Los autores de «Tras el sol de Cartagena», Ana Ballabriga (Candasnos, Huesca, 1977) y David Zaplana (Cartagena, Murcia, 1975), además de escribir sus obras a cuatro manos, son un matrimonio con dos hijos. Publicada por vez primera en 2007, «Tras el sol de Cartagena» goza de una segunda oportunidad gracias a Amazon Publishing, que la ha reeditado. Su siguiente novela es «Morbo Gótico» (Amazon, 2010) a la que siguen «Ningún escocés verdadero», con la que han ganado el Premio Literario de Amazon en 2016, y «La paradoja del bibliotecario ciego». A principios de setiembre de 2021 Ana Ballabriga y David Zaplana publican «La profecía del desierto» (Umbriel editores), una novela que aúna misterio y aventuras en un thriller que nos transporta al mundo árabe. Esta pareja literaria, interesada también en el mundo audiovisual, fundó su propia productora en 2006 –ADN Visual– con la que han obtenido varios premios por cortometrajes y relatos.
El «Sol de Cartagena», digámoslo ya, es un pendiente helenístico vestigio de la civilización mastiana. En el capítulo 16 la celadora del Museo Arqueológico donde está expuesta la joya explica al protagonista, el historiador Ginés Paleto, cómo «su técnica de ornamentación, propia de la orfebrería mediterránea, se usó entre el año 2000 AC hasta el siglo III AC». En un número del Noticiero de Cartagena de 1968, fecha en el que el pendiente fue hallado en el Anfiteatro Romano de la ciudad, Ginés lee una completa descripción de la joya: «Un anillo con borde dentado del que cuelgan cuatro cadenillas rematadas por otras tantas campánulas. La decoración granulada con oro soldado puede darle un significado de talismán».
El robo de este pendiente por dos adolescentes alocados –Luis e Ismael– en busca de dinero fácil para sus vicios, pone en marcha una frenética búsqueda, en la que los principales personajes de la novela persiguen la joya para su propio provecho. Solo Irene y Ginés tienen motivos personales, no crematísticos, para hacerse con ella, aunque, llegado el momento, tan solo Irene sabrá mantener ese altruismo, ya que Ginés flaquea y a él también cegará la avaricia.
El Museo Arqueológico de Cartagena
La animada lucha para hacerse con un objeto valioso vertebra «Tras el sol de Cartagena» y presenta dos bandos bien diferenciados. Por un lado tenemos a la educadora Irene, que trabaja en La Senda (ONG dedicada a reciclar laboralmente a jóvenes problemáticos), junto al historiador y coleccionista de antigüedades Ginés Paleto (con amplios conocimientos de informática, que le serán muy valiosos); y por el otro está Antonio Galindo, «El Escombro», el más importante constructor de Cartagena, quien, apoyado por su esbirro de confianza Pepe «La Mole», un armario viviente, quiere apoderarse del pendiente helénico, pasando por encima de quien haga falta. El magnate sabe que más importante que por su valor, la joya lo es por lo que gracias a ella puede descubrirse…
El pendiente pertenece legítimamente a Ginés por una tradición familiar para su salvaguarda (una saga que se remonta al siglo XVI, reinando Felipe II y con la Inquisición a pleno rendimiento); tradición esta que sus tías han pretendido ocultar para que no se descubra el vergonzoso pasado de su abuela Eulalia. Pero su avispado sobrino, gracias a una tenaz investigación, acaba desvelando las miserias de su familia. Aun siendo legítimo dueño de la joya, durante el transcurso de «Tras el sol de Cartagena» –y apoyado por la eficaz Irene– Gines debe esforzarse para hacer valer su derecho a la propiedad. Entre unos y otros, a modo de eslabón y jugando un aprovechado papel, siempre al tanto para sacar ventaja de la situación, tenemos al mendigo Aurelio, «El Napias».
En esta vibrante novela de aventuras a ritmo de bien cuajado thriller, Ballabriga y Zaplana dan con el tono adecuado de suspense. No lo logran mediante monótonas persecuciones de automóviles y sus consabidos tiroteos, sino más bien –en una tradición muy hitchcokiana– gracias a dosificados engaños y trampas que van sucediéndose, así como al inminente peligro de sufrir daños físicos que durante gran parte de la novela persigue a Irene y Ginés.
Unos diálogos abundantes e inteligentes, vivos en definitiva, sirven a ambos autores para definir a los protagonistas de su novela (que representan cada estrato social de Cartagena), empleando para ello, y no pocas veces, réplicas en forma irónica e incluso directamente humorística. La posibilidad para triunfar o fracasar que tiene cada uno de los personajes deseando a cualquier precio ese valioso objeto que anhelan no acaba de desvelarse hasta el final: en efecto, el lector está obligado a leer el epílogo del libro para enterarse dónde acaba el «Sol de Cartagena»...
La recuperación de la joya durante los once días que dura la narración (del 29 de agosto al lunes 8 de setiembre de 2003) se oxigena con subtramas nada artificiosas. Así, las de la inminente boda de Irene con su novio –Miguel–, la de la extraña vida familiar de Ginés con sus dos tías –Carmen y Rosell–, que en ocasiones parece una película de Fernando Fernán-Gómez, y, desde luego, con el propio devenir histórico del pendiente, el cual, partiendo de la antigua Grecia y pasando por el siglo XVI, alcanza hasta la Guerra Civil española para desembocar en el Museo Arqueológico de Cartagena… De donde finalmente es robado con amenazas y violencia. Siguiendo con Hitchcock, y para los amantes de su cine, es difícil no ver en la joya un macguffin literario pronto susceptible de ser puesto en tela de juicio sobre su real valía…
Y es que, al igual que Dashiell Hammet en «El halcón maltés» (así como John Huston en su fiel adaptación al cine de 1941), Ballabriga y Zaplana juegan intencionadamente –y con fructíferos resultados– con esa «materia de la que están hechos los sueños». Que en el caso de «Tras el sol de Cartagena» resulta ser las posibilidades de riqueza derivadas del pendiente… En efecto, además de por su valor, nos enteramos de cómo es una pieza más apetecible si cabe porque conduce, a quienes van tras ella, a lo que podría ser una realidad nada soñada; al contrario: bien sólida y en forma de noble metal…
Dashiell Hammet, autor de El halcón maltés y
la adaptación de la novela dirigida por John Huston
Bajo la apariencia de novela de aventuras trepidante, Ballabriga y Zaplana terminan brindándonos un tratado sobre la avaricia y la codicia. Y retratan a un ser humano ofuscado en la eterna explotación de los valores materiales que lo arrastran, convirtiéndose en ejes centrales de su triste existencia, y, que al final, tan solo resultan ser un medio para desarrollar sus viles anhelos (encendiendo la pasión e impulsividad del odio, la desconfianza e incluso la enemistad entre seres queridos). El extravío materialista, más constante y duradero en «El Napias», pero presente sobre todo en «El Escombro», es padecido también –de forma solo pasajera– por Ginés Paleto, quien se ve arrastrado por un delirio del que Irene huye, aterrorizada.
La pistola Luger de Ginés Paleto
Creo que su fascinante galería de personajes es lo más logrado de «Tras el sol de Cartagena». La contraposición de unos caracteres de ficción tan diversos y extremos completa un soberbio estudio psicológico de la naturaleza humana que sirve a los autores para plasmar con crudeza unos sentimientos (codicia y avaricia sobre todo) que, a lo largo de la evolución del ser humano, no solo no han decrecido, sino que sufren un proceso acelerado de acentuación, y más durante este siglo XXI que nos sacude duro desde sus inicios.
«Tras el sol de Cartagena» es una novela que, al tiempo que un fino estudio sobre tanta fútil ambición, desarrolla una tragedia humana verdadera. No se trata aquí de una tragedia del hombre luchando con su conciencia, sino más bien de otra de tipo existencial: la del ser humano poseído por los deseos nacidos del trato social que pueden convertirlo («El Napias», «El Escombro», Ginés en un momento dado) en unos redomados villanos, mientras que sobre otros, como Irene, los transforman en personas tolerantes, comprensivas (y al mismo tiempo lúcidas) para poder afrontar decisiones que no terminen en caminos indeseados.
El temple narrativo de Ana Ballabriga y David Zaplana en «Tras el sol de Cartagena» nos pone ante un espejo donde vemos nuestra verdadera cara, relacionándolo con la misma espina dorsal de la civilización humana, con esa inescapable necesidad que tenemos de convivir unos con otros y obrar en consecuencia.
La cripta de la ermita de San José, donde tiene lugar
el desenlace de Tras el Sol de Cartagena
ENTREVISTA CON ANA BALLABRIGA:
No pocos hemos sentido la tentación de escribir con otra persona a la que admiramos. Algunos, como vosotros, habéis caído de lleno en ella y ningún lector de «Tras el sol de Cartagena» va a lamentarlo. Desde esa novela y hasta la última, aparecida el pasado mes, no habéis dejado de publicar libros escritos a cuatro manos. Con vuestro permiso, trato de sacaros algo sobre esta peculiarísima forma de afrontar la creación literaria. ¿Cómo os planteasteis escribir al alimón «Tras el sol de Cartagena»?
Comenzamos a escribir a cuatro manos una novela anterior a «Tras el sol de Cartagena». Y lo hicimos de una manera muy natural. Los dos escribíamos desde pequeños y éramos ávidos lectores. En la universidad, cuando nos conocimos, David me explicó que quería escribir una historia y me contó parte de la trama. Yo le iba dando mi opinión y establecimos un diálogo. Así comenzamos a trabajar juntos y nos gustó. Por eso decidimos seguir haciéndolo.
Pasamos al proceso de redacción… La verdad es que mientras leía, sobre todo al principio, buscaba diferenciar las distintas autorías, más fácil de hacerlo, pensaba, al tratarse de un enfoque masculino y otro femenino. Pero lo cierto es que durante la lectura completa de «Tras el sol de Cartagena» no he sido capaz de vislumbrar esas divergencias, que yo pensaba iban a ser perceptibles. ¿Cómo se logra esto? ¿Un autor escribe los 72 capítulos, el prólogo y el epílogo, y el otro va corrigiéndolos?
Jajaja, ¡no! Nuestras historias suelen tener varias tramas y varios protagonistas. Así que cada uno de nosotros elige un personaje o unas tramas. Después revisamos mucho el texto. Nuestra voz como autores es la conjunción de nuestras personalidades y nuestras formas de ver el mundo y la literatura. Pero antes de todo esto, antes de escribir la primera palabra del libro, hablamos muchísimo y preparamos una estructura con la que los dos nos sentimos cómodos.
¿Cómo se consigue aunar de tan modélica forma vuestras personalidades y vuestras formas distintas de narrar?
Hablando, negociando y siendo humildes. No hay otra manera.
¿Se suscitan muchas discusiones a la hora de trabajar en un libro de forma conjunta?
Creo que cada vez menos. Aprendes a negociar, y entiendes que tus propuestas no siempre son las mejores. A veces discutimos, claro, los dos tenemos mucho carácter, pero cada vez menos. Al final, estamos al servicio de la historia, no de nuestros egos.
¿Os plantearías alguna vez escribir por separado?
Nunca se puede decir que no lo hagamos en algún momento. Pero escribir juntos hace que compartamos nuestras ilusiones y proyectos, y que nos sintamos más unidos como pareja.
«Tras el sol de Cartagena» vio la luz en 2007. Gracias a Amazon Publishing goza ahora de una reedición que ha permitido a muchos lectores como yo disfrutar de ella. ¿Habéis cambiado muchas cosas respecto a aquella primera versión?
Hicimos la revisión en 2018 y es nuestra primera obra publicada. Hubo algunos cambios estilísticos y modificamos la situación de algunos capítulos. Pero, en esencia, es la misma historia, no hay apenas cambios.
Pese a vuestra juventud tenéis en el mercado una obra abundante que va creciendo en reconocimiento crítico, que gana premios y, sobre todo, que logra cada día mayor número de lectores. ¿Qué lugar ocupa «Tras el sol de Cartagena» en vuestra carrera literaria?
Bueno, lo de juventud… Llevamos más de veinte años escribiendo y «Tras el sol de Cartagena» fue nuestra primera obra, y una novela que nos sigue regalando buenos momentos. Seguimos yendo a clubes de lectura para hablar de este libro y los lectores nos siguen preguntando por él. Yo no descarto una segunda parte, quedan muchas cosas que contar sobre la historia de Cartagena y el coleccionismo de objetos antiguos.
¿En «Tras el sol de Cartagena», quizá por ser vuestro primer libro, encontráis algún fallo que hayáis corregido en aquellos publicados con posterioridad a él?
Hemos mejorado el estilo literario, pero, como suele decirse, a escribir se aprende escribiendo. Seguimos teniendo el mismo gusto por las historias de misterio, por el pasado familiar, por los giros en la trama y por la crítica social. En esencia, escribimos sobre lo mismo, pero ahora sabemos más sobre el mundo y sobre la literatura.
Pensando en el lector de «Tras el sol de Cartagena», y sabiendo de la abundancia de títulos de thriller que cada semana acaparan las mesas de novedades de las librerías… ¿Cuál sería el hecho diferenciador que según vosotros pueda llevar a ese lector a comprar el vuestro? ¿Quizá las complejas personalidades de los investigadores (Ginés e Irene), la bestialidad sin límites de «El Escombro» y «La Mole», la impecable ambientación cartagenera que hace que el lector viva, literalmente, en esa ciudad, o algo diferente que se me haya podido escapar como entregado lector?
Has descrito muy bien los elementos que queríamos conjugar en esta novela. Esta novela los aúna muy bien: dosis de historia, personajes con dilemas, humor, aventura, misterio, análisis de la sociedad…
Estamos ante un thriller de aventuras ambientado en la Cartagena de 2003, dónde se perciben aún los efectos de la última gran crisis mundial y donde se hablaba, todavía, en pesetas y en euros. ¿Habéis tenido en cuenta, consciente o inconscientemente, a algún escritor a la hora de plantear la trama de «Tras el sol de Cartagena»? Decirnos, ya de paso, algunos escritores de referencia para vosotros, tanto de vuestro género como de literatura de otro tipo.
No seguimos a ningún escritor en concreto, lo hacemos con todos los que nos gustan, en general. Nos gusta la profundidad de los personajes y el manejo del misterio de Stephen King, la pericia literaria de Javier Cercas, la sensibilidad de Almudena Grandes, los magníficos diálogos de Raymond Chandler…
Hoy en día, y gracias a Internet, resulta más cómodo ambientar una novela en cualquier país y época histórica. No obstante, y para hacerlo profesionalmente, resulta muy trabajoso atar con corrección los cabos. En este sentido «Tras el sol de Cartagena» me ha parecido ejemplar. ¿Qué os llevó a elegir para vuestra novela la ciudad de Cartagena? ¿Ha igualado, o superado, el trabajo de documentarse tan a conciencia (todo lo relativo al pendiente helénico me ha llamado poderosamente la atención) al de la redacción propiamente dicha?
El proceso de documentación fue laboriosísimo y muy divertido. Queríamos que fuera en nuestra ciudad para facilitarnos la tarea, pero también para aprender más sobre el lugar donde vivimos. Fuimos a museos, nos entrevistamos con coleccionistas, visitamos librerías de viejo, leímos muchísimos libros antiguos… Lo pasamos muy bien. Siempre escribimos para aprender y transmitir lo aprendido. Tardamos tres años en terminar la novela, y la documentación nos llevó gran parte de este tiempo.
Como buenos conocedores del género… ¿Qué opinión os merece actualmente el noir y cómo veis su desarrollo no solo en España, también en el mundo?
El noir está cambiando, se combina con otros géneros y evoluciona. Es imposible que sea de otra forma. Creo que, cuando una fórmula triunfa, se repite hasta la saciedad, por eso hay novelas negras que me aburren solo leyendo la sinopsis. Admiro mucho el trabajo valiente, que sorprende porque arriesga. Es decir, creo hay una corriente de repetir lugares comunes, y otra que está buscando fórmulas nuevas.
Recién salida al mercado, «La profecía del desierto» viene precedida del premio obtenido por «Ningún escocés verdadero», sin duda gran aval para su carrera comercial. «La profecía del desierto» será muy pronto reseñada aquí, en SALAMANDRA NEGRA, y no quiero pisar el trabajo de mi compañera. Pero no puedo evitar que nos digáis algunas palabras sobre esta última y esperadísima novela vuestra.
«La profecía del desierto» tiene muchas similitudes con «Tras el sol de Cartagena». Ambas son novelas de aventuras, con referencias históricas y con personajes contrapuestos que tienen que trabajar juntos para salir del atolladero. Sin embargo, en la profecía viajamos a lugares exóticos como Egipto o Arabia Saudí, y hablamos sobre el islam, una religión para la que la sociedad occidental tiene muchos prejuicios y le resulta muy desconocida.
Magnifica reseña Manu y la entrevista fantástica Igualmente, eres un crack siempre te lo digo
ResponderEliminarHola!!
ResponderEliminarSe lee interesante, gracias por la reseña y recomendación.
Besos💋💋💋