viernes, 26 de marzo de 2021

Manu López Marañón nos revela secretos de Alcohol 99º

Hoy tenemos el honor de contar con Manu López Marañón y esta vez no lo hace regalándonos una de sus certeras reseñas, si no para contestarnos a unas preguntas. Vamos a conocer un poco más al autor y a su obra


«Alcohol de 99º» es una novela protagonizada por dos delincuentes de poca monta que empiezan su carrera delictiva en Bilbao, pero es mucho más que eso. Una novela costumbrista, un viaje de iniciación, una novela de barrio… ¿Qué es realmente «Alcohol de 99º»?


Ernesto Sábato lo tenía claro: «la novela es un género vital, versátil e impuro. No hay un arquetipo en el que basarnos para definirla». Las grandes novelas no aceptan etiquetas, son un cajón de sastre en el que cabe de todo; las etiquetas son creadas por distribuidores y libreros, que las colocan según venga la moda. Ahora todo pretende ser género negro, pero si algún día cambia la onda y, por ejemplo, tienen éxito las novelas de barrio dirán que «Alcohol de 99º» pertenece a ese grupo. Se trata de vender. Si algo define a mi obra es que es una novela urbana. Sin más.


 


Ernesto Sabato (1911-2011)


¿Por qué situaste la historia en los años 80? ¿Qué tiene de especial esta época para que haya ahora una especie de nostalgia al hablar de ella y que, sin embargo, fue una época violenta y bastante hortera?


Violenta y hortera, pero trascendental para nuestro país, con la democracia recién recuperada y puesta en peligro por los cuatro puntos cardinales. Y en lo que se refiere a uno de los principales fenómenos que caracterizó a la década, la delincuencia juvenil, tan repasada en lo que hoy se conoce como «cine quinqui», apenas había sido llevada a la literatura española. «Alcohol de 99º» nació, entre otras cosas, para radiografiar con la mayor nitidez aquellos años terribles pero también llenos de expectativas (que no llegaron a cumplirse).


¿De dónde salen Artur y Asís? ¿Están basados en algún personaje real de tu pasado o son pura ficción?


A Artur y Asís los descubrí una tarde, tomando café en un bar. Estaban enfrente de mí, discutiendo por algo que les preocupaba mucho. Todavía no les había puesto nombre, pero con esa imagen de dos tipos de aspecto poco recomendable, apurados (especulé) porque debían dinero a un narco, arrancó «Alcohol de 99º». El primer borrador empezaba con la frase «Entonces, ¿crees que para esta noche no juntamos la tela?», en lo que hoy es la página 183.


Y las mujeres que aparecen en «Alcohol de 99º», ¿qué importancia crees que tienen en la historia?


Decisiva, como atestiguará cualquier lector. Ambas proceden del mismo barrio, el bilbaíno de La Peña, pero son muy distintas. Luli es más estereotipada, la clásica buenorra sin demasiado seso pero ambiciosa hasta decir basta. Dora me costó más componerla porque es una mujer que ha sufrido mucho en la vida y su forma de actuar a veces no resulta comprensible; es lo que hoy se llamaría una persona bipolar. En cualquier caso estoy satisfecho del rendimiento que han dado: sin ellas «Alcohol de 99º» no existiría.


El narrador no habla como los protagonistas. Utiliza un lenguaje mucho más elaborado. ¿Qué intentaste conseguir con ello? ¿Quién nos cuenta la historia de Artur y de Asís?


El que mejor explica la trascendencia del narrador en una novela es Mario Vargas Llosa: «El narrador siempre es un personaje, en todas las novelas. Puede ser visible o invisible, pero el narrador es el personaje principal de toda novela. Hay alguien que cuenta lo que ocurrió y ese alguien nunca es el autor, sino una voz que inventa al autor». Dejando al margen las historias contadas por un narrador que también actúa en la trama, en la novela moderna el narrador está con todos sus personajes, en todo lo que ocurre, pero sin ser visible. Se ha convertido en una fuerza que jamás opina ni juzga, ni mucho menos se mete en la acción. La verosimilitud de la novela actual depende de la neutralidad del narrador. Si su voz se inmiscuye en la trama, con emociones y juicios, volvemos a las novelas del XIX, y eso, en pleno siglo XXI –aunque muchos autores aún lo hagan– chirría y, como lector, suscita mi desinterés.

En «Alcohol de 99º» la voz del narrador corresponde a un sacerdote. El padre Larraz, director de la Protección de Menores donde acaba Artur al inicio de sus andanzas, es quien cuenta, en tercera persona, la novela entera. Es un cura de los que abundaron durante la Transición, de orientación progresista y vocación más social, en su caso interesado por reciclar pequeños delincuentes para la sociedad. El padre Larraz, debido a su cotidiano contacto con estos golfos, conoce la vida marginal y sabe usar el lenguaje callejero; pero, como bien apuntáis, en ocasiones deja llevarse por un léxico rebuscado, preciosista, en el que hasta se cuela algún latinajo herencia de su estancia en el seminario. Como buen sacerdote esta historia por él relatada tiene intenciones moralizantes, pero si el lector permanece atento no hallará en toda ella una sola opinión suya, menos un juicio de valor. El narrador de «Alcohol de 99º» en esto es –como prescribe Vargas Llosa– perfectamente invisible, neutral. Presenta su historia notarialmente para que cada cual extraiga conclusiones.


Siempre has dicho que Marsé es uno de tus escritores de cabecera. ¿Que la historia termine en Barcelona es un homenaje a este autor? ¿Hay algún guiño más a Marsé?


Juan Marsé, en «Últimas tardes con Teresa», crea al Pijoaparte y de él parte esa novela llamada «de barrio» que tratamos de continuar hoy unos cuantos. Manuel Reyes, charnego de monte Carmelo, en constante rebeldía hacia un hábitat que él consideraba una canallada tener que aguantar, es un arquetipo literario. Y eso lo consiguen pocos escritores. 


El guiño, para quienes han leído «Últimas tardes con Teresa», se produce cuando Artur sube al Carmelo. 


Pero de ninguna manera llevo «Alcohol de 99º» a Barcelona para homenajear a Marsé. Me seduce la ciudad, y mucho más aquella de mediados de los 80, conflictiva y peligrosa, sí, pero abarrotada de vida y creación cultural (en las antípodas de lo que encontramos actualmente en una Barcelona que a mí, que la llevo visitando desde 1986, –y lo digo con dolor–, cuesta un montón reconocer). Para esta ambientación ochentera de la parte catalana de «Alcohol de 99º» me aporta mucho Manuel Vázquez Montalbán. Nada como leer algún caso del detective Pepe Carvalho para empaparse bien, y rápido, de aromas rambleros y de aquel barrio chino con sus estrafalarios personajes (por desgracia ya muertos y enterrados).

 

                                                                  Juan Marsé (1933-2020)


¿Qué otros autores crees que han influido en tu manera de escribir?


Para «Alcohol de 99º», aparte de los citados, influyen las novelas «Prótesis» de Andreu Martín y «Al margen» del francés André Pieyre Mandiargues. Obras irrepetibles escritas en estado de gracia, que se acercaron a la Barcelona más canalla y supieron recrearla como nadie más lo hizo. Para nuestra vergüenza –ambas– permanecen descatalogadas. Eso muestra el tamaño de nuestra indigencia literaria, a qué nos conduce tanto best-seller de editoriales poderosas. A Andreu y André los he podido conocer por golpes de fortuna en librerías de viejo y ferias del libro usado y de ocasión.             



¿Cómo documentaste la novela en la parte que se desarrolla en Barcelona? ¿Has salido mucho por allí o conoces los bajos fondos sólo de manera teórica?


Nada de teorías. Visité a fondo el barrio chino de Barcelona antes de las Olimpiadas. Aún mantenía algo de su antiguo esplendor anárquico y prostibulario (estuve un par de veces en la Bodega Bohemia, por citaros un ejemplo). Reconvertido en el Raval se ha gentrificado y resulta light. Necesitaba emociones fuertes y me hablaron del barrio chino de Valencia. Aquello sí que era dinamita (hace 10 años, no sé cómo seguirá): situaciones comprometidas que necesitaba para la novela las saqué de aquel maná y de mis experiencias en él, unas experiencias entre muy peligrosas y surrealistas. 


Ya en las últimas visitas a Barcelona di –en lo que resultó ser toda una epifanía– con lo que fue la Cúpula Venus y, sobre sus restos, inventé ese restaurante de lujo con casino en plena Rambla, algo de lo que estoy orgulloso porque creo que ha quedado bastante creíble (alguien me ha habló de hacerlo realidad). Para el edificio del Eixample donde ubiqué la sucursal del banco Popular pateé la zona un agosto que batió allí registros de calor. Al final di con lo que buscaba: un banco en el bajo de la calle Aragón 314 con entrada y salida (además de otra salida que da a la perpendicular calle del Bruc). Era perfecto para el atraco con el que quería dar punto final a «Alcohol de 99º».

          


La poesía y vida de Jaime Gil de Biedma entran, no pocas veces, en las páginas de esta novela (nunca hubiera creado a mi personaje favorito del libro, El Piro, sin conocer a fondo la obra de Jaime –incluyendo la correspondencia y sus diarios que, de forma impagable, ha ido editando estos años Lumen–): siento verdadera pasión por este poeta. Más tarde, ya con «Alcohol de 99º» terminado, y releyendo la monumental y excepcional biografía que para la editorial Circe preparó Miguel Dalmau (a quien aprovecho para mostrar mi agradecimiento), descubrí cómo en Aragón 314 había vivido la familia Gil de Biedma, incluyendo al propio Jaime hasta que se emancipó y alquiló «aquel sótano más oscuro que mi reputación» en la calle de Muntaner. Me quedé de piedra.

                                                                        Calle Aragón, 314

¿Qué podemos esperar los lectores de Alcohol de 99º en un futuro? Hay secundarios que darían para más… ¿Habrá otra historia con algún personaje de la novela?


Mi próxima obra, que se titula «Prosas para eunucos», es fundamentalmente un libro de relatos. Algunos de ellos vienen protagonizados por personajes de «Alcohol de 99º», pero no por los secundarios. En este segundo libro mío los lectores volverán a encontrarse con Artur, Asís, el padre Larraz, Dora… y hasta con un redivivo John Lennon. Quizás sea buena idea que algún secundario protagonice otra historia. Puede ser, no sé. La verdad es que he acabado harto de «Alcohol de 99º» y pretendo escribir algo totalmente diferente.

                                        La portada de «Prosas para eunucos» volverá a estar 
                                                             a cargo del pintor bilbaíno Jorge Urizar Urraza.


¿Va a haber alguna presentación en breve? Tus lectores estamos deseosos…


La Covid ha puesto literalmente patas arriba este asunto y mucho me temo que tardemos en encontrarnos con motivo de una presentación en vivo. Confío en hacer alguna en Madrid, tengo amigas y amigos allí y estoy convencido de que irían encantados para brindarme su apoyo. Saldría un acto muy lucido. Pero hay que esperar: de momento ni se puede salir de la propia Comunidad Autónoma, con que vosotras me diréis… De todas maneras las editoras de Grupo Tierra Trivium apuestan fuerte por las presentaciones virtuales de sus autores. No me extrañaría que preparen algo para «Alcohol de 99º». Las ventas del libro aumentan poco a poco. Se debe aprovechar estos momentos de expectación inicial para tratar de captar lectores. 


                                                    La edición de Grupo Tierra Trivium (2021)


9 comentarios:

  1. Magnifica entrevista dónde Manu cuenta los entresijos de su magnífico libro Alcohol de 99grados explicando como encontró a los personajes, los lugares que describe y la trama de su obra (hasta donde puede contar).
    Como siempre,un gusto leerte Manu.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Isabel. Aunque pongas Unknown sé que eres tú. Abrazo

      Eliminar
  2. Un magnifica entrevista, donde explicas cómo el restaurante mueblé, inventado se gesta, y cómo queda de verosímil. Una maravilla, totalmente.

    Una expectación que crece, con esa promesa de nuevos relatos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Maripau. Expectación la mía con tu libro de microrelatos. Abrazo.

      Eliminar
  3. ¡Qué gran entrevista! Vargas Llosa dice, además, que el tiempo de la novela también es un personaje (palabras más, palabras menos). Yo estoy leyendo actualmente "Alcohol de 99°" y la estoy disfrutando mucho.

    ResponderEliminar
  4. Aparte de ser un grandísimo novelista, Mario Vargas Llosa es un crítico y divulgador de la literatura como no hay otro actualmente. Sus libros sobre literatura a mí me han enseñado muchísimo. Me alegra saber que disfrutas con Alcohol de 99º, aunque supongo que estarás teniendo dificultades con el lenguaje callejero español. Un abrazo grande, Claudia

    ResponderEliminar
  5. Muchas gracias Manu por enviarla. Muy buena la entrevista!!!!. Abrazos.

    ResponderEliminar
  6. Hola!!
    No conocia al autor, me lo apúnto.
    Besos💋💋💋

    ResponderEliminar