viernes, 31 de diciembre de 2021

Los mejor de 2021 según los mejores



En esta última entrada de 2021, toca recomendar las mejores lecturas del año.

Al terminar la fase dura de la pandemia se han publicado muchísimos libros, los que no se publicaron en 2020 y los que se iban a publicar en el 21. Así que nosotros no nos hemos atrevido a recomendar uno solo de ellos, pero para eso hemos contado con los mejores escritores. Ellas y ellos nos dicen cuál es la lectura con la que más han disfrutado.

Estas son sus recomendaciones:

Paco Gómez Escribano:


Bueno, pues me lo he tenido que pensar mucho, Almudena. Finalmente me he decidido por uno actual que me gustó mucho, como todos los de Irvine Welsh: "El artista de la cuchilla", que supone una entrega más de la saga Trainspotting



José Ramón Biedma:

Si tengo que destacar una obra del 2021 es «Contrapaso» de Teresa Valero. Hace
mucho que la mayoría de las sorpresas creativas que encuentro en la lectura proceden del mundo el cómic; cuando vienen acompañas de la inteligencia, el sentido del humor, la exquisita documentación y el amor por el detalle podemos decir sin reservas que nos encontramos ante una obra mayor.


Javier Menéndez Flores.



‘Las correcciones’, de Jonathan Franzen. Es una novela extraordinaria en todos los sentidos. Aúna calidad literaria y una historia poderosa (las entrañas de una familia estadounidense) que combina tristeza e ironía. Novelón. 







‘Homer y Langley’, de E. L. Doctorow. Es una novela breve, pero tan deliciosa que te deja por completo saciado. A partir de hechos reales, Doctorow compone un retrato implacable sobre el esplendor y el ocaso del ser humano. Me arrancó carcajadas y me provocó una honda tristeza. Magistral. 



‘El banquete celestial’, de Donald Ray Pollock. Hacía mucho tiempo que no me encontraba ante un escritor tan vibrante y electrizante como Pollock, que empezó a escribir ya en la cuarentena. Si ‘El diablo a todas horas’ me gustó, esta me ha fascinado. Un western crepuscular y brutal que se desarrolla en la América profunda en los años de la Primera Guerra Mundial. Me he reído mucho con su humor nigérrimo y he disfrutado con la mirada afiladísima de un heredero de Cormac MCarthy y Sam Peckinpah, una mezcla explosiva que consigue que huelas la pólvora y sientas la violencia en sangre viva de una época desmesuradamente salvaje. Buenísima


José Ramón Gómez Cabezas:


Si te tengo que decir un libro que me haya impresionado este año es Mercancía
Robada
de Lluna Viçens.

Y por su calidad y trama el de Guillermo Galván, Morir en Noviembre.





Ana Ballabriga:

El innombrable. Gustavo Forero Una historia plural ambientada en Colombia. Protagonizada por una mujer secuestrada por la Policía Militar durante una manifestación, un policía que trata de hacer justicia y una niña que se enfrenta a las violencias de que son víctimas las mujeres de su familia. Una novela negra, que en realidad es histórica, que destila verdad, escrita con un pulso literario maravilloso y un ritmo y una sensibilidad que atrapan




Noelia Lorenzo Pino:

Con la novela que más he disfrutado este año ha sido con 'La mujer de Ödesmark' de la Sueca Stina Jackson. Me encanta cómo esta mujer retrata la oscuridad de las personas.



Sonia Rico:


Tengo un nombre de Chanel Miller:

Chanel nos cuenta su propia experiencia tras haber sido violada en una fiesta en un Campus universitario en EUA. Lo hace de manera íntima y desde todos los ángulos. Cómo afectó esto a su trabajo, cómo trató la prensa el caso, cómo la trató la justicia, qué pasaba en las RRSS. Impecable, el testimonio de Chanel hizo tambalear las leyes en EUA y su libro ha sido traducido a varias lenguas.

El Consentimiento de Vanessa Springora:

La autora nos cuenta su propia experiencia cuando era una adolescente y mantuvo una relación
"consentida" con un renombrado escritor francés. Vanessa plantea en este libro cómo su encorno no hizo nada para impedir que se produjera esta relación ya que la diferencia de edad entre ambos era considerable. Ya de adulta disecciona la sociedad de la época, cuestiona la defensa que se hacía de estas actitudes en los círculos literarios y nos plantea a todos la cuestión sobre las relaciones consentidas, ¿qué ocurre cuando son injustas para una de las partes? ¿no debe el entorno intervenir?

Isabel Forteza:


Acabo de finalizar la lectura del último libro de Rosa Montero titulado La buena suerte y he de reconocer que me ha dejado muy buen sabor de boca.

Es una historia dura, pero también entrañable, con un sentido del humor fino y sutil, que me cautivó desde las primeras líneas y ha conseguido que sus personajes se queden merodeando por mi mente durante varios días.

Se trata de un libro de intriga, cuya trama se va desgranando poco a poco en capítulos cortos, narrados desde los diferentes puntos de vista de varios personajes que se intercalan con otros de narración omnisciente, promoviendo así una lectura ágil y amena.

Con una prosa actual, espléndida y prolífica, La buena suerte es toda una lección de vida que nos invita a reflexionar sobre el Bien y el Mal, así, con mayúsculas,  y también sobre la estética de la fealdad y la belleza de la imperfección.

El protagonista, Pablo Hernando, es un reputado arquitecto y un maniático del orden, que parece estar huyendo de algo o de alguien, o tal vez lo haga de sí mismo y de una vida deshumanizada y sin sentido, “una ausencia de esqueleto, una ausencia completa de destino, que es como andar sin huesos”.

En un viaje en tren que realiza por motivos profesionales desde Madrid a Málaga, decide bajarse anticipadamente en Pozonegro, el nombre ficticio de un pequeño pueblo de Ciudad Real, de pasado minero, “deprimente, pardo, indefinido, sucio, necesitado con urgencia de una mano de pintura”, un lugar donde la esperanza no tiene cabida, “el villorrio más feo del país”.

Allí adquiere un piso mugriento y cochambroso con vistas a la estación y cambiará su destino al conocer a Raluca, su vecina, una mujer con una infancia tan traumática como la del propio protagonista, pero que en sí misma es un homenaje a la resiliencia, un canto a la alegría y al optimismo, una decidida apuesta por la buena suerte.

Daniel Fopliani


Pájaros en un cielo de estaño, de Antonio Tocornal





Mónica Rouanet.


La anomalía de Hervé Le Tellier, 

viernes, 17 de diciembre de 2021

Astillas en la piel, de César Pérez Gellida. A veces saldar cuentas pendientes es peligroso

Almudena Natalías. Una de las mejores novelas que he leído este año es, sin duda, Astillas en la piel, de César Pérez
Gellida
, publicada en septiembre por Suma.

César Pérez Gellida vuelve a crear, en esta novela, el ambiente de oscuridad y engaño al que nos empujó en la trilogía de Augusto Ledesma: Versos, canciones y cachitos de carne, que narra las andanzas de un asesino brutal que, sin embargo, se gana de calle las simpatías del público.

Astillas en la piel cuenta la historia de dos jóvenes: Álvaro, escritor de novela negra, y Mateo, crucigramista. Los dos se conocieron en un internado,   cuando tenían 12 ó 13 años y se reencuentran tiempo después en Urueña, una pequeña ciudad medieval que es conocida como la villa de los libros, para saldar una cuenta pendiente. En el Colegio Santo Tomás de Bari (Santo que yo no he logrado encontrar en el devocionario católico y que, si es ficticio, debe de aunar las bondades de la ética de Sto Tomas de Aquino y los milagros atribuidos a San Nicolás de Bari, salvar a tres niños de la muerte y recorrer el mundo entregando regalos) los dos jóvenes se clavan astillas que aún duelen. Pero los mortales que intentan arreglar el pasado suelen destrozar el presente.

La historia está llena de dualidades. Toda la historia gira alrededor de los dos protagonistas Álvaro y Mateo, que narran en primera persona lo que les ocurre y lo que les ocurrió. Los escenarios también son dos, el internado y Urueña y el tiempo en el que transcurre Astillas en la piel es el presente y el pasado. Pero Astillas en la piel no narra cómo un personaje bueno persigue a uno malo, aquí los personajes son malos o son peores.


Es un thriller psicológico que empieza narrado con un ritmo pausado, el tiempo de la niñez donde los días son eternos, pero un acontecimiento ocurre (os vais a dar todos cuenta de cuándo llega) que convierte la historia en una sucesión brutal de giros que no te dejan a penas respirar, para terminar dejando al lector sin palabras.

César Pérez Gellida vuelve a dejar noqueado al iluso lector que se cree más listo que los personajes, sabe recrear con aparente sencillez la cencellada castellana que pinta el paisaje de blanco y que hiela cualquier atisbo de compasión. No dejéis de leer Astillas en la piel y ya me contáis qué os ha parecido.

Nº de páginas: 456
Editorial: SUMA
Idioma: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788491296126
Año de edición: 2021
Plaza de edición: ES
Fecha de lanzamiento: 09/09/2021

viernes, 10 de diciembre de 2021

La escopeta de Hemingway, de Juanjo Braulio, Paco Gómez Escribano, Jordi Ledesma Y Pablo Miravet

Teresa Suárez.

Lo confieso. Salvo los de Poe y Lovecraft, que avivaron mi gusto por el terror, Chéjov, por su puesto, y Katherine Mansfield (comparada en su momento con el anterior), soy de las que prefiere que no le vengan con cuentos. 

Toda narración breve que se precie, exige a sus propias partes (planteamiento, nudo, y desenlace) claridad y concisión, algo difícil de lograr. Me recuerda a los exámenes de Filosofía (esa rara avis que, gracias a los próceres de nuestra educación y cultura, actualmente se encuentra en peligro de extinción) en los que, para evitar que el alumno se salga por las ramas, y encauzar la concreción de ideas que se pide, se suele incluir una advertencia del tipo “Teniendo en cuenta que hay poco tiempo y poco espacio, se os valorará por lo que ponéis no por lo que dejáis sin poner”.

Para que el recuerdo de lo narrado permanezca en la memoria lectora, con menos medios hay que impresionar el doble. No es fácil, lo sé.

Edgard Allan Poe, uno de los grandes autores del siglo XIX, cuya revolucionaria manera de escribir lo convirtió prácticamente en Adán, el primer hombre según la biblia del cuento, especialmente en el género de terror (El gato negro, por mi aversión a estos felinos, siempre me ha resultado inquietante), en su ensayo La filosofía de la composición (1864), deja entrever algunos consejos que poetas y cuentistas de épocas pasadas, presentes o futuras, tuvieron, tienen o deberían tener, a la hora de enfrentarse a la hoja en blanco:

Objeto: «Perfección suprema en todos los puntos».


Extensión: «La brevedad debe estar en razón directa de la intensidad del efecto que se intenta conseguir; esto sin olvidar que cierto grado de duración es también requisito absoluto para la producción de un efecto cualquiera».


Efecto deseado: «El placer, que es a un tiempo mismo el más intenso, el más noble y el más puro, creo yo, que se encuentra en la contemplación de lo bello (…) Yo señalo la Belleza como reino del poema (…) El objeto Verdad, o satisfacción del intelecto, y el objeto Pasión, o excitante del corazón, se pueden alcanzar hasta cierto punto en poesía, pero se alcanzan mucho mejor en prosa».


Tono: «La Belleza de cualquier clase, en su manifestación suprema, excita invariablemente el alma sensible a las lágrimas. La melancolía es, por lo tanto, el más legítimo de todos los tonos poéticos».


Tema: «De todos los temas melancólicos, de acuerdo con el concepto universal de la humanidad, ¿cuál es el más melancólico? La muerte, fue la respuesta obvia». 


Escenario: «Siempre me ha parecido que una íntima circunscripción de espacio es absolutamente necesaria para el efecto de los incidentes aislados, tiene la misma fuerza que un marco para un cuadro. Tiene indiscutible fuerza moral para conservar concentrada la atención».

Pero si hay algo en lo que Poe insistía especialmente, era en la necesidad de conocer el final con antelación antes de comenzar a escribir: «No hay nada más evidente que el que todo plan digno de este nombre ha de construirse hasta el desenlace antes de coger la pluma». 

Determinar si los cuentos que aglutina La escopeta de Hemingway, editada por Calambur Narrativa, siguen o no los consejos de Poe, es tarea de cada lector, así que antes tendrán que leerlos.

La escopeta de Hemingway la integran cuatro relatos obra de, en palabras del propio Bennasar, «un póquer de ases de escritores de la nueva narrativa contemporánea». 

En La mujer del vestido azul turquesa, Juanjo Braulio «nos sitúa a Hemingway en una Valencia de finales de los años cincuenta y a un Hemingway ya mayor como protagonista». Toros, buenas viandas y alcohol. Sexagenario ya, sí, pero aún conquistador («Me gustaría más -le cortó mientras parapetaba una sonrisa picara tras el whisky- que me llamara Ernest, o Papa, como hacen todos mis amigos. Y también mis amantes»). El que tuvo retuvo.  Una clase magistral sobre la Fiesta.

En Final abierto, Paco Gómez Escribano, «cómo no podía ser de otra manera, lleva hacia su género el relato (…) con Hemingway de trasfondo». El autor declina meterse en la piel de Ernest, y en su cuento de drogatas, boxeadores, fulanas y demás fauna chunga (de esa que se comunica a base de putos, cojones, “joderes”, e hijos de perra), únicamente le concede al Premio Nobel, y eso casi a regañadientes, un lugar casual en uno de los escenarios habituales, un bar en este caso, en los que transcurren sus historias de barrio («El tipo mira por encima de mi cabeza. Debe de estar mirando la fotografía enmarcada de Hemingway que hay en la pared (…) ¿Es que no hay más escritores?»). Adiós [en este caso Hola] a las armas.

En El árbol descuadrado, Jordi Ledesma «nos traslada hasta Montroig del Camp como escenario y, nuevamente, vemos a un Hemingway final, aquejado ya de múltiples dolores físicos y mentales». Como era de esperar, el relato más poético («Vio el despunte del roquedo de La Mola, y el halo sanguíneo que teñía el alba- le hizo tener presente el pasado tras esa cordillera»),  el más cargado de simbolismo («Solo el árbol, tan familiar como los labriegos, como la montaña y el perro toro»), el más conmovedor («El miró a los más viejos y -sin reconocer a nadie – vio a los mismos hombres que murieron en el Ebro»), corre a cargo de Jordi Ledesma, para Sebastià Benassar (lo dice en su prólogo), y para mí, uno de los mejores escritores de su generación. El viejo y el mar.

En Sun Valley, Pablo Miravet «se acoge por completo a la figura del Hemingway más crepuscular. Su relato transcurre en los Estados Unidos y Valencia». El centro del relato son los síntomas de la enfermedad (abundan términos psiquiátricos como depresión crónica, ideación paranoide, trastorno maniacodepresivo o brote psicótico), cada vez más difíciles de ocultar, los diferentes ingresos hospitalarios, el recuerdo, borroso, de poetas, pensadores y toreros, las terapias a las que fue sometido, el fracaso de las mismas y el desenlace final. La autopsia del mito. ¿Por quién doblan las campanas? 

Después de leerlo, siento que La escopeta de Hemingway es un libro que se queda corto, incompleto. Vamos que cojea.



Echo en falta, mucho de hecho, la presencia de alguna que otra escritora que se calzara los zapatos de las numerosas esposas, amantes y secretarias de Hemingway; mujeres que lo amaron, sufrieron y cuidaron de él, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte los separó. Algo que sí hace, por ejemplo, Arturo Pérez Reverte en su Línea de fuego (2020): «Sin embargo, aunque entre los ávidos compañeros de la prensa una mujer periodista suele ser codiciado trofeo de caza – al fanfarrón de Hemingway tuvo que quitárselo de encima en dos ocasiones-, nunca ha querido complicarse la vida con ellos».

Puesto que el libro conmemora que hace ahora sesenta años que Ernest Hemingway se pegó un tiro en la cabeza, hubiera estado bien incluir un cuento que pusiera voz a la tristemente famosa escopeta de caza, una Boss del calibre doce, que acabó con la vida del Premio Nobel. Un relato (se me ocurren unos cuantos escritores que lo hubieran bordado) que empezara a lo Pascual Duarte de Cela: «Yo, señor, no soy mala, aunque no me faltarían motivos para serlo. Lo malo es el uso que hacen de mí los humanos».

Pero qué sabré yo, si solo soy una lectora.


viernes, 3 de diciembre de 2021

A fuego lento, de Paula Hawkins. Cuando todos mienten o callan

Maya Velasco.


A fuego lento es el último thriller de Paula Hawkins que ya alcanzó un fulgurante éxito con La chica del tren.

Un joven llamado Daniel, aparece muerto en la barcaza en la que vive en el centro de Londres, en el Regent’s Canal. Tres mujeres son sospechosas por distintos motivos.

Lo más interesante de A fuego lento es que el narrador cambia de punto de vista asumiendo el papel de cada una de las mujeres que conforman una red de relaciones. 

Es un libro de mujeres, desde luego. Unas más importantes que otras a la hora de intervenir en la historia, pero con parte en el todo. Todas ellas comparten algún tipo de problema en sus vidas que arrastran con mejor o peor fortuna. La psicología de todas ellas, la forma en que actúan o van reaccionando a los sucesos, la forma en que tratan a los demás, todo esto es lo realmente importante en esta novela.

Laura es el personaje principal. Es una chica que siempre se mete en problemas de una u otra forma. De pequeña tuvo un accidente de coche que le dejó graves secuelas. Sus padres no quieren saber nada de ella, aunque Laura a menudo les llama para pedirles ayuda como un perrito que necesita una caricia. Tiene ataques de locura que hacen que se meta aun en más líos. Y además estuvo con el muerto la noche antes de ser asesinado.

Irene una anciana que pierde un poco el sentido de la orientación y que es vecina de la madre del muerto (que además murió hace poco). Laura suele acudir a ayudarla a cambio de algo de dinero, pero es conmovedora la relación de amistad y cariño que surge entre las dos. Es una simbiosis en que cada una de ellas aporta algo muy necesario a la otra. Irene es vivaz e inteligente y aporta gran profundidas a la historia.

Miriam, vecina de la barcaza del fallecido, mujer gorda y desagradable que se dedica a reunir pruebas contra cualquiera que pase a su lado.

Carla, tía de Daniel, mujer que no logra salir del impacto que sufrió ante la muerte de su pequeño hijo, Ben. Esta muerte provocó su separación de Teo, escritor de fama, con quien, sin embargo, sigue teniendo una extraña relación. Teo es el único personaje masculino y no se hace querer mucho por un problema que tiene con Miriam. De esta manera se cierra el círculo de esta red de relaciones alrededor de Daniel.

Todos estos personajes nos cuentan algo de los demás callando algo sobre ellos, eso lo sospechamos desde el principio. Todos mienten o simplemente callan algo.



El tipo de prosa que utiliza Paula Hawkins es el normal en estas novelas de alto éxito editorial: sencilla, fácil de leer, dinámica, intrigante. Sí es verdad que el principio de la novela es algo confuso, pero una vez que te centras, la historia transcurre plácidamente.

Como sucede a menudo, observamos de primera mano la maldad de la que son capaces algunas personas y la bondad que derrochan algunas otras.

Os remiendo A fuego lento para pasar un rato agradable leyendo algo entretenido. Eso sí, os advierto que no es fácil adivinar quien es el culpable, aun así, os reto a intentarlo.