, la capacidad que tiene en desarrollar los personajes. Ninguno de ellos es un estereotipo y, sin embargo, el lector, sea de donde sea y sea como quiera que sea, va a empatizar con alguno. Todos ellos están perfectamente perfilados, tienen luces y sombras. Con brillantes diálogos el lector acaba conociéndolos a fondo y, hasta comprendiendo, sus contradicciones. Y también esperamos que la investigación de Lur y de Maddi sea el comienzo de una bonita amistad

Con su estilo de siempre, en Blanco inmaculado, Noelia Lorenzo nos muestra un mundo blanco en el que las sombras lo supervisan todo. 

PD. Por cierto, seguidnos la pista que esta semana sortearemos un ejemplar de Blanco inmaculado entre nuestros amigos

Nº de páginas: 400
Editorial: PLAZA & JANES EDITORES
Idioma: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788401028199
Año de edición: 2022
Fecha de lanzamiento: 01/09/2022


viernes, 23 de septiembre de 2022

En tiempo de cartas y púas, de Juan Lekue. Una historia dura que debemos conocer

 En tiempo de cartas y púas de Juan Lekue, una historia que me ha llegado al alma y al corazón.

Muchos libros nos hablan del exilio español, sobre todo del paso a Francia para llegar a los campos de Argeles. Pero en mi caso, nunca había llegado más allá. ¿Dónde fueron los que sobrevivieron a esas condiciones inhumanas? Fueron repartidos por otros campos muy similares a los campos de concentración nazis.

En enero de 1939, Barcelona fue tomada por las tropas rebeldes y comenzó un terrible exilio para muchos españoles hacia Francia. Pero este país, no les recibió como esperaban pues les internó en campos, en condiciones miserables de hambre, insalubridad, desesperación. Gurs, llamado el “campo de los vascos” por la gran cantidad de personas de esta procedencia.

Buena parte de los soldados vascos que, vencidos, enfermos, humillados, pasaron a Francia para salvar su vida, encontraron un infierno al otro lado de los Pirineos.

El autor a través de las cartas del abuelo de su mujer nos lleva a uno de estos campos de la mano de un narrador imaginario cuya amistad con Vicente Ibarreche le lleva a estar al tanto de la correspondencia de este con su familia en un intento de sobrevivir a una muerte que cada día se acerca más.

Estas son las cartas. Las púas son las cercas de alambre de espino que separan a estos hombres de la libertad, de la vida de la esperanza. Unas púas que a veces incluso les llaman con la promesa de acabar con todas sus desdichas. Siempre presentes, implacables, siempre ofreciendo otro final.

“El inconveniente de la vida, un absurdo funesto en las barracas de Gurs, la fatiga creciente de vivir a pesar de todo. La mirada reflejaba todo lo que éramos, la fascinación irresistible de sentirse perdido y condenado. El alma, la capacidad de ser bueno, generoso, de compartir, la virtud de perdurar en la memoria de otros, de todos los otros a ser posible; si no, de los más cercanos, y también en la propia memoria los recuerdos de aquellos. Mi alma ya me había abandonado antes de la muerte, que se hacía de rogar para no llevarme con ella todavía”



La prosa de Juan Lekue es impresionante, dura y poética a la vez. De un realismo que nos hace sentir el frío y la miseria en nuestros propios huesos. Tan poética que a veces nos hace llorar en silencio. De dolor, de rabia y de impotencia por el castigo impuesto a unos hombres que lucharon valientemente por defender la libertad y la legalidad vigente en un País que queda ya demasiado lejos, un País roto.

Nuestro narrador nos hace convivir con los piojos y las ratas, con ropa hecha jirones, con un hambre atroz, pero lo que es peor, nos hace vivir la desesperanza de ver como estos soldados, van perdiendo día a día la dignidad, la humanidad, la esperanza. En definitiva, como llevan a cuestas una muerte en vida. Vicente Ibarreche escribe mientras tanto tímidas cartas a su familia en un intento de agarrase a la vida a cualquier precio. Mintiendo en cada carta, diciéndoles que está bien y esperando cada minuto noticias que le hagan creer que todo esta bien allí fuera, que le hagan creer que puede, quizás un día volver a su hogar, que hay una posibilidad de que todo vuelva a ser como era.

“No éramos ya otra cosa que rescoldos de los difuntos que dejamos al otro lado de la frontera, incapaces ya de reconocernos. Apenas podíamos movernos, vestidos con unos pantalones condenados al mordisco de las ratas, sin calzoncillos, una camisa deshilachada, sin botones, una boina sucia y un hato formado con una tela de una manta llena de piojos"

Esta no es una historia más sobre la Guerra Civil española, es una historia sobre el dolor, sobre el amor y la libertad y sobre la venganza ejercida por la dictadura. Es quizás un poema sobre aquellos que España dejó atrás.


viernes, 16 de septiembre de 2022

La mirada de la tortuga, de Jon Arretxe. Otra dosis de realidad

Almudena Natalías


La mirada de la tortuga, de Jon Arretxe (Erein 2022) es una de las novelas que más esperaba este año y, tengo que decir, que es una de las que más me ha gustado, no sólo porque el protagonista sea Touré, porque se desarrolle en Madrid y porque creo reconocer a varios personajes con los que coincide Touré en Lavapiés, sino porque el autor sigue asombrándome en cada una de sus novelas.

 

En esta ocasión, Touré ha terminado en Madrid. Vive en el barrio de Lavapiés, un barrio multicultural donde confluye la gente más variopinta con un Touré casi rico. Ha guardado en las aguas del retiro las joyas que se trajo de París. Cuando le viene a visitar la preciosa Sa Kené, su amante del barrio de San Francisco, descubre que en lugar de sus joyas hay una tortuga que le mira con esa mirada vacía que tienen las tortugas. Touré vuelve a estar en la casilla de salida, supongo que con la misma cara de la tortuga. A partir de este momento, Touré y Sa Kené empiezan a buscar las joyas cruzándose con personajes temibles y personajes entrañables.

 

Jon Arretxe retrata de manera hiperrealista las calles de Madrid. Personajes como una bebedora compulsiva de cerveza que fue estrella en su juventud, a la que conocí personalmente en una de las presentaciones en la librería Burma, la propia librería y sus dueños, yonkis del Atlético con sombrero vietnamita, visionarios que anuncian el fin del mundo… No sé si que haya reconocido a gente real en la trama de La mirada de la tortuga me ha hecho ver a Touré una vez más como una persona real. Arretxe no escribe buscando en Google la localización de sus novelas, Arretxe pasa tiempo en los barrios en los que se desarrollan sus novelas consiguiendo así que cada capítulo sea un fotograma de esos lugares, uno de los que las guías turísticas no hablan.



Además de divertirnos con el humor amargo de las novelas de Touré, leyendo a Arretxe y casi sin darte cuenta, ves de frente los problemas reales de las calles. En La mirada de la tortuga, se describe una situación en la que personalmente nunca había pensado, descubrimos las penurias de los trabajadores de bangladesh de los restaurantes indios que proliferan últimamente. Trabajan desaforadamente por un sueldo miserable, sin contrato, explotados sin que ninguno de nosotros se moleste en mirarlos. Por supuesto el lector también se hace consciente de la situación en la que tienen que vivir los emigrantes sin papeles. Para Touré cada día es una batalla y cada día es una lucha por la supervivencia.


No me canso de recomendaros que leáis las novelas de Jon Arretxe. Si ya conocéis a su detective vidente no podéis dejar de leer La mirada de la tortuga, si no lo conocéis tenéis la oportunidad de hacerlo y después correréis a leer las anteriores para descubrir como el detective ha llegado hasta aquí.


viernes, 9 de septiembre de 2022

El caso de Alaska Sanders, de Joël Dicker, una historia entretenida llena de lugares

Maya Velasco

El caso de Alaska Sanders de Joel Dicker es la última entrega de la trilogía del escritor Marcus Goldman.

Joel Dicker ha supuesto un éxito editorial, pero también tiene muchos detractores que lo tachan de comercial. En mi opinión, es esta trilogía la que merece la pena, pues el resto de sus libros, La desaparición de Stephanie Mailer, El enigma de la habitación 622, son bastante flojos. Está claro que el filón de Dicker es su alter ego Marcus Goldman.

Esta trilogía empezó con La verdad sobre el caso de Harry Quebert, seguido por El libro de los Baltimore, pero se puede leer de forma independiente o en el orden cronológico (Harry Quebert, Alaska Sanders, los Baltimore) o en cualquier orden.

El arranque de estas novelas suele ser el asesinato de una mujer que queda falsamente cerrado y que el escritor Marcus Goldman junto a un grupo de personas, termina resolviendo. Esto no es una casualidad sino una forma de reivindicar la violencia machista y la desigualdad prolongada de los derechos de la mujer.

Una muchacha de 22 años aparece muerta al borde un lago de New Hampshire. Las sospechas se centran inmediatamente en su novio y en el amigo de este Erik Donovan, que terminará encarcelado y considerado culpable del asesinato de Alaska Sanders. Once años después, el escritor Marcus Goldman y el sargento Perry Gahalowood, que se conocieron en el caso de Harry Quebert, reabren un caso endemoniadamente enredado, en el que quedaron evidentes cabos sueltos y muchos testimonios por escuchar.

Un narrador omnisciente nos va contando una historia absolutamente repleta de giros inesperados, de vueltas de tuerca que le dan a este libro una agilidad tremenda. Transcurre en EEUU, en un pueblecito donde todos se conocen. La historia transcurre desde el presente, retrocediendo al pasado para contar los sucesos de este caso.

Marcus Goldman es un triunfador como escritor, pero un desastre en su vida personal. El éxito le ha llegado casi sin quererlo, su vida amorosa no avanza y sigue enganchado a su mentor, Harry Quebert. Es perspicaz, concienzudo, cabezota y muy buena persona.

Alaska es una muchacha muy bella que trabaja en una gasolinera y que esconde más de un secreto. ¿Por qué su vida dio un vuelco tan de repente? ¿Por qué tras ganar un importante premio de belleza se va de su casa y empieza a trabajar en una gasolinera? ¿Qué es el mensaje en el bolsillo del pantalón que dice “sé lo que has hecho”?

Gahalowwod hace de perfecto compañero de Marcus en un momento de su vida bastante trágico.

Y a partir de aquí, un número inmenso de personajes que ponen su granito de arena en la historia: policías, abogados, vecinos, padres y madres, novios.

En definitiva, una historia entretenida, llena de personajes y sorpresas, llena de lugares y detalles que nos llevarán a descubrir toda la verdad sobre el caso de Alaska Sanders.


viernes, 5 de agosto de 2022

La última cabaña, de Yolanda Regidor. Una historia de desamor

Maya Velasco.

La última cabaña
de Yolanda Regidor es ante todo una novela de superación. Desde el comienzo de la pandemia he leído varias historias en las que el protagonista huye de un pasado que le mortifica y se instala en algún lugar retirado de la gente: La forastera de Olga Merino, Los besos de Manuel Vilas, Un amor de Sara Mesa o Los nombres prestados de Alexis Ravelo.

Dice Yolanda Regidor que cuando todo nos va mal, es a la naturaleza a donde acudimos para sanarnos.

Volviendo a nuestro libro, El Escolta (mote que le ponen en el pueblo) se retira a una casa en las afueras de un pueblo montañoso, huyendo de su pasado, de la gente y en definitiva de sí mismo. Sin saber por qué, comienza a escribir un diario en el que va vomitando todas las cosas que le han llevado donde está. Vamos pues reviviendo su pasado, intercalado con su día a día en la cabaña.

Este diario es la vuelta a una infancia desgraciada, marcada por el desamor de sus padres y de su hermano que desemboca en una tragedia que le persigue hasta el día de hoy. Y como no, una historia de desamor que termina de desgarrar su ya roto corazón.

“Vine para estar solo, y me sentí muy solo… sin embargo, en la máxima soledad dejé de sentirme así. He comprendido que el mayor vacío de un hombre es la incapacidad de huir de sí mismo, y que solo se puede escapar de uno a través de los demás”

Pero cuando el Escolta busca la redención en la soledad, comienza a sentirse solo. ¿Por qué la autora nos transmite estos sentimientos a través de un hombre? Porque quiere que su protagonista lleve a cuestas, además del resto de pesares, el síndrome de Caín, la culpa primigenia de haber matado a su hermano.

Como en todas estas novelas de supervivencia, el autor nos cuenta que es imposible huir del pasado y de nuestros errores, ya que nos persiguen allá a donde vayamos. La redención solo puede venir de las personas que vamos encontrando: un anciano, una tendera, un lobezno y un niño que busca tus brazos.

“No se puede borrar el pasado ni los surcos que deja”

En la primera parte de la vida de nuestro protagonista nadie tiene nombre. La llegada a la cabaña trae consigo los nombres de lo que le rodea: personas animales, árboles, sensaciones…Los libros que le acompañaron en su vida y que ahora sirven para alimentar el fuego de su chimenea

La autora nos hace reflexionar sobre la indefensión de la niñez y de cómo la adolescencia y nuestras decisiones marcan el futuro del adulto que seremos.



Me ha llamado poderosamente lo que dice el Escolta sobre la tristeza y cómo nos atrapa en sus garras si no luchamos con uñas y dientes:

“Es peligroso dejarse llevar por la melancolía."

Si, es un trastorno morboso. La melancolía es traicionera: siempre se presenta como algo cálido y ligero, tranquilo y reposado, e incluso llegamos a ver belleza en ese camino directo hacia el desasosiego. Una vas allí, es complicado desandar lo andado.”


viernes, 10 de junio de 2022

El mentalista de Camila Lackberg y Henrik Fexeus, un libro ligero para entretenerte

 El mentalista de Camila Lackberg y Henrik Fexeus, esperado y ansiado por los seguidores de esta famosísima escritora de novela negra nórdica.

Un thriller muy orientado al mundo de la magia, en el que Camilla ha recurrido a un mentalista muy conocido por actuar en la televisión. El método de escritura a cuatro manos se ha desarrollado así: Camilla escribe un capítulo de la historia y se lo pasa a Henrik, que lo revisa y se lo devuelve con sus anotaciones.

Pero vamos a la historia, en las afueras de Estocolmo, en un parque de atracciones, aparece el cuerpo de una mujer joven. El cadáver está en una caja de mago atravesada con espadas. La policía no tiene ninguna pista más que la evidente relación con la magia y deciden acudir a un mentalista que suele aparecer en televisión, Vincent Walder. Un asesino en serie y una serie de asesinatos que nos dejan helados por su crueldad.

El equipo de policía que lleva el caso se pone en contra del mentalista. Pero Mina y Vincent, los dos protagonistas, se complementan desde el principio. Los dos son personas bastante espaciales, tocs incluidos.

Mina es inteligente y metódica y tiene un trastorno obsesivo con la limpieza. Está sola, no tiene amigos ni familia. Vincent es uno de los mejores mentalistas que hay y su cabeza pasa el día haciendo cálculos mentales que le den un poco de seguridad. Atractivo, casado con una mujer con celos enfermizos. La relación de Mina y Vicent es bastante peculiar.

Los autores incluyen detalles de la vida de todos los personajes, de unos más que de otros, claro, pero hace que tengamos una perspectiva global. Como es lógico, todos guardan secretos que iremos descubriendo a lo largo de la lectura.

Como viene siendo habitual en la novela negra y en especial en la nórdica, tenemos dos líneas temporales, la actual en la que se desarrolla la investigación y la pasada, Kvibille en 1982, en la que nos narran la historia de una madre y sus dos hijos.

Otra característica que se cumple en El mentalista es el carácter triste predominante y que el ambiente frío suele aumentar: “La muerte, la vida… todo era una mierda”

Se detallan muchos artefactos de ilusionismo. Me ha resultado muy curiosa la reivindicación del machismo en este mundo, resaltando que los ayudantes del mago, a los que normalmente se corta en dos, se acuchilla, se encierra, son mujeres. El mago es el dueño de sus vidas y, por tanto, el artífice de sus muertes.

Esta es una novela con un gran componente psicológico en la que nos damos cuenta que los errores se pagan, que la vida de la infancia nos dejará marcados para siempre, lo importantes que son algunos rituales para las personas con trastornos compulsivos: “Todo queda depositado en algún rincón del cerebro, a la espera de manifestarse cuando uno menos lo espera”

Siempre que reseño novela nórdica, los más refinados, me critican porque la consideran superflua. Yo siempre digo que cada libro tiene su momento y su finalidad. Si quieres distraerte, leer un libro ligero que te enganche, que te entretenga… El mentalista cumple tus expectativas.


viernes, 3 de junio de 2022

MECÁNICA TERRESTRE Emma Prieto. Eolas ediciones (2021)


Manu López Marañón

La madrileña Emma Prieto es autora del poemario Radiografía de ausencias (Indie, 2020) y de dos libros de relatos: Extravíos (Caligrama, 2017) y Escamas en la piel (Adeshoras, 2018). Licenciada en Ciencias de la Educación y profesora de educación especial, ha impartido talleres de cuentacuentos en colegios de educación primaria y actividades de cuentacuentos para adultos en librerías y bibliotecas. Eloy Tizón cita a Emma Prieto en su muy aprovechable Herido leve, colección de ensayos sobre literatura que este gran cuentista y novelista reúne tras treinta años de lecturas.


He nombrado varias veces a Emma Prieto cuando selecciono autores y autoras que ejemplifiquen la época de oro por la que el relato pasa en España. Mi enamoramiento literario por esta autora surge al leer y reseñar su anterior libro, Escamas en la piel (2018). Compuesto por diecisiete narraciones en las que la escritora demostraba una insólita madurez a la hora de enfrentarse a un género tan exigente, caí rendido no solo por su originalísima temática, también por el variado despliegue de recursos técnicos y por la habilidad de orfebre que ella exhibe con las palabras.

La necesidad de soledad que sentían –o padecían– los personajes de muchos relatos en Escamas en la piel (escapatoria ante una vida insoportable, o, en otros casos, revelándose su soledad como inapelable sinónimo de la resignación humana) no es ya la temática principal de Mecánica terrestre, aunque aparezca en dos de los veinte relatos de este libro (que comparten con sus precedentes todos los aciertos señalados). En Save the Whales una mujer opta por un retiro radical en una casa campestre, pero los cerdos que la acompañan facilitan el sorprendente desenlace. Y Piedras caldeadas, sin perder el optimismo, refleja las duras tribulaciones por las que pasa en el hospital una enferma sin visitas para no dejar de ser ella misma.

Es la incomunicación el asunto más recurrido por Emma Prieto para este tercer y prodigioso volumen suyo de cuentos. La incomunicación de estas mujeres (hay un casi absoluto protagonismo del género femenino, en cualquier edad) se presenta en diez relatos que abordan el fenómeno en diversas formas y situaciones. Así, en Fragilidad de existir, la falta de diálogo en la vida conyugal se identifica con esa carcoma que asola el domicilio, una alegoría del aburrimiento e inanidad que preceden al final de cualquier relación de pareja. Un rastro de huellas invisibles relata los cuidados que una profesora prodiga a una de sus alumnas, de raza negra, hasta conseguir transformar su marginalidad en integración gracias al trato que le da. En otro relato docente, Un poco de oxígeno, por favor, la redacción que una profesora manda hacer a su clase genera una pieza maestra que la obligará a establecer un nuevo tipo de relación con la joven autora. Ingratitud aborda el duro distanciamiento entre un diplomado de enfermería y una herida, muda a causa de una fractura de mandíbula, a la que él primero socorre y luego rehabilita. En Una verde calma el confinamiento es visto a través de los ojos de la esposa y madre: en este relato sobre la incomunicación familiar la aparición de una perdiz roja, que anima el hogar con su canto, da una nota de esperanza al encierro. En El castigo, otro cuento de casa cerrada, la sufrida protagonista convive con una mujer desconcertante e insensible con la que de poco sirven esfuerzos afectivos. Y Cómo empezó todo muestra a una niña adoptada, muy rebelde, que preserva su individualidad adoptando una existencia pasiva frente a las órdenes de sus nuevos padres. Las serias dudas de hacerse entender, de participar en un código de comunicación técnico –ajeno a ella– cercan a la protagonista de El silbido de la hoja cuando interviene como jurado en un juicio. En Rosado terciopelo una muela que cae dejando su raíz en la encía obliga a una visita al dentista; el odontólogo rompe la barrera de silencio con su paciente descubriéndole un amor por su trabajo que crea en ella admiración. Finalmente, Juego de culpas muestra cómo la fuerza bruta se impone en una discusión entre hermanos.


Extrañas situaciones de todo tipo –individuales y colectivas– afectan a las protagonistas de siete relatos. En Síndrome de Estocolmo una hormiga invade el globo ocular de una mujer, la cual, tras varios intentos para desalojarla, acaba aceptando su fatalidad. Y Frío polar muestra a otra mujer que sufre congelamientos parciales en su cuerpo; tras múltiples visitas a especialistas encuentra en ella misma la raíz de su mal. En Confluencias una mujer insomne imagina que presencia el accidente de un motorista; este recuerda luego cómo fue atendido hasta que la ambulancia llegó, y una bióloga, desde su ventana, observa a una vecina socorriendo al herido. Evernia Prunastri narra cómo un hombre que se apoya en un tronco de encina acaba transformándose en musgo arbóreo, pero un musgo diferente, con preocupaciones existenciales. Intensidad de abril es la matizada descripción de un apocalipsis cotidiano que se extiende durante ese mes presentado a través de inquietantes señales. En Cinco centímetros de más o una espléndida cabellera rubia una mujer a la que todo el mundo pide favores recuerda con especial cariño a aquel ex presidiario que le pidió agarrar su mano y a la señora que la confundió con su hija. Movilidad laboral narra cómo los integrantes de un circo se ven obligados a aceptar los nuevos tiempos y a modificar sus actuaciones, creándose los inevitables revuelos y decepciones

Por último, en Cuentos, relatos o lo que sean la escarmentada Emma Prieto pone por escrito dos preguntas que inevitablemente machacan a autores y autoras de este género. La primera es: ¿Para cuándo una novela? y la otra: ¿Desde cuándo escribes para niños? Sus entregados y fieles lectores no criticaremos a esta grandísima creadora de narraciones cortas si algún día opta por emplearse con una narración más extensa… Eso sí, siempre que Emma no deje de lado al género en el que nos demuestra –libro a libro– ser una consolidada maestra.  

ENTREVISTA CON EMMA PRIETO:


Cuando informo por ahí que tengo finalizado mi segundo libro (es de cuentos), al haber publicado con anterioridad una novela suelo librarme de la primera afrenta que usted, con más frecuencia de la deseada, soporta; pero respecto a la otra, mi supuesto interés por la literatura infantil (más insólito si cabe por no tener hijos), debo reconocer que no la consigo sortear. 

No puedo resistirme a citar estas líneas suyas de Cuentos, relatos o lo que sean: «A veces un cuento es un zumbido suave y otras una boca repleta de dientes picudos, ríos turbulentos o socavones en las aceras, un crujido de madera, un piar de pájaros, fiebre en verano». 

Por favor, en nombre de los cuentistas españoles: 

¿Cómo podría aclarar a tanta gente que aún se lía que el cuento es un género que admite lectores infantiles y adultos?

Lo cierto es que, a pesar de que somos un país con una riquísima tradición cuentista, con magníficos cuentos para adultos de grandes escritores (Bécquer, Unamuno, Emilia Pardo Bazán, Leopoldo Alas Clarin, Ignacio Aldecoa, Carmen Laforet, Mercé Rodoreda, Ana María Matute…) todavía pervive la idea de que el cuento es algo ligado a la vida infantil. A veces cuando usas la palabra relato, sí que se piensa en un público adulto. No sé por qué sucede así, pero lo que sí creo es que en la actualidad el cuento vive una especie de época dorada con grandes cuentistas y que es un género que cada vez va ganado más lectores, lo que es una buenísima noticia.

Julio Cortázar dejó certeras palabras sobre el relato. Estas no recuerdo haberlas copiado antes: «Género de difícil definición, tan huidizo en sus múltiples y antagónicos aspectos, y en última instancia tan secreto y replegado en sí mismo, caracol del lenguaje, hermano misterioso de la poesía en otra dimensión del tiempo literario».

Informándome sobre su biografía me entero de cómo también ha publicado, y en fecha reciente, un poemario. Al hilo de las frases de nuestro querido Julio: 

¿Se ha sentido cerca de la labor poética mientras abordaba los relatos de Mecánica terrestre?

Sí, desde luego. Intento que en los relatos haya una especie de respiración, un aliento, un ritmo, una música, la búsqueda de la belleza que para mí está cerca de lo poético.

¿Qué le resulta más complicado de parir, poemas o relatos?

Las dos cosas. Dice Fabio Morábito que el cuentista y el novelista siempre saben un poco de lo que están escribiendo, pero el poeta (sin que yo me lo considere) sólo sabe del verso que le tiene ocupado y más allá de él no sabe nada. Los cuentos a veces los escribo o les voy dando forma en la cabeza pero los poemas los vivo de una manera más urgente y necesito escribir cada verso en el momento. Los dos géneros tienen en común la condensación y la importancia de los silencios y yo siento que se encuentran cerca uno del otro.

¿Disfruta igual escribiendo, y leyendo, cuentos que con versos propios y ajenos?

La verdad es que disfruto tanto leyendo cuentos y versos ajenos, (son tantos y tan buenos) que a veces me falta tiempo para escribir los míos. Para mí la lectura es una prioridad absoluta que últimamente hasta me genera cierta ansiedad porque mi torre de libros pendientes no hace más que subir y tiene ya una altura que nunca creí que pudiera alcanzar.

La mitad de estos veinte nuevos relatos están centrados en la incomunicación. Paradójicamente en esta sociedad actual, con tantas posibilidades para iniciar un diálogo, se empeña usted en mostrar diez maneras –todas diferentes y bastante arquetípicas– en las que sus personajes pelean con inagotable tesón para hacerse escuchar (lográndolo a veces y otras no).

¿Qué le ha llevado a un tema a la vez tan peliagudo y paradójico?

Es muy cierto, en la era de la comunicación seguimos estando igual o incluso más solos que antes. La soledad te hace especialmente vulnerable. Y  todos, de una manera u otra, estamos solos. Tal vez por eso la soledad es un tema recurrente en mis relatos.

¿Por qué las mujeres protagonizan mayoritariamente este grupo de cuentos (y los otros también)?

La verdad es que yo no sabía, o no era consciente, de que iba a ser así. La escritura de este libro me duró unos tres años, los voy guardando en una carpeta del ordenador y cuando comencé a recopilarlos me di cuenta que todos estaban protagonizados por mujeres y muchos de ellos en primera persona. Y luego mientras los corregía una y otra vez me dio la sensación que todas esas mujeres en permanente equilibrio (o desequilibrio), luchando por mantenerse a flote, podrían confundirse unas con otras o incluso parecer la misma

Respecto al grupo que se ocupa de sucesos realmente extraordinarios, quisiera preguntarte: 

¿Cómo logra acercarlos tanto a sus lectores, cómo hace para transmitirnos una proximidad que suscita siempre la beneficiosa duda de si realmente no le habrán sucedido a usted calamidades tan bizarras?

Pues, me alegra mucho si, como dice, los lectores sienten esa proximidad. La verdad es que, no sé por qué, atraigo un poco los sucesos extraños. Pero también me interesa explorar el límite entre realidad y ficción porque creo que es muy difuso. En algunos de los cuentos de Mecánica terrestre lo que podría pasar por ficción no lo es y al contrario. Creo que lo común convive con lo extraordinario. Lo cotidiano tiene también mucho de misterio. Pero nos da como miedo y tratamos de no reparar en ello. Dice el gran poeta Novalis que estamos más conectados a lo invisible que a lo visible y yo creo que es cierto.

Dos de los relatos que más me han gustado, «Piedras caldeadas» y «Una verde calma», tienen lugar en hábitats cerrados: un hospital y un domicilio confinado. Y no son los únicos de atmósfera claustrofóbica…

¿Se la puede considerar, por lo menos en Mecánica terrestre, una escritora que medita mucho y trabaja a fondo los espacios en los que ocurren sus relatos? 

Me parece una pregunta muy interesante. A veces esa sensación de claustrofobia (incluso en los cuentos que no suceden en lugares cerrados) creo que viene dada por las dificultades que encuentran los personajes en lidiar con la misma vida. Tienen que salir adelante pero no encuentran la manera, un poco más abajo se encuentra el precipicio. Me gusta acudir al verso de Gil de Biedma «Vivir es fácil. Arduo sobrevivir a lo vivido»). En cuanto a los cuentos que cita, desde luego «Una verde calma» lo escribí en el confinamiento y sí que quise centrarme en esa situación no sólo de encierro, sino también de pura desolación que todos vivimos. «Piedras caldeadas» sucede en un hospital: me interesa mucho la tremenda fragilidad que la enfermedad suscita, los cambios que provoca en cada uno y las distintas formas de adaptarse o desadaptarse a ese espacio cruel pero necesario que son los hospitales.

¿Exhibe usted sus mejores armas literarias encerrando a los personajes?

No lo sé. A veces es complicado encontrar la salida y siento la necesidad de contarlo. 

Para terminar me gustaría que nombrara para los lectores de SALAMANDRANEGRA.COM autores de cuentos que tienen influjo sobre su actividad creadora. También conocer, ya a la hora de leer, algún escritor favorito, con independencia de que haga relatos.

Pues sería una larga lista pero citaré a Anton Chejov, John Cheever, Clarice Linspector, Ana Blandiana, Natalia Ginzburg, Eloy Tizón, Joy Williams, Amy Hempel,  Juan Carlos Onetti, Carlos Castán, Alice Munro, Patricio Pron, César Martín Ortiz. Y también: Clara Obligado, Pedro Ugarte, Fleur Jaeggy, Laura Ferrero, Valeria Correa Fiz, Justo Sotelo, Almudena Sánchez, Elvira Navarro, María José Beltrán, Javier Morales,… me dejo a muchos, claro, pero tampoco quiero cansar.

                                                              Emma Prieto

jueves, 2 de junio de 2022

El ciclo de entrevistas con autores que participarán en Galapanoir termina con Javier Menéndez Flores. Maya Velasco habla con él

Siguiendo con la serie de entrevistas de los autores que participan en GalapaNoir, hoy contamos con Javier Menéndez Flores, sobradamente conocido periodista cultural que impactó con su novela Todos Nosotros. Un thriller en que encontramos desde desapariciones de jóvenes, canciones, noticias y un repaso a la sociedad del momento, los años 80 en Madrid, para pasar a la actualidad donde se termina de cerrar el caso.

ENTREVISTA JAVIER MENÉNDEZ FLORES

Javier, eres sobradamente conocido por haber escrito varias biografías y por tu labor como periodista en medios tan importantes como El Mundo, Interviú o Rolling Stone, además de varias novelas. Todos nosotros es una obra de una gran envergadura, ¿cómo surgió esta historia?

No fue una historia que surgiera en un momento concreto y del tirón. Muchos de los elementos que tienen peso en esa novela llevaban años rondándome, me acompañaban como una obsesión. Un día esbocé un borrador en el que apunté una serie de ideas, pero una vez que me puse a escribir, a darle forma a todo aquello, además de lo que ya tenía en mente, fueron surgiendo nuevos caminos y personajes, y la historia se ensanchó. Digamos que ha sido un proceso de largo aliento, muy meditado, no una revelación creativa y su consiguiente materialización.      

En Todos nosotros tenemos dos líneas narrativas que se entremezclan. La primera, el thriller, el lado oscuro y criminal y la segunda, la narración de la transformación de España, y en concreto de Madrid en la Transición.

Esa novela es, ante todo, una narración policíaca, una historia criminal. En cuanto a la segunda línea narrativa que apuntas, tuve claro desde el principio que esa historia criminal, enteramente ficticia, debía desarrollarse sin embargo en un escenario reconocible y en un contexto histórico y social muy concreto, y elegí para la primera parte el Madrid de la Transición porque siempre me ha parecido una época muy atractiva, de gran efervescencia social y tremendamente salvaje. Fue a partir de ahí cuando España comenzó a entrar de forma paulatina en la modernidad. Esa primera parte tiene, más allá de la trama policíaca, mucho de crónica social, y eso me exigió ser muy riguroso y documentarme muy bien. 

Al hilo de eso, Todos nosotros contiene también dos líneas temporales, los 80, la Movida y el 2002. ¿Has querido narrar el cambio, el proceso seguido después de la dictadura hasta la sociedad de hoy en día? ¿Cómo describes este cambio?

Sí, me pareció interesante mostrar el contraste de esas dos españas tan distintas. La primera parte de Todos nosotros transcurre en el último mes de 1981, el año en el que hubo una intentona golpista y el ruido de sables era una amenaza constante. Es decir, que el mantenimiento de la democracia era un desafío. En ese año las formas del Régimen anterior seguían demasiado vivas en nuestras instituciones, en la policía, por ejemplo, porque nuestra democracia tenía aún las patas muy frágiles. Sin embargo, el Madrid de 2002, que es el telón de fondo de toda la segunda parte de la novela, es ya una ciudad plenamente integrada en Europa, moderna, con una democracia plenamente asentada.   

La narración es sorprendente desde el minuto uno. Impacta especialmente el principio en el que un coche atropella a una chica que huye desnuda en medio de la nada. Otras van desapareciendo después de haber estado en un bar de copas. Esto da pie a que recorramos contigo el Madrid de la Movida, que escuchemos sus canciones y vivamos ese tiempo que tú defines como una primavera. ¿Querías de alguna manera acercar aquella época a las generaciones posteriores?

La agitación cultural de aquel momento, tan potente, no ha vuelto a darse en este país. Tras la represión propia de una dictadura, la democracia trajo consigo el despendole, las ganas de ocupar los espacios públicos, de vivir. Ese es un período que siempre me ha interesado. De hecho, mi último libro es un diccionario cultural de la Movida, Madrid sí fue una fiesta, en donde también hablo del clima político y social. Y en cuanto al comienzo de Todos nosotros, tenía claro que debía enganchar al lector desde la primera página, porque yo, como lector habitual de novela negra y policíaca, es eso lo que le pido a ese género, que su ritmo e intensidad me obliguen a leer un capítulo detrás de otro.     

Si hubiera que definir de alguna manera Todos nosotros, yo diría que es una novela con mucho trabajo de fondo. Por una parte, nos sorprende la prosa tan trabajada, tan precisa. Y por otro el trabajo con los personajes.  ¿Qué te ha costado más?

Siempre he creído que una mala historia bien contada puede funcionar, pero una buena historia mal contada, fracasa. De ahí que la forma sea para mí muy importante. Además ¿qué es lo que diferencia, en todos los géneros literarios pero más aún en novela negra, a unos escritores de otros? El estilo y el modo en que el autor desarrolla la historia. Los argumentos son finitos; es más, muchas de las novelas que leemos tienen prácticamente el mismo argumento. Es el estilo del autor el que establece la diferencia. Y los personajes, en una novela, son, claro, importantísimos, capitales, porque deben ser como los buenos actores, que te olvidas de que están interpretando un papel: son aquello que ves.  

Otra de las fortalezas de la novela es el trabajo que has hecho para reflejar los puntos de vista de las víctimas, de los investigadores y del culpable. ¿Cómo has conseguido meterte en la piel de todos ellos?

He dicho muchas veces que para dotar de vida a los personajes, un novelista debe hacer un ejercicio de transformismo: tiene que ser todos y cada uno de los personajes que crea, meterse en su piel, en su psicología, transmitir sentimientos y emociones reales al lector. Es un poco de locos, pero es así. En Todos nosotros he sido varias víctimas, he sido un asesino y he sido varios investigadores de policía, y he tratado de que todos ellos tuvieran el mismo grado de verosimilitud. ¿Cómo se hace eso? No lo sé, no tengo ni idea, pero ahí está la novela. Que sea el lector quien juzgue si lo he conseguido. 

Hay un claro homenaje a las actuales fuerzas de seguridad del Estado, en contraposición con las del pasado. Inteligencia, trabajo, entrega en contraposición a fuerza bruta, imposición.

Si dijéramos que todos los policías españoles de hace 40 años eran unos brutos que basaban su trabajo en la violencia física estaríamos mintiendo, porque entonces también hubo buenos policías que no empleaban la fuerza para resolver los casos en los que trabajaban. Pero es cierto que hubo también mucho cafre proveniente de la policía del franquismo, y que, sin embargo, hoy en día esos métodos son inencontrables en nuestra policía. Y creo que los buenos policías merecen ser elogiados, puesto que se juegan la vida por nosotros a cambio de un sueldo que no está a la altura (ninguno, por alto que fuera, lo estaría) de los altísimos riesgos que corren. Todo buen policía es vocacional, como todo buen médico. No puede ser de otra forma.   


Esta es una novela de violencia psicológica muy dura, en la que claramente te esfuerzas por separarte de los detalles escabrosos. ¿Es una forma de mostrar una realidad social manteniendo el respeto a las víctimas y al lector?

Tiene que ver, fundamentalmente, con el hecho de que creo que insinuar, dar a entender algo que va a suceder pero sin llegar a cruzar el umbral, tiene más fuerza y poder de sugestión que lo que se nos muestra con todo detalle. No me gusta la explicitud, el gore, y cuando insinúas, permites al lector que deje volar la imaginación, y el efecto psicológico puede ser aún más fuerte. Es como la radio y la televisión: la primera deja lugar a la imaginación; la segunda no, porque te lo está enseñando todo. También serviría la diferencia entre el erotismo y la pornografía: mientras que el primero te sitúa en un contexto y te permite imaginar situaciones, la segunda te lo da todo hecho y no deja margen alguno para imaginar. 

Dentro de la novela negra ¿qué autores son tus favoritos?

Novela negra o policíaca. Aparte de los clásicos, te diría que Philip Kerr, James Ellroy, Donald Ray Pollock, John Connolly…

¿Para cuándo tu próxima novela? ¿Has comenzado un camino en el que nos encontraremos de nuevo a Diego y sus colegas?

Estoy trabajando en una novela policíaca de larga extensión que espero poder concluir pronto, y es posible que en ella aparezcan personajes que ya estaban en Todos nosotros y que, creo, aún tienen recorrido.

Muchas gracias, Javier. Nos vemos en Galapanoir


miércoles, 1 de junio de 2022

Hablamos con Inés Plana sobre la saga del guardia civil Tresser y quedamos con ella en Galapanoir

Hoy hablamos con Inés Plana, una de las autoras de novela negra más reconocida. Nació en Barbastro (Huesca). Es licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona y desde el principio desarrolló su carrera profesional en Madrid. Ha trabajado en diversos medios de prensa escrita y también en el terreno editorial. Morir no es lo que más duele (Editorial Espasa) fue su primera novela y cosechó un gran éxito de crítica y público. Fue finalista a mejor novela en Valencia Negra y Morella Negra y nominada a mejor novela negra novel en la Semana Negra de Gijón. En 2019 publicó Antes mueren los que no aman, con un nuevo caso policial del teniente de la Guardia Civil Julián Tresser. La novela fue finalista a mejor novela en Cartagena Negra 2020. Inés Plana ha sido miembro del jurado en las tres últimas ediciones del Premio Internacional de Novela Ciudad de Barbastro. El 10 de noviembre de 2021 publicó también con Espasa su tercera novela: Lo que no cuentan los muertos.

ENTREVISTA INÉS PLANA

En tus anteriores novelas tratas temas sociales como la violencia de género, la trata de personas, el tráfico de drogas. Esta vez, en Lo que no cuentan los muertos se muestran las consecuencias sociales que la crisis financiera del 2008 tuvo en la población. ¿La novela negra tiene que reflejar los problemas de la sociedad? Y si es así, ¿el autor tiene que opinar?

La novela negra, como en los demás géneros, tendría que fluir libre en la mente de su autor, sin corsés ni anclajes. No es una convención obligada la denuncia social, pero es cierto que se trata de un género en el que se acomoda especialmente el reflejo de las contradicciones y el espejo de los sótanos más oscuros de la sociedad, puesto que suele haber crímenes, maldad, corrupción –política, financiera, policial– y violencia. En mi caso sí considero imprescindible una mirada crítica sobre la realidad, como periodista y como escritora, y esa mirada propia la he ido plasmando en mis tres novelas protagonizadas por el teniente y luego capitán de la Guardia Civil Julián Tresser.  

En Lo que no cuentan los muertos. notamos una gran evolución del protagonista. Julián Tresser ha ascendido, se ha incorporado a la UCO, trabaja en equipo, pero lo más importante es que ahora tiene que cuidar de su hija Luba, una hija que necesita mucho de él. ¿Has notado tú si también has evolucionado a ese ritmo en tu  manera de escribir?

Por supuesto que sí, Tresser y yo hemos evolucionado juntos, él como personaje y yo como escritora. A medida que he ido escribiendo he querido arriesgarme más, porque escribir es un aprendizaje intenso y continuo, siempre es un reto, jamás es o debe ser un trabajo acomodaticio que reproduzca fórmulas ya experimentadas, o yo al menos lo entiendo así. El teniente Tresser de Morir no es lo que más duele es distinto al capitán de la UCO que es en Lo que no cuentan los muertos, y esa evolución ya comienza a emerger en mi segunda novela, Antes mueren los que no aman. Sin dejar de ser él mismo, con sus marcadas singularidades, es también una persona diferente, sobre todo porque tiene una hija y mantiene una relación sentimental con la psiquiatra Adelaida por la que debe luchar.  


La culpa sobrevuela todas y cada una de las tramas de la novela. Rita Marí y Eduardo Molaro, tras sobrevivir a un accidente aéreo padecen el llamado síndrome del superviviente. Una vez que han desaparecido, sus familias también se sienten culpables por no haber estado a su lado. ¿Crees que el ser humano tiende a culparse de todo por la educación recibida o que simplemente es una emoción generada cuando existe una base real para el remordimiento?

La tradición judeocristiana, fuertemente arraigada en la sociedad occidental, forma parte de nuestra cultura. El pecado, el remordimiento por haberlo cometido y el arrepentimiento necesario como liberación es algo que hemos aprendido desde pequeños. La culpa forma parte de nosotros, está anclada a nuestro ADN, y no es necesaria siquiera una base real para que nos asfixie y nos aniquile. Incluso cuando nos van las cosas muy bien, sentimos culpa por esa buena fortuna y tememos que se acabe la buena racha. Lidiar con este sentimiento no es fácil, porque tiene una estructura muy compleja que irradia tanto desde lo social como de lo emocional. Literariamente es un sentimiento atractivo porque sitúa a los personajes al límite, como los lectores podrán comprobar en Lo que no cuentan los muertos, donde dos supervivientes de un accidente aéreo se sienten culpables por haber salvado milagrosamente la vida.  

Tanto el personaje de Rita como el de Tresser no son personajes demasiado simpáticos y sería lógico pensar que el lector no va a empatizar con ellos. Sin embargo, ambos tienen una cara solidaria que hace que muchos nos solidaricemos con sus problemas. En tus novelas no hay personajes buenos y malos, todos tienen aristas. ¿Es algo buscado?

Sí, lo es, porque la condición humana está dibujada con trazos claroscuros y el mero hecho de afrontar la vida cada día ya nos coloca ante encrucijadas y dilemas que ponen en marcha las diferentes versiones que tenemos de nosotros mismos y que pueden empujarnos a cruzar alguna línea roja. En el caso de Julián Tresser, su dilema entre cumplir con su deber de guardia civil  y encajar a la vez sus sentimientos en ese puzle emocional le mantienen en un difícil equilibrio. Nunca cruza línea roja alguna, ama su oficio y está muy entregado a él, pero es un personaje poliédrico y con no pocas contradicciones. En cuanto a Rita Marí, su ambigüedad moral me pareció interesante para construir el personaje y disfruté mucho haciéndolo. Ninguno estamos hechos de una sola pieza. Somos más bien engranajes de varias.  

La documentación supongo que ha sido fundamental al escribir Lo que no cuentan los muertos.. ¿Tanto para escribir el momento del accidente aéreo como para desarrollar la investigación en sí te has necesitado el consejo de expertos?

Es fundamental para dar verosimilitud a la historia y también es fuente inspiradora. En Lo que no cuentan los muertos me asesoré con un amigo comandante de vuelo, Miguel Ángel Sagüés, para narrar el accidente aéreo que aparece en las primeras páginas. Por supuesto, en mis tres novelas me han asesorado guardias civiles que se han convertido en grandes amigos míos. Gracias a ellos no solo he podido plasmar el trabajo investigador de Julián Tresser y su equipo, sino también comprender e interiorizar la labor de la Guardia Civil, cuya vocación de servicio y sus valores son realmente admirables, como lo es también su entrega, a pesar de esa falta de recursos endémica que sufre el Cuerpo desde siempre. Han sido y son muy generosos conmigo, mi gratitud hacia ellos es absoluta, y mucho más aún tras haberme concedido la Cruz de Plata de la Orden del Mérito por mi contribución a difundir su trabajo a través de mis novelas. Es un orgullo inmenso y un honor lucir esa medalla, uno de los grandes y más hermosos acontecimientos de mi vida. 

En esta tercera novela de la saga de Tresser aparecen muchos más personajes que en las anteriores. Sin embargo, cada uno de ellos aporta algo a la trama y ninguno queda desdibujado. ¿Ha sido complicado escribir una novela coral sin que queden flecos sueltos?

Mentiría si te dijera que no ha sido complicado, pero va en el equipaje del escritor: la complicación. De lo contrario, no merece la pena el esfuerzo. Ha sido un trabajo intenso y he corrido riesgos, como lo es el hecho de crear una gran galería de personajes que apoyan y hacen avanzar la trama sin que el lector se pierda o se sienta confundido. En cada novela acepto nuevos desafíos porque voy aprendiendo en todas y el afán de superación me parece imprescindible, tanto en la escritura como en la propia vida. 

¿Vas a seguir escribiendo la saga de Tresser?


Tresser forma parte de mí. Le queda aún mucho recorrido, así que por supuesto que seguiré con él y continuaremos evolucionando juntos. En Lo que no cuentan los muertos cierra una etapa y a la vez se abre otra en su vida que quiero perseguir en nuevas novelas y nuevas aventuras del ahora capitán de la UCO.  

¿Qué opinas de la proliferación de festivales negros. ¿Son demasiados o son necesarios para darse a conocer a los lectores?

La novela negra vive un momento extraordinario y hay que aprovecharlo. Ha pasado de ser antaño un subgénero literario a convertirse en uno de los más vendidos y con obras de calidad y con voluntad literaria. Los festivales negros, como bien apuntas, nos ayudan a difundir nuestras obras y a conectar con nuestros lectores en vivo y en directo, y eso siempre es muy gratificante y aporta mucho a los autores y a los festivales en sí. No tengo la sensación de que sean muchos, incluso los que se celebran en localidades pequeñas nos permiten conocerlas y difundir sus encantos, que todas los tienen y hay que apoyarlas en estos tiempos de la España vaciada.  

Muchas gracias, Inés. Nos vemos en Galapanoir.