reseño a pesar de que he leído absolutamente todos.
¿Cómo no compararlo con Montalbano?, Camilleri y León son los grandes maestros de la novela negra italiana. Y ambos comparten el amor por los paisajes y las riquezas de Italia y la crítica social del mundo italiano, subrayando la impunidad, la corrupción a todos los niveles: el político, el inmobiliario, el comercio…
Pero las características de Guido Brunetti son bien diferentes a las de Montalbano, salvo su amor por la comida italiana. Nunca dejan de sorprenderme las panzadas que se pegan todos los días, incluso para cenar. Aperitivo, pasta y segundo plato. Y para terminar un postre contundente y una, o dos, grappas. No sería extraño que el lector engorde solo leyendo estas novelas.
El estilo narrativo de Donna León es descriptivo a la vez que se compromete con los grandes temas actuales: el medioambiente, los derechos humanos, la corrupción. Es única perfilando personajes, ya sean los protagonistas o os secundarios y es una maestra de los giros repentinos y de las subtramas. Sus novelas podrían clasificarse como clásicas si bien jamás utiliza la violencia en ellas.
Volviendo a Guido, es un hombre familiar, que adora a su esposa, Paola, aristócrata y profesora de Universidad. A sus hijos adolescentes. Aunque es un hombre atractivo e interesante y no le faltan admiradoras, para Guido la relación con otras mujeres no pasa de una valoración de su belleza o su forma de vestir. Por ejemplo, su relación con la signorina Elettra, secretaria del gran jefe, Patta, es de profunda amistad y colaboración. Todos los días, Guido nos cuenta cómo va vestida y es sin duda una mujer con estilo y clase. El antipático vicequestore Giusseppe Patta no interviene en esta entrega.
Pero las muestras de cariño entre Guido y Paola nos enternecen y sorprenden a menudo:
“La luna era una franje finísima, pero ambos la estudiaron de camino al embarcadero, andado de la mano como si fueran novios”
Brunetti es un hombre muy culto, habitual lector de los clásicos, conocedor de la mitología, amante del arte y la ópera. Un hombre también tolerante que respeta la homosexualidad, el feminismo, la inmigración. En parte, gracias a sus hijos es defensor del cuidado del medio ambiente y cada vez es más consciente del cambio climático.
Pero vamos a Esclavos del deseo. Dos chicas jóvenes aparecen en la puerta del Hospital civil de Venecia con graves lesiones. Tras las habituales indagaciones descubren que las dejaron allí Marcelo Vio y Berto Duso, amigos desde la infancia, el primero trabaja en el transporte de mercancías por barca y el segundo es abogado. Todos los casos de Brunetti nos llevan a un trasfondo de mayor calado, en este caso el tráfico ilegal de mujeres del mundo pobre a las que traen para prostituirlas. En este caso, contará con la ayuda de su compañera Griffoni y del capitán Alaimo de la Guardia del Puerto.
Lo curioso de este caso, es que Brunetti empatiza muy pronto con estos dos muchachos, porque Vio, el que provocó el accidente en barca, es un chico que trabaja para su tío y para mantener a su familia. Tirando de la manta, Brunetti encuentra un entramado de tráfico de mujeres y denuncia el trato que se les da, sin importar si viven o mueren, son como sacos vacíos que pronto les harán ganar mucho dinero. Esto trae a colación el eterno odio de nuestro Commissario por los abusones de cualquier tipo.
Y como no el eterno dilema de los venecianos: el odio hacia los turistas que pululan en masa por la cuidad y la dependencia económica que políticos y empresarios han impuesto a los venecianos con respecto de los turistas. Y el paro imperante, donde los ingenieros trabajan de barrenderos si tienen suerte de lograr una plaza.
En fin, otro maravilloso caso de Donna León y Guido Brunetti que se lee en un suspiro y que no os dejará indiferentes.
Hola!!
ResponderEliminarEstá muy interesante, gracias por la recomendación.
Besos💋💋💋