El ruido que nos separa, la primera novela de Pedro Aranda, es una novela que nos ha sorprendido a
nosotros y al jurado del premio Icue de novela negra ya que ha sido finalista este año en Cartagena Negra.
Hoy vamos a conocer un poco más al autor.
Buenos días, Pedro. Has escrito una novela redonda. Una novela en la que aparecen muchos personajes que forman parte de una misma historia sin que ellos lo sepan. ¿Qué intención tenías al escribirla?
Lo primero de todo, muchas gracias por tu apreciación. La intención básicamente era una: Entretener al lector. Me parece que contar una única historia e ir desarrollándola a lo largo de trescientas páginas es algo que ya se ha hecho muchas veces. Ya se ha matado de todas las formas posibles. Cualquier tipo de asesino ya está escrito. También nos han contado ya todas las maneras de enamorarse y descrito las reacciones de los protagonistas. Y yo quería alejarme de ahí. Escribir una novela fragmentada, de personajes que se van cruzando conforme van avanzando historias aparentemente desconectadas, no es para nada algo original, pero sí que es menos frecuente. También es cierto que exige más concentración al lector, más memoria, pero, por otro lado, yo creo que agradece que los capítulos no se le hagan eternos y mantengan la intensidad de principio a fin sin tener que acabar leyéndolos en diagonal. Hay gente que ha leído el libro que me dice que tiene ese toque a películas de Guy Ritchie, o a Babel, a Crash, etc. Mientras sean esas y no otras, yo bien contento que estoy con las comparaciones.
En cuanto al comentario final de tu pregunta sobre personajes que forman parte de una misma historia sin que lo sepan, efectivamente, es el efecto que quería conseguir. Pero no hay nada especial en ello. Es la vida misma. Por no irnos muy lejos en el tiempo, vámonos al día del certamen de Cartagena Negra. Allí nos reunimos los cuatro finalistas, los miembros del jurado, los cámaras de televisión, periodistas, público, políticos, etc. Y la novela, por hacer la extensión a este momento, no se centraría solo en los actos que ocurrieron ese día, sino que profundizaría en los días previos de cada uno de los que nos juntamos allí. Y mi propósito era que el lector (o vidente, en este caso, a través de la televisión) conociera la vida de cada uno de ellos antes de ver en directo la gala -por llamarlo de alguna manera-. Y que se fijara en la persona que más le hubiera llamado la atención, que no tiene por qué ser ninguno de los cuatro escritores que estuvimos charlando en la mesa redonda. Podría ser perfectamente la chica de pelo corto sentada en la segunda fila.
El ambiente trágico de El ruido que nos separa es claro, aunque hay pequeños destellos de esperanza. ¿Tu propia visión de la vida coincide con el de la novela?
Mucho me temo que sí. Hace poco, con motivo de la nominación del certamen, nos entrevistaron a los finalistas y nos preguntaban si el Covid era el gran villano del año. Y yo contesté que prefería pensar en otros términos, como el baby boom que se ha observado en este tiempo entre elefantes a los pies del Kilimanjaro. Y la gente me decía que les parecía raro que, precisamente yo, hubiera dado la respuesta más positiva de todas, que viera el vaso medio lleno. Y yo les dije que no, que yo el vaso lo sigo viendo medio vacío, pero que prefiero fijarme en la señal de pintalabios y no en el vino. Y son esas pequeñas cosas a las que presto atención sin las cuales la vida sería completamente insoportable, como dice la canción.
Si me permites, voy a seguir tratando de contestarte contándote con una pequeña historia que me ocurrió hace un par de veranos. Me encontraba en la playa leyendo un libro que había cogido esa tarde de la biblioteca, cuando se cayó un trozo de papel que había dentro. En el papel aparecía una ecuación matemática complicadísima, llena de X e Y, que luego, quien la había escrito, había terminado tachando tantos números y despejando tantas incógnitas, que al final la ecuación no parecía la misma. Había una chica a mi lado ocupando un trozo de mi toalla a la que vi despertarse y girarse hacia mí, mirándome un poco desorientada. Y cuando logró ubicarse me preguntó, vete tú a saber por qué, si nos comprábamos un barco. A mí me sorprendió bastante la pregunta porque la había conocido la noche anterior, y le respondí que yo no tenía dinero para un barco. Ella me miró como si se hubiera confundido de persona y me dijo algo que todavía no he olvidado y que me pregunto cuándo lo haré. Me dijo: “Prométeme una cosa, prométemela de verdad. Prométeme que la harás”. Pero antes de que me diera tiempo a responderle, vi que se había quedado dormida otra vez. Aparté un poco los auriculares que llevaba para que no se le clavaran en el costado y volví a mirar el papel. Le di la vuelta y salía una antigua dirección de hotmail. Metí la hoja más o menos donde estaba en el libro y seguí leyendo por donde me había quedado. Y ponía:
"Cariño, desconéctame, si crees que es lo mejor".
Creo que esa historia, que es real, de alguna manera responde a tu pregunta.
Uno de los personajes de la novela, el Sr. Primavera, parece que ha conectado mucho con el público. ¿Tienes pensado algo para él en el futuro?
Se trata de un personaje cargado de referencias cinematográficas. Lo escribí pensando en el papel de Mel Gibson en Conspiración, pero también de Sentencia -en El bueno, el feo y el malo-, e incluso Jacob -de Perdidos, que es esa figura misteriosa que de alguna manera ordena y da sentido a la trama-. Y su historia es también muy atractiva: un adolescente americano al que agentes del gobierno secuestran para someterle a distintos experimentos mentales secretos haciendo creer a su familia que ha muerto. Y luego va él manipulando a gente con un determinado propósito. Cuando fui desarrollando su papel me di cuenta de que tenía un potencial tremendo para escribir un spin-off sobre él, y escribí un borrador del mismo que ahora mismo tengo abandonado. Es una historia puramente negra y esa es precisamente la razón por la que he decidido dejarla aparcada un tiempo. Me apetece más escribir otras cosas en estos momentos. Tengo miedo a repetirme y que ese spin-off no esté tan alejado de El ruido que nos separa, al menos en cuanto a la voz. Por eso prefiero volver a él más adelante. También te digo que si lo escribo como lo tengo en mente, tendré que autopublicarlo. No creo que haya editorial en este país tan valiente como para publicar eso.
Muchos te comparan con los clásicos de la novela negra. ¿Cuáles son tus referentes?
¡Por favor! ¿Quién ha dicho eso? Es amigo, ¿verdad? En cualquier caso, respondiendo a tu pregunta te diré que empecé leyendo mucho a Jim Thompson y Barry Gifford. Pero también veo trazas de novela negra en los primeros libros de Richard Ford, como La última oportunidad o Un trozo de mi corazón o en La mancha humana de Philip Roth. Y, por supuesto, en Edward Bunker. Aun así, creo que ahora mismo un tipo ha adelantado a todos ellos por la derecha: Donald Ray Pollock es una fiesta para amantes del género negro.
Y ¿cómo crees que está el panorama literario actual en España?
Me parece que hay autores muy interesantes y libros realmente buenos en las tiendas. Por citarte algunos, se me vienen a la cabeza Ray Loriga, Manuel Jabois, Javier Sierra, Jerónimo Tristante, Mikel Santiago, Sergio del Molino, Luis García Montero…, aunque si te soy sincero, solo de un par de ellos me considero seguidor realmente. Del resto he ido leyendo libros puntualmente y si te los he nombrado aquí es porque me han gustado especialmente. Espero tener tiempo de seguir profundizando en ellos más adelante y tener una visión más global de sus obra.
Pero también es cierto que luego ves cada libro por ahí de gente que nos bombardean continuamente en medios que te da ganas de llamar al teléfono de la esperanza. A ver, que nadie me malinterprete, si yo fuera el director de la sección cultural de un medio de comunicación haría todo lo posible por publicar una reseña o una entrevista de un señor, no sé, de pelo largo y rizado que sube todos los días fotos en las que se ve un brazo lleno de pulseritas con miles de likes y que luego va cantando no sé qué de una mujer de verde que de alguien que no saben ni en su edificio que ha publicado una novela. Y esto aplica del mismo modo al caso de las editoriales. No nos olvidemos que son empresas. Si yo fuera el CEO de una editorial haría exactamente lo mismo que hacen ellos: evaluar el riesgo. Y el riesgo, cuando eres famoso, tiende a cero, de ahí que a cualquier músico o presentador de televisión nunca le falte una editorial grande con la que publicar. Ojo, que no me quejo, eh. Piensa que están poniendo un dineral que no saben si van a recuperar o no. Y con esta gente, el retorno de la inversión es inmediato. Otra cosa es que cuestionemos la calidad de las obras que, como digo, normalmente las más populares no son muy buenas, o al menos, a mí, no me lo parecen, pero ahí ya entramos en el terreno de lo subjetivo y es muy opinable. Seguro que hay alguien en algún lugar del mundo que prefiere a Leticia Sabater antes que a Salinger.
Por otro lado, y para completar mi respuesta, yo veo el mundo literario un tanto endogámico, en el sentido de que son siempre los mismos escritores los que salen en los medios de comunicación, pero es que, además, se citan continuamente entre ellos, sin dejar espacio a nadie más. Es como cuando Fernando Redondo sacaba los codos y no había manera de robarle la pelota. A veces me da la sensación de que las propias editoriales de esos autores son las que pagan a los medios para que aparezcan. Y que aplica eso de “tanto pagas, tanto sales”.
A ver, no te digo que me des un trozo de la tarta, pero joder, ofréceme el lacasito.
¿Crees que de la pandemia saldrá un mundo más amable, como sostienen muchos, o crees que nos haremos más cínicos? ¿Habrá una literatura post-covid?
¡Qué difícil que es la primera pregunta! ¡Y qué fácil la segunda! Voy a empezar por el final. Por supuestísimo que sí. Que no te quepa duda. A los escritores de novelas de zombies les ha tocado la lotería con el coronavirus. Lo que no tengo tan claro es dónde deberían ubicar el origen de sus historias, si en un mercado de comida cruda o en un laboratorio de armas biológicas.
En cuanto a la primera pregunta, a la vista está que menos “amable” yo usaría cualquier otro adjetivo que encontraras en el diccionario. De esta vamos a salir infinitamente más divididos que antes. Los medios de comunicación se han convertido en fanzines. Ahora si quieres enterarte de la actualidad, lo mejor es leer la prensa deportiva porque tienen una sección de noticias donde te cuentan cómo está el mundo. Te metes en Twitter y es lo más parecido al odio que existe. Ves las sesiones de control del gobierno de los miércoles y te lo pasas mejor que cuando veíamos las películas de Agárralo como puedas, de pequeños. Cuando todo esto termine, no sé si dentro de un año, de dos o de diez, al final nos recuperaremos del golpe económico y saldremos adelante, como ha pasado siempre. Poco a poco nos olvidaremos de lo que se han ido y la sociedad irá recuperando su vieja normalidad. Solo que eso que hemos oído siempre de que ni los buenos eran tan buenos, ni los malos eran tan malos, cuando todo esto pase, en España (y solo en España), los buenos serán más buenos. Y los malos serán más malos.
Qué planes literarios tienes. ¿El confinamiento te ha bloqueado como nos ha pasado a muchos o has podido aprovechar para escribir? ¿Habrá ponto una novela tuya en el mercado?
Mira, esa pregunta me la hacen siempre y hasta hace bien poco decía que no sabía muy bien cuáles eran mis planes a corto plazo. Escribir un libro, sobre todo el primero, que no tienes experiencia en el mundo editorial, desgasta mucho. A eso, se le suma que, gracias a Dios, el libro ha funcionado realmente bien y ha sido un año intenso de promoción, por lo que no me había planteado hasta la fecha nada que no fuera seguir centrado en El ruido que nos separa. No quería que me pasara como a ese actor de El resplandor, que se tira toda la película corriendo, atravesando kilómetros y kilómetros de nieve, para llegar a la casa y justo cuando lo hace le clavan un hachazo. Yo tenía todo el rato esa sensación cuando me preguntaban por mi próximo libro nada más empezar la promoción de éste. ¡Qué menos que me dejéis sentarme cinco minutos en el sofá! Por otro lado, y muy a mi pesar, mucho me temo que no soy tan productivo como otros escritores que conozco que en este mismo tiempo dicen que han escrito otras tres novelas. No sé. No quiero escribir libros como churros, ni sagas, ni nada por el estilo. Creo que tengo más mentalidad de músico en ese sentido que de escritor, siendo que no sé ni tocar la flauta. Pero me parece que sacar un disco o un libro cada dos o tres años es la frecuencia correcta. Y no necesariamente todos los discos tienen que seguir el mismo estilo. La gente cambia. Los gustos cambian. Las influencias también. He escrito novela negra porque me apetecía entonces y ahora me apetece ya otra cosa. No quiero decir que rechace este género, ni mucho menos. Es lo que decía en una pregunta anterior. Sé que acabaré volviendo en algún momento a él y al Señor Primavera, pero mi mente ahora está ya en otro lado. Y ese otro lado está más cerca de Carver que de Chandler.
Pero poco más te puedo contar sobre el nuevo libro. Solo que empezaré a escribirlo a comienzos de 2021, que la historia me parece que es muy potente y que ya tiene título.
Y que nada me gustaría más que estuvieses ahí para leerlo.
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