jueves, 23 de julio de 2020

Juan Marsé, recuerdos con un regusto de tristeza

Conocí a Juan Marsé con Encerrados con un solo juguete y aún hoy, después de leerla hasta la saciedad,
me parece increíble, perturbadora, conmovedora. 

Pero sin duda, es Últimas tardes con Teresa la más conocida de sus obras. La historia de los amoríos de Teresa, niña burguesa, y El pijoaparte, un maginado que quiere prosperar.

“Años después, al evocar aquel fugaz verano, los dos tendrían presente no sólo la sugestión general de la luz sobre cada acontecimiento (con su variedad dorada de reflejos y falsas promesas, con sus muchos espejismos de un futuro redimido) sino también el hecho de que en el centro de la atracción del uno por el otro, incluso en la médula misma de los besos a pleno sol, había claroscuros donde anidaba ya el frío del invierno, la muerte de un símbolo”

Las novelas de Marsé te suelen dejar un regusto triste y amargo, de perdedor, de fracaso. Porque transcurren en la gris posguerra española. Unos eran los mimados de la sociedad, tenían casas, coches, vacaciones, ropa, lujo y encima… eran guapos. Al otro lado estaban los que tenían que luchar para pagar el alquiler o comprar comida, los que jugaban en la calle de los barrios mas pobres como el Guinardó, aquellos cuyas madres tenían las manos ásperas de fregar casas ajenas.

Los primeros, juegan a ser liberales, juegan a querer que la dictadura que tan bien les trata, caiga. Los segundos, intentan crearse un futuro que no tiene futuro. El blanco y el negro, Teresa y Manuel. Marsé relata la historia de los primeros con tintes neorealistas, y la de los segundos, a través de aventis contados por muchachos, mitad verdad y mitad mentira. Estos aventis pretenden contarnos la historia sin la crudeza y la tristeza que tienen de verdad adornándola con detalles inventados y contados mil veces en el barrio.

Ronda del Guinardó, un paseo por Barcelona que nos muestra una vez más el amargo presente que viene de un amargo pasado, el policía fracasado, la niña violada. Nuevamente el futuro que ha llegado vacío de futuro.

Otro regalo fue Noticias felices en aviones de papel, con una edición cuidada llena de bellísimas ilustraciones. Bruno, un adolescente en los años 80, un padre que fue hippy y Pauli, una mujer que escapó de guetto de Varsovia y que tira avioncitos de papel con buenas noticias, personajes que intentan olvidar la cara más amarga de la vida: ”Me cago en los sueños que vuelan, me cago en todo lo que estás diciendo que vuela”

La muchacha de las bragas de oro, Si te dicen que caí… tantas novelas que nos mostraron que no solo la guerra civil fue dura, sino que, lo que vino después podría haber sido incluso peor. Muchos toques autobiográficos del autor y unos personajes que nunca morirán. Quizás, el mejor, el pijoaparte porque representa la lucha por los sueños, la lucha por salir de la triste realidad con claros toques de la picaresca española.

Para valorar de verdad la trayectoria de este gran autor, lo mejor es leer sus novelas y sus cuentos y pasear por la Barcelona de Juan Marsé.


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