Para que el lector no se fatigue con la incesante presencia de un detective desmadejando un asesinato se requiere de aquel una personalidad capaz de superar el creciente tedio de las visitas, los interrogatorios y las decepciones que, habitualmente, suelen surgir de un misterio que termina siendo mediocre. Todo esto vuelven a superarlo, y con creces, Beckett y Hawk en «En lo más profundo de la noche».
Su detective David Abaco se nos presenta rodado y con una personalidad configurada. Vuelve a hechizar a sus lectores con su efectiva mezcla de impúdico pesimismo y férrea voluntad por salir adelante en esa vida –más bien perra– que arrastra, y de la que no parece poder (¿querer?) salir. Ejemplos del primer ingrediente de la mixtura los tenemos en varias perlas negras, confituradas a lo largo de la novela. Esta misma puede valer:
«Odio. Odio todo lo que soy, odio todo lo que de humano invade mi vida. Odio porque la tierra no merece tener a un solo hombre sobre ella, porque lo mejor que le puede pasar a este universo es que desaparezcamos en la nada más absoluta, que dejemos de ser lo que somos para convertirnos en fósiles, antiguos restos de una vida que nadie pueda conseguir rescatar del olvido».
El segundo ingrediente, su arrojo a prueba de balazos a quemarropa y afilados cuchillos, es el que Abaco despliega para demostrar su inocencia en el crimen cometido sobre la persona de Dana, una escort rubia de altos tacones y falda estrecha que aparece, cual lasciva epifanía, en el Perdición: local favorito del detective, casi su omphalos (ombligo o lugar de nacimiento, pero también centro cósmico). Un pub en el que, ya sabemos por otras novelas de la saga, él colma su doble e insaciable sed: la del blues y la más tóxica del bourbon.
«La guitarra elevaba las notas impregnando cada rincón del Perdición de una tristeza infinita. Esa tristeza que despierta la vida y que te ayuda a pensar lo solo y perdido que te encuentras en las noches profundas como aquella».
Tras ese impensable ligue con la rubia cañón (hasta dudamos sea producto de alguna alucinación), al despertar tras una noche apasionada, Abaco la encuentra en su bañera, salpicada de sangre, convirtiéndose en el único sospechoso de esa muerte por hallarse el apartamento cerrado desde dentro.
En «En lo más profundo de la noche» David Abaco vuelve a interesarnos con la fuerza que lo logran los héroes chandlerianos o hammettianos. De ambos toma rasgos: al pesimismo y voluntad ya apuntados se añade su despreocupada, en ocasiones temeraria –casi suicida– actitud a la hora de investigar…, además de beber en cantidad parecida a la del Nick Charles en The thin man. Con semejantes aditamentos el protagonista de la saga de Beckett y Hawk entra en el ranking de la escuela americana de la novela policial.
Las novelas paridas por este insólito tándem de escritores andaluces ofrecen un premio añadido al «pagar» a sus lectores horas de turismo en ignotas ciudades, de no gran tamaño, norteamericanas. No es poco conocer de primera mano el ritmo de vida, las aficiones y manías, los horizontes de los americanos, aquí mayoritariamente de clase media. Gracias a este paisanaje magistralmente descrito y movido, el lector reposa, a ratos, de la ansiedad del «¿quién fue?» fomentada por unos siempre vibrantes montajes narrativos. En este caso, las figuras de médicos, enfermeras, escorts o sacerdotes –por no hablar del equipo de investigación (junto a David Abaco repiten el teniente Porto y el sargento Lister)–; toda esta galería de un mundo bien lejano (pero reconocible gracias a la literatura y el cine) proporciona a «En lo más profundo de la noche» buenas dosis de desahogo y legítimo entretenimiento.
La revista que codirigen los autores Daniel L. Hawk y J.A. Beckett
Con los crímenes rituales de familias enteras, cometidos por un psicópata convencido de encarnar a un ángel vengador para realizar la misión de Dios en la Tierra, la cuarta entrega de la saga de David Abaco entra en una imparable dinámica en la que brilla la capacidad de sacrificio, llevada al límite, de nuestro arrojado detective. Con menos protagonismo que en «Perdición: el asesino de la Polaroid», Porto y Lister aguantan bien un segundo plano, matizados por el cegador duelo –de proporciones épicas– que van a protagonizar Abaco y el inductor de las matanzas, un viejo conocido del detective (y también de quienes seguimos la saga).
Cada uno tiene sus referencias lectoras, y a mí, por intensidad y violencia, este inolvidable téte à téte, con vencedor y vencido, que arranca en el capítulo [22] (impresionante, se lee con el aliento entrecortado: lo mejor del libro) y finaliza en el [32], a bordo de un barco, me retrotrae al enfrentamiento entre dos personajes míticos de la literatura universal: Sherlock Holmes y su antagonista, el ex catedrático de matemáticas James Moriarty. Una prolongada brega la suya a lo largo del tiempo cuyo desenlace sigue dejándonos helados. No tan alargada temporalmente, más concentrada también en el espacio, Abaco y su enconado rival pelean compitiendo en odio y usando todos los medios disponibles a su alcance.
Quedan dos capítulos (el [33] y el [34]) para atar los cabos de «En lo más profundo de la noche», algo que Beckett y Hawk realizan con su solvencia habitual. La que viene siendo una grandísima saga que revitaliza el mustio thriller nacional ha quedado limpia de polvo y paja para su nueva –y ya esperadísima– nueva entrega.
«Todos tenemos una noche en la que nos sentimos perdidos. Todos tenemos una noche en la que los lobos de la vida nos devoran poco a poco, donde no hay piedad ni perdón para el perdedor. Todos hemos pasado por ese camino plagado de espinas que acaban clavándose en el corazón».
ENTREVISTA CON DANIEL L. HAWK y J.A. BECKETT:
En «En lo más profundo de la noche» David Abaco entra en escena rodado y con una personalidad sugestiva y bien trazada tras protagonizar vuestras anteriores novelas. Creo que esta cuarta será recordada por un duelo que abarca 10 capítulos y que a mí me ha parecido, hasta el momento, lo mejor de vuestra saga. Arriesgáis mucho, y salís victoriosos, en ese estremecedor encuentro que se produce en el pub Perdición durante el capítulo [22]
¿Suscitó muchas controversias decidiros por este arriesgado cruce, a la vista de todo el mundo, a pie de una barra de bar, entre dos enemigos irreconciliables que pelearán a muerte hasta el final?
DANIEL L. HAWK: Es una escena que tenía clarísimo que debíamos afrontar. La tensión que se genera cuando dos enemigos mortales se encuentran en un lugar «sagrado» donde ninguno puede ejercer la violencia sin generar daños colaterales, nos parece simplemente de lo más excitante. Lo hemos visto en otras ocasiones, en mi caso se me quedo grabado como en «Los inmortales» de Russell Mulcahy, los guerreros tienen prohibido luchar en terrenos sagrados, como iglesias y cementerios, me pareció un recurso genial.
J.A. BECKETT: Pensé que era una escena necesaria. Había que enfrentar a los protagonistas, con esa batalla de palabras, de personalidades, reconociéndose uno en el otro, sabiendo y sintiéndose muy lejos, pero también muy cerca. Porque nuestro enemigo o nuestro rival es aquel que siempre acaba colándose dentro de nosotros, le abrimos la puerta a nuestro interior. Y es que nuestro enemigo es importante porque ha conseguido algo, ha conseguido invadir nuestro pensamiento y este es el principio de una derrota.
El tratamiento de la violencia en esta nueva entrega de la saga vuelve a ser modélico. Por su brutalidad y espectacularidad habéis ideado algunas maneras de morir que, por extraño que parezca, todavía resultan nuevas. Pero uno no puede evitar pensar que se os haya podido agotar el filón.
¿Os quedan nuevas maneras de acabar con vuestros personajes?
DLH: Con imaginación todo es posible. Está claro que cada vez cuesta más innovar, que parece que ya esté todo inventado, pero a veces se te enciende esa bombillita de pequeña originalidad. Tengo que reconocer que algunas de ellas son escenas cinematografías grabadas en mi subconsciente que me marcaron y a las que les doy una vuelta y que a veces actúan casi como un homenaje.
JAB: La muerte es una, pero los caminos que conducen a ella son innumerables. Solo intentamos profundizar en la escena, buscamos que la muerte tenga siempre un sentido, una explicación, una génesis, un contexto. En nuestro libro nada es circunstancial, cada escena pretende explicar algo, pretende profundizar en alguien. En el caso de la muerte, esta siempre nos indica la ventana que tenemos que abrir o la puerta que tenemos que cerrar. La muerte siempre nos habla de aquel que muere y de aquel que mata.
Por su forma adusta y cínica de ser, y también por razones laborales, David Abaco parece estar irremediablemente condenado a amores venales. En esta novela el aparentemente blindado corazón de Abaco se resquebraja. Al principio con Dana, y al final con Carmen. Ambas mujeres, rubia y morena, descritas sin dejar nada de la iconografía noir, resultan ser escorts…
¿Os planteáis poner algún día en solfa la soltería de vuestro protagonista con, por ejemplo, alguna mujer amante del orden y las virtudes domésticas?
DLH: No veo a ninguna mujer capaz de sentirse arrastrada al continuo desaliento y falta de confianza en su futuro y en sí mismo, como para no caer en depresión a la semana siguiente de la boda. No, creo que Abaco tras el enamoramiento inicial tampoco se sentiría a gusto atado a una sola mujer.
JAB: Abaco es un solitario, un apátrida del corazón, no pertenece a nada ni a nadie. Pero se deja llevar siempre por la emoción del momento, por los sentimientos impetuosos, vive por y para el ahora. Por eso, sin duda, sería difícil encontrarle un acomodo en brazos de una mujer.
El maridaje entre thriller y policíaco os resulta de una gran efectividad. En «En lo más profundo de la noche» ambos territorios narrativos vuelven a fundirse de forma silenciosa, casi imperceptible.
¿Os ha costado más en esta entrega llegar a una fusión tan natural entre ambos géneros?
DLH: La verdad es que ni siquiera lo pensamos, al ser dos, eso surge con espontaneidad. En mi caso soy «más thriller» mientras que Jota, tiene un alma más oscura y negra a la hora de escribir. Eso hace que nos complementemos sin apenas esfuerzo. En mi caso, intento vestir de oscuridad esa parte de thriller intenso y Jota, le da ese toque especial, sobre todo filosófico, que creo que le da esa alma especial que tienen nuestras novelas.
JAB: Es cierto, es una mezcla que pretende sobre todo hacer que el lector pase un buen rato. Nos apropiamos de las técnicas narrativas y argumentales de estos dos géneros para crear una manera de explicar las cosas, una manera de escribir, una manera de narrar.
La figura del pobre hombre que enloquece creyéndose un ángel vengador que ejecuta órdenes divinas es ya un lugar común en thrillers tanto literarios como cinematográficos. Nos habéis ahorrado que Peter, vuestro enfermero de urgencias, se sepa de memoria la Biblia, pero, salvo esto, sigue un patrón de comportamiento que me resulta lo menos original de la novela.
¿Habéis construido a este secundario con mimbres reconocibles porque no deja de ser un medio para llegar cuanto antes a ese cura que lo maneja como un títere; un cura que –para mí– es el gran personaje de «En lo más profundo de la noche»?
DLH: Peter es un personaje secundario, y sí, con un perfil muy reconocible, los cinéfilos pueden que se acuerden de Silas, de «El código da Vinci» de Dan Brown. Un personaje que me encantó y que me sirvió de inspiración. Además, no podía ser un personaje muy fuerte, no pretendíamos que hiciera sombra a nuestro asesino. Era solo un naipe en nuestra baraja, y que sabíamos que íbamos a descartar.
JAB: Es un personaje secundario, pero necesario. Me interesaba explicar cómo se puede manipular a la gente, como se puede influir utilizando herramientas persuasivas, como se puede modificar el comportamiento de una persona simplemente con cambiarle su manera de pensar. La inteligencia es un arma muy poderosa y se imponen siempre escarbando en el alma de aquel a quién quiere esclavizar. Nuestro «ángel vengador» no duda, no piensa, no razona, solo actúa y ese es su gran error.
«Cuanto más conseguido esté el malo mejor es la película», dijo Alfred Hitchcock. Tenéis un malo insuperable, lleno de encanto en su perfidia. En la reseña apunto que, por su capacidad de manipulación y su ubicuidad, me recuerda no poco a James Moriarty…
¿Qué sería de vuestra saga sin este inolvidable sujeto?
DLH: Eso mismo me pregunto yo, siempre decimos que el antagonista del héroe ha de ser más potente que el propio héroe. En nuestro caso, creo que la relación entre ambos ha casado perfectamente, dos seres inteligentes y sarcásticos, constantemente en lucha. Una lucha a muerte. James Moriarty ha sido uno de los grandes «malos» de la historia, como puede ser Hannibal Lecter del «El silencio de los corderos», son personajes que se graban en tu subconsciente, si quieres un «malo» potente, estudia como es este último. Roza la perfección, siempre a mi parecer, claro.
JAB: Desde mi punto de vista, si es importante tener un buen protagonista, más importante aún es tener un muy buen antagonista. Creo que en una novela como la nuestra hemos buscado la presencia de esos dos mundos tan distantes. Creemos, y esa ha sido siempre mi teoría, que hay que contar con un malo con mucha presencia, un personaje muy rico que pueda equilibrar la balanza, que pueda enseñarnos que en los libros como en la vida siempre hay donde elegir.
Para terminar esta entrevista.
¿Podéis adelantarnos algo de la nueva entrega de la saga de David Abaco?
¿La tenéis adelantada?
Si algún día la dais por acabada esta saga, ¿entra en vuestros planes cambiar de género u os veis explorando nuevos territorios dentro del thriller?
DLH: En estos momentos, estamos trabajando en la reedición de «Entre las hojas muertas», hemos recuperado los derechos y no sé si por suerte o por desgracia, una editorial, que nos la jugó a base de bien, se la quedó, firmada, para casi guardarla en un cajón. Es una historia muy potente, y ahora que ya tenemos un pequeño grupo de lectores fieles, queremos hacérsela llegar. Porque creemos que vale la pena… También basada en hechos reales como «LOFT – La muerte sabe a blues», pero esta vez, con la historia de fondo de los represaliados de la dictadura chilena. Además, tenemos en mente, otro par de proyectos a cuál más loco, una obra de teatro y una idea de Jota que nos adentraría en la ciencia ficción. Retos tenemos, tiempo, ya no tanto. Poco a poco. Finalmente, agradecer a Manu sus impecables reseñas, no solo las nuestras, si no las que ejecuta con mano de bisturí en Bajo la doble lupa de… para nuestra revista, con la compañía de Anna Miralles (a la que también sumamos el agradecimiento) y que son siempre espectaculares y le dan un toque de calidad a Solo Novela Negra.
JAB: NO quisiera terminar sin agradecer a Manu López Marañón esta entrevista. Es un honor para nosotros poder dialogar contigo. Y en cuanto a la pregunta, decirte que a la vida hay que nutrirla de proyectos, hay que tener ilusiones y sueños para seguir avanzando, para seguir creciendo, para dotarla de sentido, y por muchas veces que besemos la lona siempre habrá una voz que te dice: «levántate». Por eso nuestras alforjas van cargadas de proyectos, esos proyectos de los que ha hablado Dani y a los que yo solo tengo que sumarme.
Hola!!
ResponderEliminarEstá muy intrigante, gracias por la reseña. No conocia a los autores.
Besos💋💋💋