viernes, 18 de diciembre de 2020

El ángel negro de John Verdon. El esperado regreso del detective David Gurney

Maya Velasco.


El ángel negro de John Verdon es el esperado regreso del detective David Gurney, estrella de la policía de Nueva York.

David Gurney es un detective de homicidios retirado del Departamento de Policía de Nueva York. Hace unos años se retiró para vivir en el campo con su esposa, Madeleine, trabajando como profesor en la Universidad. Su mente es lógica y excepcional.

Sin embargo, este retiro se ha visto a menudo perturbado por casos complicados y mediáticos en los que de una u otra forma ha tenido que investigar. Esta vez es un antiguo compañero el de le mete de lleno en el caso.

En una zona residencial, aparece muerto un millonario que dirige toda la vida del pueblo, Angus Russell. Todos los indicios apuntan a Billy Tate, un bala perdida, que, casualmente, murió el día antes de cometerse este asesinato. Y eso no es lo peor, sino que Tate va caminando por el pueblo como un auténtico zombie, matando y amenazando aquí y allá. La policía le busca sin resultado, pero Gurney sospecha que hay algo más que no logran determinar.

Harrow Hill es un pueblo pacífico, de ricos. Pero tras esta fechada se esconden multitud de odios que agitan la comunidad y a los que Dave tendrá que ir enfrentándose:

“Larchfield es un pozo de mierda repulsivo”

Sin embargo, cuando se da el caso por cerrado, después de presentar los hechos y las pruebas al fiscal Gurney afirma: “No lo veo claro. Hay algo que me incomoda”

La máxima de Gurney es “NO CREAS NADA. NO CONFÍES EN NADIE. CUESTIONALO TODO.”

Solo puedo decir que esta novela es como La matanza de Texas, los muertos crecen a cada página. ¿Qué se puede hacer cuando la mayoría de los sospechosos y de los implicados están muertos? Verdon demuestra una vez más que es un maestro a la hora de dar otra vuelta de tuerta. El caso parece estar aclarado en tres momentos diferentes, pero Gurney siempre pide algo más:

“En los casos en los que había trabajado a lo largo de su carrera, a veces se habían producido giros imprevistos, pero esto parecía otra cosa. Lo trastocaba todo. ¿Se habían equivocado de plano desde el principio en sus hipótesis?”

Como en casi todas las novelas anteriores, Gurney se verá secundado por su amigo y detective Hardwick y por la sensatez arrolladora de Madeleine. Y como en casi todas las ocasiones anteriores, su casa y su mujer se verán en peligro ante la visita del asesino.

Los crímenes se alternan con las preciosas escenas de la naturaleza que nos ofrece el apacible retiro de nuestro protagonista: flores, espárragos, gallinas…

Para los amantes de Verdon, prepararos para uno de sus mejores y más movidos casos, para los que nunca lo han leído, preparados para lo imprevisto.7

Editor: Roca
Fecha de lanzamiento: 19/11/2020
Colección: Thriller y suspense
EAN; 978-8417968250
ISBN: 9788417968250
Encuadernación: Tapa dura
Nº de páginas: 480 páginas




viernes, 11 de diciembre de 2020

En el otro bolsillo, de Laura Balagué Gea. Lo que escondemos en el otro bolsillo

Almudena Natalías.

Laura Balagué Gea acaba de publicar En el otro bolsillo (Erein 2020) que es la tercera novela, tras Las
pequeñas mentiras
y Muerte en las estrellas que protagoniza la oficial de la Ertzaintza Carmen Arregui.

María Prados, auxiliar de enfermería de un centro de salud de Donostia, aparece muerta con un golpe en la cabeza. Todo apunta a que es un asesinato. Carmen Arregui y su equipo se hacen cargo de la investigación pero pronto descubren que no saben por dónde empezar. Los conocidos de la enfermera la describen como seria y trabajadora pero nadie parece saber nada de su vida fuera del centro médico. No tiene aficiones conocidas y no tiene amigos conocidos, solo parece tener dos sobrinos a los que adora.

Carmen es una mujer con una personalidad desbordante, comprometida con su trabajo y con su familia.  Conoce a sus compañeros y ha aprendido a trabajar con ellos, sobre todo con Fuentes, un ertzaina de la vieja escuela que choca frontalmente con ella, pero que también la complementa. Su familia es una familia tradicional. Se lleva muy bien con su marido, sus hijos les consideran unos viejunos que no saben nada de la vida, pide consejos a su madre y su hermana le pide consejos a ella. 

En el otro bolsillo se nos plantea cuál es la imagen que tenemos de nuestros allegados, qué sabemos realmente de ellos y qué saben ellos de nosotros. Los investigadores descubren que la víctima guarda muchos secretos y sabe perfectamente qué mostrar de ella misma en cada momento. 

La lectura de esta novela es muy ágil. La trama es aparentemente sencilla. Es una historia que cualquiera podría encontrar en las páginas de sucesos, alejada de reliquias milenarias, detectives alcohólicos y asesinos superdotados a los que les gusta jugar al gato y al ratón. Los personajes de En el otro bolsillo toman pintxos en San Sebastián y discuten entre ellos. Analizan las pistas con las que cuentan y ponen en común sus ideas. Acostumbrados a historias enrevesadas y a detectives de películas he agradecido encontrarme con personajes que parecen reales, cuyas preocupaciones se parecen a las nuestras y que viven una vida alejada de los efectos especiales.

Esta ha sido la primera novela que he leído de Laura Balagué Gea pero os aseguro que no va a ser la última. La saga de Carmen Arregui nos trae historias independientes, por lo que no es necesario leerlas en orden pero si os hacéis con En el otro bolsillo os aseguro que vais a querer leerlas todas. Ha sido un soplo de aire fresco, ya me contaréis.

Editor: Erein
Fecha de lanzamiento: 19/10/2020
Colección: Cosecha roja
EAN: 978-8491096429
ISBN: 9788491096429
Encuadernación: Tapa blanda
Nº de páginas: 304 páginas


viernes, 4 de diciembre de 2020

La noche del caimán, de Diego Ameixeiras. Una novela negra brillante y calculadamente frenética

Manu López Marañón

LA NOCHE DEL CAIMÁN. Diego Ameixeiras. Fondo de Cultura Económica (2020)

Diego Ameixeiras, autor de «La noche del caimán», nació en Lausana, Suiza, en 1971, pero se crió en Ourense. Escribe en gallego y con su primera novela traducida al castellano, «Dime algo sucio» (Pulp Books, 2010) –saludada con excelentes críticas–, consigue el Premio Especial del Director de la Semana Negra de Gijón. Desde entonces mantiene un nivel de producción constante dentro del cual podemos destacar: «Matarte lentamente» (2015), «Conduce rápido» –finalista del Premio Hammet 2017– y «La crueldad de abril» (2018), editadas todas por Akal. Traducido también al catalán, alemán e italiano, Ameixeiras es colaborador de La Voz de Galicia y ha probado en el género teatral: su pieza «O aniversario» (2016) tuvo una lectura dramatizada en Santiago de Compostela en la que participaron actores profesionales. «La noche del caimán» apareció primero con el título «A noite enriba». Cinco años después, y publicada por la editorial mejicana Fondo de Cultura Económica, llega (por obra de su mismo autor y una colaboradora) la versión al castellano.


David Goodis (1917-1967, Filadelfia, Pensilvania, USA) fue un escritor de novela negra al que se considera «de culto» porque, aunque le sobraba calidad, nunca tuvo la repercusión de un Chandler o un Hammett. En el capítulo 13 de la primera parte de su novela, Ameixeiras cuenta cómo Goodis pronto renunció a ser escritor de prestigio para convertirse en uno «de verdad». En 1933 toma la decisión de dejar Hollywood (una carrera prometedora, la popularidad, el glamur) para volver a casa de sus padres y cuidar de un hermano esquizofrénico. Sus mejores libros (el más conocido en España es «La senda tenebrosa» por su adaptación al cine, en 1947, con Humphrey Bogart y Lauren Bacall) hablan de la soledad y el fracaso. A pesar de vender más de un millón de ejemplares con «La chica de Cassidy» su autor acaba convirtiéndose en una persona complicada, enigmática, a la que nadie, ni su biógrafo (el francés Philippe Garnier, autor de «Le vie en noir et blanc») conoce a fondo. Traducido por Gallimard Goodis encandila a los existencialistas franceses porque «sus personajes siempre atienden a un principio moral y están dominados por un destino trágico sin perder nunca la dignidad». Ese fatalismo llama la atención de la nouvelle vague; así, la película de François Truffaut «Tirad sobre el pianista» (1956) es una adaptación de su novela «Shot the piano player». No por casualidad, un personaje de «Made in USA», Jean-Luc Godard (1966), se llama David Goodis.

La alargada sombra de Goodis planea sobre el protagonista de «La noche del caimán», –el escritor Ricardo Barros–, a quien hallamos peleando duro con una novela de 350.000 caracteres que no logra cuadrar. Lo que peor encuentra es su final, mediocre, repleto de adjetivos innecesarios e insípidos diálogos que abochornarían al maestro Goodis. Mientras, el editor –Antón Malvido– exige a Ricardo poner fecha de finalización a esa novela, que él considera interesante por no encontrar en ella cabida para aburrimientos ni pedanterías. Pero su autor (que calcula en unos meses lo que necesita para corregirla) no desea comprometerse. Malvido entonces se niega a darle un anticipo y le avisa que no recibirá un euro hasta que la obra esté en las librerías. Barros, con serios problemas para llegar a final de mes, sufre una gran contrariedad.

                                                          David Goodis (1917-1967)


El asimismo escritor Vicente Mallón (de novelitas de quiosco sin repercusión y firmadas con seudónimo –Vincent Malone–), que ya no publica porque «se le secó la fuente», sobrevive pergeñando al por mayor monografías de cualquier tema (en su aparición inicial lo encontramos ocupado con los indios: sioux, apaches, cheyennes…). Mientras atiende la congoja de Ricardo piensa que su amigo «está en esa clase de momentos en que ve alterada su capacidad para la conversación y sólo es capaz de debatir consigo mismo sobre el estado general de sus angustias». Cuando por fin se calla, Vicente aconseja a Ricardo que para acabar el libro viaje a Filadelfia, y que, una vez allí, pise con provecho esas mismas calles del autor al que tanto admira y sirve de modelo. También acaba por confesar Vicente cómo, para su gusto, la novela de Barros adolece de demasiados tiempos muertos: «tienes demasiada prisa por publicar algo que merece madurar más en tu cabeza».


En estos coloquios entre escritores, en capítulos como el 2 de la segunda parte (el 10 es igualmente sustancioso) donde, por ejemplo, Ricardo explica cómo la soledad extrema es una herramienta indispensable para acometer la escritura, o cómo su vida sólo alcanza su sentido último a través de la lógica de la ficción, o, incluso, desvelando a Vicente que en la conversación silenciosa con uno mismo habita una plenitud más extraordinaria que en la vida social; en diálogos de semejante enjundia yo encuentro lo más imperecedero del libro. Con las reflexiones de dos autores tan diferentes a la hora de crear «La noche del caimán» ha osado pisar los terrenos de la metaliteratura. La metaliteratura, resbaladiza temática esta a la que, cada vez más, se acogen narradores autodenominados «rompedores», un engrandecimiento que –en las más de las ocasiones– suele deberse a algún tornillo con exceso de lubricado que los hace derrapar. Puesto el punto final, estos virtuosos del ego envían, confiados, a las editoriales unos fárragos a años luz de su pretendida genialidad... que solo la disponibilidad económica de algunos hace que acaben… en la autoedición. 


La dilatada experiencia de Ameixeiras no sólo elude el peligro sino que enriquece el texto con la metaliteratura de marras, logrando de paso que entre, y por la puerta grande, en el género negro. Es la primera vez que encuentro semejante mixtura dando señas de identidad a una novela, si bien no extensa (111 páginas), sí con elipsis y profundos subtextos que exigen dedicar más tiempo a cavilar sobre lo leído que el invertido durante la lectura en sí.


Obsesionado con la escritura de Goodis Ricardo sigue comparándose con el maestro, desesperado por no alcanzar su nivel. Por otra parte Malvido encuentra ahora precipitado el desenlace, al que cree faltan 30 hojas: «algunas reacciones de los personajes son excesivamente mecánicas», alecciona al cariacontecido autor, «su psicología es muy limitada, no parecen estar vivos. Hay que provocar un giro inesperado en los acontecimientos». Luego, ya en su casa, tras tener sexo con su amiga Selma Varela (yonqui, veinteañera, atractiva, una femme fatale con rasgos bondadosos) Ricardo fantasea junto a ella cargarse al editor asestándole 30 puñaladas (una por cada hoja que falte). Esta relación dialéctica entre autor y editor me recuerda a la que mantenían director y productor en la película «Fellini, 8 ½» (donde Guido Anselmi se serenaba imaginando ahorcado a su despiadado productor).


Ricardo hace caso a Vicente y deja Ourense para viajar a Filadelfia y rematar allí su novela, que ha titulado «La muerte borrará tus ojos». Es una parte esta que exige participación, la activa intervención del lector para moverse con soltura entre realidad y ficción, apostando fuerte por una u otra, y siendo, en todo momento, consciente de la posibilidad de errar.

                               Humphrey Bogart y Lauren Bacall en «La senda tenebrosa».

Las desazones literarias de Ricardo, que no disminuyen en Filadelfia (todo lo contrario), esos sinsabores creativos –tan bien plasmados siempre por el escritor Ameixeiras– son acompañados ahora por una trama policíaca en la que intervienen expeditos traficantes de droga (Preston Stanfield y Chalky Williams), una detective de la Brigada de Homicidios del Departamento de Policía de Filadelfia (Florence Thompson), asesinos portorriqueños, la misma Selma de Ourense (a quien hallamos aquí convertida en activa bisexual que controla la ruta de los dealers que pasan heroína), taxistas sin paciencia a la hora de cobrarse, camareras negras de carnes desbordantes (como Lindsay, por la que tan atraído se siente Ricardo), pistolas Glock 17, tijeras afiladas, la policía científica e inacabables interrogatorios policiales... A la vez que estas crónicas –plagadas de referencias cinéfilas y de novela negra clásica– se despliegan ante nuestros atónitos ojos, en paralelo, Ricardo Barros batalla encarnizadamente con su texto. Sigue lejísimos de estar conforme… bien que, como declara la camarera Lindsay: «trabaja día y noche sin parar. Es lo único que parece dar sentido a su vida»... 

Policía de Filadelfia.


El capítulo 17 –último de la tercera parte, también de la novela– sirve para que Diego Ameixeiras resuelva su intriga a la manera norteamericana, cerrando sin fisuras un doble crimen, para, poco después, sorprendernos más con el inesperado destino de Ricardo Barros y su obra, en inglés «Death will erase your eyes». Con todo esto Diego perfila un negrísimo texto que me atrevo a definir como brillante y calculadamente frenético. Han pasado dos días desde que lo terminé. Aún estoy dándole vueltas.


El escritor y sus fantasmas ensamblados a una investigación criminal en Pensilvania. Condensado y arriesgado salto sin red. «La noche del caimán» es una novela diferente que me tiene hechizado. Ya me dirán.

ENTREVISTA CON DIEGO AMEIXEIRAS


Resulta original y diferenciador que hayas introducido aleccionadoras reflexiones sobre el proceso de escritura en una historia policíaca que tiene su desarrollo y desenlace en Filadelfia. Un mal ensamblaje podría haber generado historias inconexas, libros paralelos, pero te has ocupado bien de que haya retroalimentación y unidad.

Es la primera vez que encuentro una fusión entre metaliteratura y noir. 

¿Cómo has llegado a ella?

Quería jugar con el género y homenajear a algunos nombres de la época dorada de la novela negra, en especial a David Goodis. Todo ello sirviéndome de un escritor que pretende darle forma a su gran novela y atraviesa un montón de padecimientos. La escribí como una especie de divertimento y, aunque es una historia bastante oscura y desesperanzada, creo que ese componente lúdico está presente en la historia.


¿Tuviste algún precedente que sirviera de punto de partida?

Rubem Fonseca, por ejemplo, es fascinante. Recuerdo el impactó que me causó el juego de referencias que establece con Isaak Bábel en «Vastas emoções e pensamentos imperfeitos», que es portentoso. 


¿Ha sido complicado coronar este reto literario que abre nuevas puertas a un género tan exhausto, sobre todo en España, como es el negro?

Escribir una novela siempre supone esfuerzo y concentración, pero fue divertido trabajar en ella, pese a que es una historia en la que no brilla demasiado la luz. Utilizar a un escritor como protagonista me ahorró mucha documentación porque es un oficio cuya psicología conozco de primera mano. Creo que me ayudó bastante no marcarme como punto de partida una pretensión metaliteraria que podría inclinarlo todo hacia la pedantería. Simplemente, quería hablar de un escritor y sus fantasmas a través del olvidado David Goodis.


Tus novelas, y «La noche del caimán» no es excepción, suelen tener extensión de novela corta, pero a ningún crítico se le ocurriría definir así tu última obra. De ella yo he salido con sensaciones, por intensidad y viveza, de haber acabado un tocho de por lo menos 500 hojas.

¿Te ha llevado trabajo condensar, de manera que el proceso no parezca artificioso ni menos aún resultado de la pereza, las tramas de «La noche del caimán»?

Siempre hay razones para pulir y recortar los textos al máximo. Es algo que forma parte del proceso de escritura. Me sale de un modo natural, no es algo forzado. Pero es posible que, en ese sentido, algún día me lleve la contraria. Hay que rebelarse también contra uno mismo.


Dada la indudable pegada de ambas historias, ¿tuviste la tentación de darles más páginas para su desarrollo?

Mi idea inicial era escribir una novela breve en la que confluyesen varias tramas y todo estuviese condensado al máximo posible. Si me hubiese alargado más allá de las cien páginas creo que se perdería cierto espíritu tenso que hay en el texto. Me gustan esas películas de serie B, por ejemplo, que lo cuentan todo en setenta minutos, rápido, al grano. Y con finales abruptos.


Esta novela, ¿es más fruto de una capacidad de síntesis que solo se logra tras escribir durante años, o, más bien, procede de una inacabable serie de correcciones?

Corrijo mucho y creo que soy bastante lento escribiendo. Hay días en los que salen varias páginas casi por arte de magia y otros en los que no hay manera de sacarse un párrafo de encima. Lo mejor, me parece, es cuando no ocurre ni lo uno ni lo otro y consigues un cierto equilibrio: trabajar a favor de la historia.


Hablemos de David Goodis, autor norteamericano y figura tutelar de Ricardo Barros, tu protagonista. Había oído hablar de Goodis, elogiosamente, a tu colega Paco Gómez Escribano, que cuenta cómo descubrió algunas obras suyas en mercados de segunda mano (parece que si vas a una librería preguntando por el bueno de David te ponen la misma cara que cuando algún desubicado solicita mi novela). Vamos, que como no sea por un golpe de fortuna en los puestos de libros de alguna plaza Nueva (como las de Ourense o Bilbao), las posibilidades de conocer a este gran escritor son casi nulas. Y así nos va…

¿Cómo entras en contacto con David Goodis? 

A través de la ediciones de Versal y de la colección «Black» de Plaza & Janés que dirigía el gran Xavier Coma. Antes de internet, en las librerías de segunda mano de cualquier ciudad que visitaba. Lamentablemente, la mayoría de sus novelas están descatalogadas en castellano. Y viendo por primera vez en televisión, supongo que en aquellas noches del Cine Club de La 2, «La senda tenebrosa», la adaptación de la novela que dirigió Delmer Daves. Más tarde, cuando ya lo había leído bastante, llegué a «Vidas difíciles», el ensayo de James Sallis que habla también de Himes y Thompson.


¿Te parece un escritor tan bueno e influyente como han podido ser para el género Raymond Chandler, Jim Thompson o James M. Cain?

No es tan conocido y creo que no ha tenido tantos seguidores, quizás porque no encaja en cierto estereotipo del noir más duro y violento. Pero es una suposición mía, seguro que equivocada, porque no soy ningún especialista en la historia de género. Me atrajo mucho su poética de la fragilidad y la derrota. Su manera de observar a los perdedores, a los últimos en todo, a los que se agarran a su última oportunidad.


Goodis tiene una bibliografía bastante amplia, solo una pequeña parte ha sido citada en nuestra reseña. 

En el caso de que un lector pudiera tener al alcance la totalidad de su obra, ¿qué novela elegirías para él como más representativa de su mundo narrativo?

Me vienen a la cabeza «La calle de los perdidos» o «Fuego en la carne», por ejemplo. Pero tendría que releerlo a fondo para poder quedarme con una. Más que una novela, destacaría algunas de sus descripciones, llenas de brillo poético. Y su capacidad para crear atmósferas. Como curiosidad, estaría bien poder leer en castellano «Retreat from Oblivion», una novela que escribió con poco más de veinte años y en la que cuenta, entre otras cosas, la historia de un brigadista que combate contra el fascismo en la Guerra Civil.


¿Puedes nombrar ahora escritores de género negro, y de otros géneros, que te influyan a la hora de escribir no solo esta última novela? ¿Serían los mismos con los que disfrutas a un nivel puramente lector?

Cité antes a Rubem Fonseca, que juega en una liga superior, pero podría seguir con Bill Ballinger o Charles Williams, por citar a dos estupendos coetáneos de Goodis a los que volví mientras escribía la novela. 


¿Te pasa como a Ricardo Barros con David Goodis? ¿Tendrás un escritor de cabecera que te sirva a la vez de modelo y guía?

No llego hasta ese punto de obsesión, por suerte. Sería poco saludable. Es mejor repartir la admiración entre varios.


En uno de sus diálogos Ricardo y Vicente hablan sobre escritores que nunca pisaron el territorio sobre el que novelan, y ponen como ejemplo de semejante abstención al inglés James Hadley Chase. Ricardo Barros acepta el consejo de su amigo y se traslada a Filadelfia para intentar concluir una novela que se le resiste de manera contumaz. 

¿Eres partidario de la exploración sobre el terreno para mejor ambientar las tramas?


Sí, claro. Aunque con la imaginación se va a todas partes, bajar a la calle ayuda mucho. Y algunas cosas tienes que verlas o vivirlas.


¿Qué crees que aporta a una narración esa ambientación sobre lo visto frente a otra que opte por inventársela? 

Una visión más profunda, supongo. No es fundamental, pero creo que la experiencia directa ayuda a darle un brillo especial a lo que cuentas. Aunque es cierto que siempre acabas hablando de lo mismo: el amor, el paso del tiempo, la amistad, la muerte. Y de esas cosas todos sabemos bastante. Nadie se libra de estar sobreviviendo a una gran herida.


A Ricardo en Filadelfia las cosas no se le arreglan: el mismo grado de complicación que ya tenía en Ourense para concluir su obra lo encuentra, y amplificado, en las calles de la ciudad más poblada de Pensilvania...

¿Qué supone Filadelfia para «La noche del caimán»?

Porque es la ciudad de David Goodis el viaje de la novela tenía que acabar allí. El protagonista quiere acercarse a la verdad más íntima del novelista que admira, y solo puede encontrarla en las calles que pisó.


Ricardo Barros ejemplifica bien al escritor que sufre durante el proceso creativo. Vicente sin embargo, quizás por la escasa envergadura de sus novelitas, disfruta incluso facturando anodinas monografías. Supongo, me corriges si no es así, que escribiendo «La noche del caimán» tu disfrute, si lo hubo, no debió ser grande. La condensación argumental, sus subtextos, la mentalidad problemática del protagonista, así como el posterior frenesí al que conduces a la novela debieron crearte, además de dificultades técnicas, un agobio considerable... 

¿Estoy en lo cierto? ¿Es la novela de mayor complejidad técnica que hayas publicado?

Es un puzle con saltos en el tiempo que pide una lectura atenta. Ojalá que los lectores tengan esa paciencia con el juego que quise plantear. Creo que al final todo encaja y que la historia me pedía una escritura en pequeños fragmentos, aparentemente inconexos, pero unidos por una especie de bruma que despejamos al final.


El personaje femenino más importante (con permiso de la detective Florence Thompson, muy eficaz pero más de una pieza), Selma Varela, es desconcertante de principio a fin. La presentas, en la primera página de tu novela, metiéndose un pico de heroína y su deambular, tanto en Ourense como en Filadelfia, resulta extraño, fantasmagórico. Amiga de Vicente y amante de Ricardo resulta bondadosa y hasta sumisa con ambos escritores con lo que se rompe bastante su trazo de femme fatale.

¿Puedes contar cómo creas a Selma y la importancia que das a este personaje dentro de las tramas que conforman «La noche del caimán» y en las que participa de importante manera? 

Supongo que haber escrito una novela en la que el protagonista es un escritor maduro y atormentado, en plena crisis, que es seducido por una jovencita peligrosa, debería ser una buena razón para retirarme el saludo. Pero el juego con el tópico y el lugar común puede ser muy divertido si se consigue darle una vuelta y buscas la complicidad con el lector a través de lo que ya se ha contado mil veces. Cuando te pones a ver «Foxy Brown», por ejemplo, tu predisposición no es la misma que cuando ves «Sacrificio». Selma es una especie de femme fatale del giallo italiano, culta y viciosa, entre la inocencia y la crueldad más absoluta, siempre al borde del precipicio. Y además le gusta Patricia Highsmith. Hay que quererla.


No quiero terminar esta entrevista sin preguntarte por proyectos futuros. 

¿Estás escribiendo algo nuevo?

Estoy en ello, aunque todavía no sé muy bien hacia dónde me llevará. 


¿Vas a insistir en esta original mezcla entre metaliteratura y novela negra o tu próxima obra transitará por distintos senderos?

La metaliteratura, si puedo llamarla así, se acaba con «La noche del caimán». Pero soy muy mitómano, así que no descarto que en algún momento pueda repetir algún juego semejante.



                                                                    Diego Ameixeiras

viernes, 27 de noviembre de 2020

La puerta, de Manel Loureiro. El regreso a la tierra y a la leyenda

Maya Velasco.

La puerta de Manel Loureiro es una excelente historia, su primer thriller después de dedicarse al
género fantástico.

El principio es sencillamente aterrador. En plena tormenta, dos operarios de molinos de viento suben al Monte Seixo, en Galicia y encuentran una muchacha muerta y rodeada de ofrendas junto a la Puerta de Alén (del más Allá).

Raquel Colina, Guardia Civil de Madrid, es informada de que a su hijo Julián, víctima de un cáncer atroz, le quedan semanas de vida. La desesperación de una madre la hace buscar una salida, en creencias populares y la lleva a pedir el traslado a Viascón e instalarse en una pequeña aldea de una deshabitada zona de Galicia, Fosco.

Las dos historias se unen cuando Raquel junto con su compañero Juan Vilanova, empiezan a investigar este extraño suceso de resonancias sobrenaturales.

Juan es un gigantón que se hace querer desde el primer momento. Casi todos los personajes de esta novela son enternecedores por distintos motivos.

Esta novela es un regreso de Manel a su tierra de origen, a las leyendas que escuchó en casa de sus abuelos, a la naturaleza verde y lluviosa de Galicia. Y un homenaje a la ciudad de Pontevedra. El amor a esa naturaleza llena esta historia. Manel logra crear atmósferas inquietantes, empapadas, parece que realmente la niebla nos está rodeando.

Encuadrada en la corriente actual de la novela negra española, que huye de las grandes ciudades habituales para trasladarse a zonas rurales y cuyos protagonistas son policías, o guardias civiles. Y, por otra parte, podemos relacionarla con las primeras novelas negras europeas donde empezaron a introducirse elementos fantásticos, de la novela gótica, en tramas que solían ser totalmente racionales.


Esta es uno de los principales temas de La puerta. La lucha entre razón y fe. Raquel es una persona muy racional y metódica en su trabajo, pero tras sucumbir a la tentación de acudir a una curandera para salvar la vida de su hijo, empieza a ver cosas a su alrededor que parecen desafiar a su racionalidad. La Santa Compaña, los ritos funerarios celtas, extraños seres que susurran y desaparecen, alucinaciones… todo ello la lleva a pensar que alguien está jugando con ellos:

“Detrás de cada leyenda, por muy disparatada que parezca, siempre se esconde un trozo de verdad”

El otro es el día a día de una madre rota por el dolor y de un niño de nueve años que sabe perfectamente que tiene los días contados. Creo que todos los lectores, pasan las páginas angustiados esperando que ocurra un milagro, venga de donde venga que salve al niño, sabiendo además que esto es imposible.

Sin duda, La puerta es un thriller magnífico con un final cerrado y muy doloroso que nos deja con ganas de un segundo episodio de Raquel Colina:

“La vida y la muerte están entrelazadas de una manera tan densa que no hay que sentirlas, sino abrazarlas cuando toca”

Hoy en día, sigue habiendo personas que creen en la Puerta de Alén y que siguen dejando ofrendas a sus pies.

Nº de páginas: 352
Editorial: PLANETA
Idioma: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa dura
ISBN: 9788408233206
Año de edición: 2020
Plaza de edición: BARCELONA


viernes, 20 de noviembre de 2020

5 Jotas, de Paco Gómez Escribano. Ladrones de guante blanco en Canillejas

Almudena Natalías.


Paco Gómez Escribano acaba de publicar 5 Jotas (Alrevés 2020), una historia negra, tan negra como los cerdos que le proporcionan al Sr. Sánchez Romero Carvajal los mejores jamones de bellota del mercado.

El Charli se ha gastado sus últimos 30 euros en el pagar el funeral de uno de sus colegas en la bodega del barrio. Pero al rato le dan un soplo. Va a convertirse en ladrón de guante blanco y para ello necesita el cerebro privilegiado de su colega El Banderines. El Banderines ha salido hace años de Canillejas, pero el barrio imprime carácter y, después de tener algunas dudas y de incluir en el grupo al Pestañas, el mejor jáquer del barrio, empieza a organizar el mayor robo realizado jamás a un almacén de jamones.

El cerebro del atraco es el Banderines. Un veterano que ha logrado salir del barrio y que vive en el centro de Madrid organizando reuniones de Tuppersex que le dan pingües beneficios y que le permiten beneficiarse a casi todas las compradoras, un comercial entregado que se dice. Su coeficiente intelectual, enfocado al mundo del hampa, le permite formar un grupo digno de las mejores historias patrias de atracos. Ya le hubiera gustado al Dioni participar en él.

El Charli es un perdedor nato. Separado de su mujer y sus hijos vive como puede en el barrio pero sigue manteniendo sus sueños aunque solamente a ratos.

El Pestañas es su primo. Ha crecido encerrado en su cuarto bebiendo Coca colas y se ha convertido en un jáquer de los buenos “un nota de esos que puede entrar en el ordenador de la CIA y reventarlo, no un nota de esos que sabe manejar Word y Facebook”.

Así que los tres se reúnen en el reservado del bar del Piraña a dar forma al mayor robo de jamones de la historia. Nada puede salir mal.

Paco Gómez Escribano reinventa la figura del ladrón de guante blanco. Arsenio Lupin, El Santo y Fantomas, figuras aristocráticas con una inteligencia superior y una elegancia innata, se convierten en 5 Jotas en un travesti superdotado de Canillejas con querencia a la cerveza y a la comida china y los diamantes y las antigüedades se convierten en esta historia en jamón de bellota. Dónde va a parar.


También recupera en esta novela al narrador omnisciente que no sólo nos cuenta la preparación del robo, el momento del robo y sus consecuencias, sino las vivencias del dueño del almacén y de su mujer y las consecuencias del atraco en ellos. 

En esta ocasión, Paco Gómez Escribano, nos saca un poco de Canillejas y nos enseña los bares del centro, los chalets de los barrios privilegiados y los polígonos de fuera de la ciudad, magníficos escenarios para conocer a ritmo de Blues, pero la esencia de sus novelas sigue llenando cada capítulo de 5 Jotas.

Así que preparad una cerveza con sus aceitunas y unas tajaditas de jamón del bueno y poneos a leer 5 Jotas. Ya me lo agradeceréis.

Nº de páginas: 304
Editorial: ALREVES
Idioma: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788417847494
Año de edición: 2020
Plaza de edición: ES



viernes, 13 de noviembre de 2020

La oscuridad que conoces, de AmyvEngel. Unos personajes que intentan comprender su vida

Maya Velasco.


La oscuridad que conoces de Amy Engel es una de las novelas negras de actualidad.

Últimamente, se publican cantidad de novelas negras que podríamos calificar de mediocres, sin embargo, La oscuridad que conoces además de ser la típica noir rural y domestic noir con los habitantes de la zona, los policías, los buenos y los malos, es la historia de una mujer, de su pasado y presente y de cómo la vida puede asestar golpes cada vez más fuertes. La narración en primera persona hace que se profundice en los sentimientos de la protagonista, sobre todo en el dolor que significa la pérdida de un hijo.

En una población de los montes de Ozark, aparecen muertas dos niñas de doce años, brutalmente asesinadas. Izzy Logan, hija de un matrimonio bien situado y Junie, la hija de Eve Taggert. Eve es nuestra protagonista. Una mujer cuya madre es drogadicta, borracha y todo lo peor que uno se pueda imaginar. La infancia de sus hijos fue durísima, a veces sin comida y a menudo educados a golpes. Esto hizo que Eve y Cal, policía, se apoyasen y se hicieran inseparables.

El lugar donde transcurre la historia nos muestra también esa oscuridad. Las viviendas a menudo son caravanas destartaladas en medio del monte, llenas de suciedad y de borrachos, la gente malvive de la droga, los policías están metidos hasta el cuello en asuntos oscuros…

Tras una adolescencia al borde de lo peor, Eve se queda embarazada y su hija Junie, será quien la salve del desastre. Ella no quiere que la infancia de su hija sea como la suya y quiere protegerla de su propia oscuridad. Hasta que aparece muerta y decide averiguar quien la mato para poder vengarse. Según avance la investigación, empezaremos a saber más cosas sobre la vida de Eve, sus amores, quienes la apoyaron, quienes la hundieron…

Amy Engel bucea con maestría en las relaciones humanas, especialmente entre madre e hija, ese lazo que, a pesar de los golpes, nunca se rompe. Profundiza en cómo la infancia nos marca para siempre y nos hace ser quien somos de adultos: “Y entonces me di cuenta de que algunas cosas siempre terminan volviendo a tu vida, por mucho que desees haberlas dejado atrás para siempre”

La verdad se intuye según va avanzando la historia, si bien es cierto que no queremos creérnosla.

En fin, que no es una novela de crímenes más pues profundiza en la psicología de los personajes, unos personajes que intentan entender sus vidas, a menudo sin éxito.

Nº de páginas: 296
Editorial: SUMA
Idioma: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788491294108
Año de edición: 2020
Plaza de edición: ES
Traductor: LAURA VIDAL SANZ


viernes, 6 de noviembre de 2020

Desconfía, de Jon Arretxe. La cara B de París

Almudena Natalías. 

Jon Arretxe vuelve a fascinarnos una vez más con otra entrega de su detective Touré. En Desconfía (Erein 2020)el vidente, detective, soplón, cantante, gigoló  y ladronzuelo, se encuentra en la ciudad de la luz viviendo una vida que, sospechamos, no es la suya.

Touré es un emigrante sin papeles que probó, sin mucho éxito, fortuna en el barrio de San Francisco en Bilbao. Después de convertirse en topo para la ertzaintza, huye al Pirineo navarro (No digas nada) donde además de la vida sencilla del campo encuentra cabezas de burro decapitadas, música heavy, clubs de carretera y se ve de nuevo obligado a huir, esta vez con una amiga, Yareliz.

La vida en París hace honor a la canción de Édith Piaf todo es de color rosa. Touré y Yareliz tienen dinero, sexo ocasional, el proyecto de robar en el Moulin Rouge… Pero la felicidad y Touré no se llevan bien. Una vez más la casualidad, o el destino, le juegan una mala pasada y a pesar de que Touré sabe que no debe confiar en nadie se presta a cavar su propia tumba.

Desconfía empieza con una escena premonitoria, Notre Dame arde ante la vista de numerosos curiosos a los que Touré y Yareliz les roban la cartera. Una de las ciudades más bellas del mundo empieza a convertirse en una ciudad oscura que arde. 

Touré ha perdido la inocencia que tenía en las primeras novelas de la saga, pero no del todo. Empieza a investigar la desaparición de una amiga de Yareliz y esto le lleva a salir del barrio en el que vive para entrar en el Distrito 13 de Paris, el mayor barrio chino de Europa. La mafia, la policía y su propio pasado se unen para destrozar el sueño de paz de Touré y la realidad le vuelve a dar un bofetón al sufrido detective.


Jon Arretxe ha vuelto al noir urbano con una novela que vuelve a describir la cara B de una gran ciudad. Junto a la Torre Eiffel y a las grandes avenidas están los barrios marginales donde los emigrantes no disfrutan de la luz de la ciudad. Prostitución, juego, mafias y desamparo conviven de espaldas al lujo. Los barrios a los que los turistas no irán nunca esconden vidas rotas y presiones policiales.

No deberíais perderos esta séptima entrega del aspirante a detective. Si no habéis leído ninguna de las anteriores no tendréis ningún problema ya que son historias independientes, pero yo os recomiendo que, una vez que descubráis a este personaje, leáis las anteriores. Todas ellas forman la historia de una buena persona que sale de su país para encontrar el paraíso europeo y que, sin embargo, descubre lo que es el infierno de la marginalidad. 

    Des nuits d'amour à plus finir

    Un grand bonheur qui prend sa place

    Des ennuis des chagrins s'effacent

    Heureux, heureux à mourir


Colección: Cosecha roja, 39
Formato: 135 x 205 mm
Páginas: 240
Encuadernación: Rústica
Fecha de publicación: 01-10-2020
ISBN: 978-84-9109-656-6


viernes, 30 de octubre de 2020

Mañana no estas, de Lee Child. Cómo reconocer a un terrorista

Almudena Natalías. 

La editorial Blatt & Rios acaba de publicar en España otra entrega de la saga escrita por Lee Child y


protagonizada por Jack Reacher, un veterano de guerra que recorre EEUU con un cepillo de dientes como equipaje, como si de un vagabundo se tratara. Mañana no estás se adentra en el mundo del terrorismo islámico, los secretos del Pentágono y la carrera de un aspirante a senador.

Jack Reacher está en el metro de Nueva York a las dos de la mañana observando a los demás viajeros. Uno de ellos cumple todos los requisitos para ser un terrorista islámico. Jack se acerca a la mujer para evitar un atentado cuando esta se suicida antes de que Jack pueda actuar. A partir de este momento se desata una carrera en la que el protagonista, ayudado por una joven detective de la ciudad y un policía municipal de Nueva Jersey va a bajar a los sótanos de las fuerzas de seguridad estadounidenses.

"Los terroristas suicidas son fáciles de identificar. Emiten señales delatoras de todo tipo. Más que nada porque están nerviosos. Por definición todos son primerizos."

Mañana no estás es la segunda novela de la saga de Lee Child, tras Noche caliente, que nos presenta la editorial. El protagonista de ambas es un peculiar personaje al que es difícil catalogar. Es inteligente y cínico. Viaja por el país sin equipaje, quemando su ropa cuando compra una camisa nueva y viajando en autobús. Nada le sorprende, es frío. Ni que una mujer se suicide ante él, ni los interrogatorios de la policía le hacen pestañear. Jack Reacher es un tipo duro.

Lee Child ha creado uno de los personajes más conocido por los lectores de todo el mundo y que, por fin, ha llegado a España para que lo descubramos.

El ritmo de Mañana no estás es muy rápido. Cada capítulo termina con una incógnita que hace que el lector tenga que seguir leyendo. Este ritmo  se mantiene durante toda la narración.


Lee Child es conocido como uno de los más importantes escritores de Best Sellers. Sus novelas no intentan convertirse en libros de culto sino entretener al lector y eso lo consigue con creces. Son puro entretenimiento y eso nos gusta. 

Así que este fin de semana tan complicado os propongo este plan. En vez de ver una película de acción, leed Mañana no estás y descubriréis en ella todos los ingredientes de las películas americanas pero sin el desagradable sonido de las explosiones y de los tiros. Todo eso va a estar sólo en vuestras cabezas. Ya me contáis.

Nº de páginas: 488
Editorial: BLATT & RIOS
Idioma: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa dura
ISBN: 9788412180831
Año de edición: 2020
Traductor: ALDO GIACOMETTI


viernes, 23 de octubre de 2020

La vida mentirosa de los adultos, de Elena Ferrante. Mentiras y relaciones humanas

Maya Velasco.

 La vida mentirosa de los adultos me ha devuelto una vez más al mundo literario de Elena Ferrante.

Elena Ferrante es cuanto menos una escritora controvertida, primero por su deseo de mantener su identidad en el anonimato y segundo porque muchos lectores la clasifican de escritora de segunda. Sin embargo, después de su clamoroso éxito en Italia, sus libros se han vendido en todo el mundo consiguiendo multitud de seguidores. A día de hoy, es casi seguro que la autora es la propia Anita Raja

Pero aparte de este. misterio que es secundario a la hora de leer sus obras, he de decir que su Saga de las Dos amigas me fascinó y la leí de un tirón. Ahora nos sorprende con su nuevo éxito, La vida mentirosa de los adultos. Es la historia del paso de la niñez a la vida adulta que además de la transformación física, se verá acelerada por el descubrimiento de que nada es lo que parecía. Los adultos mienten, y tras esas mentiras se esconden secretos nunca revelados que Giovanna irá descubriendo y que irán modelando su carácter. El descubrimiento de un mundo ajeno a su infancia, el descubrimiento del sexo.

“Dos años antes de irse de casa, mi padre me dijo a mi madre que yo era muy fea”. Esta frase desencadena toda una búsqueda de la propia identidad, de la historia de sus padres, de su familia, de todos los que le rodean. Y sobre todo de la tía Vittoria, personaje increíblemente rico por todas sus ramificaciones.

Los personajes son fascinantes, desde los padres de Giovanna, hasta sus amigas, el entorno de la tía Vittoria que de pronto se convertirá en su centro gravitatorio, desplazando a sus padres, que hasta entonces fueron todo para ella. Todos están perfectamente definidos por su forma de actuar, por sus reacciones, por sus discursos.

Transcurre en Nápoles, mostrándonos como en otras obras, las zonas más castigadas por la pobreza, aunque en este caso se narra en primera persona desde el punto de vista de la burguesía de los años 90. La vida culta, estructurada, medida de la familia de Giovanna, explota hecha pedazos por la irrupción de la otra realidad.

Al igual que en sus otras novelas, La vida mentirosa de los adultos nos atrae por su lenguaje directo y la profundidad de los que nos cuenta. La característica principal de Elena Ferrate es que no nos relata hechos, sino que nos habla de las relaciones humanas y sus consecuencias, siendo las más importantes la relación madre-hija y la sentimental, el amor o el desamor, según venga. La autora no juzga estas relaciones ni la forma de actuar de sus personajes, simplemente nos presenta la vida como es. Y más importante quizás, cómo van cambiando estos personajes y estas relaciones a lo largo de su historia.

“Quizá en ese momento en alguna parte de mi cuerpo algo se rompió, quizá debería situar ahí el fin de la infancia”

Nº de páginas: 368
Editorial: LUMEN
Idioma: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788426408341
Año de edición: 2020
Traductor: CELIA FILIPETTO ISICATO

viernes, 16 de octubre de 2020

EQUINOCCIO. Jimena Tierra. Grupo Tierra Trivium (2018)

 

Manu López Marañón

Jimena Tierra (Madrid, 1979) es licenciada en Derecho por la UAM con postgrado en Asesoría


Financiera. Aunque «Equinoccio» sea su primera novela desde hace un tiempo escribe, y con éxito, relatos y poesía. Así, por su narración corta «Escombros» gana el concurso de Ediciones Saldubia en 2014 y su relato «No fue un verano cualquiera» es galardonado en el certamen Don Manuel de Moralzarzal de 2017. Su segunda novela, «Cambio de rasante», que incluye a personajes de «Equinoccio», ahonda sobre los avances de la ciencia y denuncia las desigualdades sociales del mundo en que vivimos. Jimena Tierra es una de las coordinadoras de Grupo Tierra Trivium, emprendedora editorial que aporta novedosos enfoques al tradicional, y un poco anquilosado, proceso de publicación.


Cualquier introducción de «Equinoccio», novela que se desarrolla durante los primeros meses de 2014, debe adelantar que combina una investigación criminal (la del detective Anastasio Rojo, a la búsqueda del asesino de su hija) con un thriller en el que interviene una secta cuyo satánico líder practica torturas, mutilaciones –e incluso asesinatos de inocentes– destinadas como ofrendas para el príncipe de las tinieblas. Tales barbaridades conducen a un camino de purificación para alcanzar un estadio superior de conciencia que desemboca en una «santidad» bastante macabra, la verdad sea dicha. Los protagonistas aquí son Eduardo Yuste, un estudiante apocado, opositor a judicatura, y, especialmente, Amadeo Figueroa: hombre corpulento de espesa barba al que un rastro de profanaciones y desapariciones lo acompaña adónde va, y que lidera este grupo juvenil encarnando una malignidad sin fisuras. 

Amadeo Figueroa: perversidad en estado puro.

Rescatando la célebre frase de Hitchcock acerca de que cuanto más conseguido esté el malo mejor resultará la película, de Figueroa destaca su inagotable insidia: lo más logrado de esta novela. «Todos deseamos que triunfe el criminal», dejó escrito De Quincey, «porque el criminal, incluso en su versión más despolitizada y cínica, enfrenta la ley, se enfrenta con los procedimientos brutales del Estado»… En el caso del líder de esta secta lo cierto es que cuesta empatizar con él, pero su aquilatada infamia consigue que prenda en el lector un magnetismo similar al que despierta en sus devotos adeptos.

 Quincey y Hitchcock: el irresistible encanto de la maldad.

El ex sacerdote Figueroa, atrapado en un pasado de humillaciones, se ha convertido en un sedicioso dominado por su vanidad extrema y despiadada   («El orgullo fue el elemento que llevó a Lucifer a rebelarse contra Dios y rechazar su autoridad y prioridad como creador», Ezequiel 28:12-19). Su severidad es tal que no titubea a la hora de atormentar delante de todos a su propia hija, Yurena, una integrante más del grupo. Con su eterna sed de venganza hacia la Iglesia católica Amadeo Figueroa –apodado «Seth»– alimenta el laberinto trastornado y fantasioso de su afilada mente, a lo que colabora esos atracones de lectura esotérica y satánica que se pega. Sus expertos conocimientos han convertido a su persona en «representante de la Iglesia de Satán en Madrid». El viejo sueño de Seth de crear una sociedad secreta o secta pararreligiosa está ya materializado al comienzo de «Equinoccio», cuando descubrimos a varios discípulos suyos envileciendo blasfemamente cementerios y capillas.


Eduardo, opositor que desde su ventana controla a una chica que a diario aguarda al bus, se decide a hablarla. Verónica resulta ser «una mujer siempre enferma, apática y siniestra hasta el punto de llegar a contagiar su pesimismo al que tenga al lado». Pero de su mano Eduardo conoce a la pelirroja Carlota (Charly), toda una sacerdotisa satánica y experta bruja por la que se siente irremediablemente atraído. Tras acostarse con ella y seducido por sus malas artes empieza a asistir a reuniones de la secta. Abducido por la carismática personalidad del líder, Eduardo ingiere drogas alucinógenas y participa en orgías. En una dura batalla interna que pugna entre quedarse (por la pasión sexual que siente hacia Charly y la amistad que comparte con Verónica) y las ganas de salirse del grupo (ante los desatinos de Seth, capaz incluso de merendarse a un bebé), el opositor, con apoyos desde dentro de Verónica y de la propia hija de Amadeo, inicia los pasos para dejar ese tinglado diabólico en el que se ha dejado meter, y hasta el fondo, por su debilidad y concupiscencia. 

Anastasio Rojo, detective privado con licencia, es el otro gran personaje de «Equinoccio». Tras cinco años en el dique seco, deprimido por el asesinato de su colaboradora –su hija Sonia–, recibe a Juan José Mendoza (eminencia de la bioquímica y el cáncer) que le ruega investigue el suicidio de su hijo. Israel, un veinteañero asocial, adicto a la marihuana, se arrojó desde un undécimo piso hace varios meses. Rojo averigua qué hizo, con quién andaba y qué lo motivo a tirarse en una canónica trama policial hasta que los argumentos de la novela, el detectivesco y el satánico, se fusionan –capítulo 16 del libro primero– al reconocer Rojo, en la casa de Amadeo Figueroa, una foto grupal en la que junto a Seth posa el joven Israel Mendoza.


Aunque Jimena Tierra entrecruce con acierto ambas tramas sosteniendo su interés hasta el desenlace, no olvidamos cómo los altibajos son prerrogativa de casi cualquier novela (frente a la tensión sostenida y continuamente exacerbada del cuento o el poema). En «Equinoccio» –para quien esto escribe– la inevitable imperfección pudo haberse fácilmente minimizado al venir dada por un exceso de documentación, satánica sobre todo. Y es que encuentro sobreabundancia de actos vandálicos, robos, tráfico de obleas consagradas, biblias satánicas, esoterismos, manuales de ocultismo, ofrendas a Lucifer, profanaciones, misas negras y orgías, descrito con gran lujo de detalles. Esta apuesta porque nada falte induce a pensar que la autora desestimó hacer una criba con vistas a que «Equinoccio» ganara en ligereza lectora. Por ejemplo Ira Levin en su novela «La semilla del diablo», e incluso el no pocas veces excesivo Roman Polansky en la adaptación al cine, manejaron la tentadora escenografía satánica con un rigurosísimo criterio de selección.

Sectas diabólicas en el cine.

Un punto a favor de «Equinoccio» es saber crear opresivas atmósferas. Al grupo gusta celebrar sus reuniones (como pasaba en «Los sin nombre», la novela de Ramsey Campbell) en edificios abandonados: sanatorios para tuberculosos; psiquiátricos; casonas como la de Cangas de Onís…, emplazamientos, en fin, sobre los que las fuerzas sobrenaturales (muchas veces convocadas a golpe de Ouija) parecen más propicias a aparecer y que logran en ellos ese adecuado clima de terror psicológico inspirado en los relatos góticos. Cuando la novela se desarrolla en Madrid Jimena Tierra actualiza los escenarios y presenta una ciudad suburbial, de centros comerciales; una urbe asfixiante, de ajetreos y extraños, que aumenta la ansiedad. Pero la autora no es de las que dan más importancia a los escenarios que a la acción y esto, en una obra de grueso tamaño, siempre es de agradecer.


La tortura psicológica ejercida por Amadeo Figueroa sobre Eduardo y Verónica (quien, desequilibrada por el satanismo, se debate entre la ilusión y la desesperanza, desgajándose lentamente del mundo) impide a estos jóvenes casi discernir ya entre la realidad y los ensueños de sus alienadas mentes, algo que, potenciado por la ingesta de drogas, va peligrosamente in crescendo.


El 30 de abril –cumpleaños de Lucifer– se celebra la Noche de Walpurgis: en esa propicia oscuridad espectros, duendes y espíritus se presentan para llevar a cabo las más espeluznantes francachelas. El grupo de Amadeo Figueroa pretende hacer coincidir la onomástica con el definitivo pacto de Eduardo con Satán. Por su parte Anastasio Rojo, conocedor de cómo Israel formaba parte del Grupo de Seth, esconde varias cámaras por la iglesia del Sordo, lugar previsto para la diabólica alianza. Este doliente padre pero efectivo detective vive obsesionado con desenmascarar y detener al malvado Seth (motivos muy personales no le faltan…). Durante esta inminente Walpurgisnacht, sobre la que todos los personajes han puesto –en un mayor o menor grado– sus expectativas, tendrá lugar un deux ex machina de los que hacen época.


En «Equinoccio» predominan las sombras ante cualquier luz de esperanza. La autora nos sirve una descorazonadora historia sobre el ser humano y su incomprensible fascinación por la violencia más brutal. A Amadeo Figueroa lo domina la hybris, esa arrogancia de quien desafía a los dioses y encuentra su propia ruina. A ese tipo de personalidad perturbada y narcisista no la destruyen agentes externos: es de adentro de donde provienen los embates más fuertes contra ella. «Amadeo ha conseguido hacernos salir de la ignorancia con su sabiduría sobre la vida y la muerte», explica Carlota a Eduardo, sentando cátedra: «él conoce los límites de la realidad y lo que hay más allá de nosotros mismos». Lograr que sus adeptos se traguen sandeces de este calibre es el mayor logro de estas mentes nacidas para dominar y exterminar, y Jimena Tierra lo refleja con indudable acierto.


ENTREVISTA CON JIMENA TIERRA:


Tu novela combina investigación detectivesca con thriller satánico, curiosa mezcla en el desgastado noir ibérico. Dinos Jimena: ¿cómo surge la idea de «Equinoccio»?

Estaba estudiando la carrera de Derecho cuando leí la noticia de que en Tenerife la policía había frustrado un intento de suicidio de más de 30 personas. Aquello me sorprendió.


¿Con cuál de las dos tramas arrancas y, narrativamente hablando, cuál te lleva mayores esfuerzos? 

La trama del adolescente que se introduce en la secta es dura, mucho más que la del detective. La investigación que llevé a cabo para reproducirla me quitó el sueño en varias ocasiones.


¿Entrecruzar las tramas te originó muchos quebraderos de cabeza?

Ninguno. Sabía lo que quería escribir desde el primer momento. Para generar una atmósfera de tensión al lector era fundamental introducirle en ambos ambientes y ligar el hilo conductor en el momento justo.


Al comienzo de tu libro avisas de cómo está inspirado en hechos reales, de que «todas las referencias e invocaciones que se mencionan han sido extraídas de diversos manuales ocultistas y religiosos». La verdad, leyendo aterradoras páginas de «Equinoccio», cuesta aceptar que en todo momento te hayas limitado a registrar sucesos acreditados. A mí, y creo que a ninguno de tus lectores, no nos molestaría que desvelaras si en tu novela hay algo –o bastante– de recreación, de legítima exageración: al fin y al cabo distorsionar la realidad para llevarla a su terreno es algo innato para cualquier escritor. Sincérate para el Terrario: ¿Hasta qué punto se ajustan a lo real tus misas negras, las profanaciones y, sobre todo, esas espeluznantes ofrendas?

Absolutamente todo está documentado. De hecho, en mi investigación tuve que filtrar mucha información para que al lector le llegara en forma de trama narrativa. Analicé movimientos de diferentes grupos, tanto en Sudamérica como en Europa, y fruto de esos operativos es la secta que presento y que unifica muchos de los rituales estudiados.


Que la documentación que manejas esté empleada con hiperrealismo brutal (en no pocas ocasiones parece que estemos ante una película de Michael Haneke, «Funny Games» por ejemplo) otorga una de sus principales señas de identidad a «Equinoccio». Habrá lectores con la sensibilidad a flor de piel que tengan problemas para continuar la lectura. A este crítico, que está hecho ya a todo, le ha resultado fuerte conocer desde sus entrañas, y con aplastante lujo de detalles, las barbaridades que se pueden cometer en una secta satánica. ¿Cómo llegas a este tipo de documentación sensible y, supongo, no fácil de conseguir? 

Difícil, cruel, absolutamente diferente a cuanto estamos acostumbrados. Internet es una fuente abierta en todos los sentidos. Escuché y leí autobiografías, reuní noticias de la hemeroteca, hablé con sacerdotes… resido a pocos kilómetros del hospital abandonado de La Barranca donde, curiosamente, se realizan ritos satánicos. Esta semana ha sido noticia que un grupo de jóvenes ha ido a pasar la noche allí y uno de ellos, de 29 años, ha caído al vacío y está con un traumatismo craneoencefálico. Se están investigando los hechos.


¿Te resultó complicado hacerte con los manuales de esoterismo y ocultismo que muestras o adquirir incluso esa biblia satánica que detallas?

No especialmente. Desde niña he sentido fascinación por lo oculto. En la universidad leía el tarot mientras los compañeros jugaban al mus en la cafetería, y se me daba bastante bien. La Biblia Satánica no obra en mi poder.


¿Aportaron datos para la construcción de «Equinoccio» novelas y películas que hayan abordado antes el tema de las sectas? 

En realidad… no. No me he inspirado en ninguna película concreta (que yo recuerde).


La gran baza de «Equinoccio» son sus protagonistas varones: Amadeo Figueroa, Anastasio Rojo y Eduardo Yuste. Creo que Figueroa es uno de los malos más pulidos que haya encontrado en la literatura española y quiero felicitarte por dar vida a un sujeto tan lleno de conocimiento y rebeldía, una rebeldía canalizada para hacer el mayor daño tanto a la sociedad como a los propios miembros de su secta. ¿Cómo prende en tu clarividente cerebro de abogada semejante monstruo al margen de toda ley? 

Esa es la clave. No era capaz de comprender cómo una persona podía incitar a suicidarse a treinta, sin ningún tipo de coacción, únicamente usando su carisma como arma de fuego. Después de aquella noticia hice un seguimiento exhaustivo respecto a lo que publicaba la prensa. Resultaba tan sorprendente como fascinante.


¿En algún momento lo pasaste mal desarrollando a Figueroa? ¿Sería tu creación favorita de «Equinoccio»? 

Figueroa es un personaje, en cierto modo, estereotipado. Siempre lo he imaginado culto pero no repelente, atractivo pero no guapo, convincente pero no categórico. A ello se le junta una infancia marcada por un mal uso de la religión, algo habitual en el desarrollo de este tipo de conductas. Me costó trabajo profundizar en él dado mi conocimiento frugal del terreno.


Respecto al abúlico Anastasio Rojo decir que, partiendo de unos estereotipos de detective privado, crece a lo largo de la novela y termina convirtiéndose en un hombre de acción fundamental a la hora de perseguir a Figueroa. Similar proceso se da en el opositor Eduardo, un joven bastante parado al comienzo y al que das un potente impulso convirtiéndolo en alguien audaz que cobra importante protagonismo en el desenlace. ¿A Anastasio y Eduardo los creas como previsto contrapunto a la maldad ilimitada de Amadeo, o, por el contrario, tenían un desarrollo autónomo hasta que las tramas se entrecruzan? 

Buscaba paralelismos. Pretendía escribir algo que entretuviese pero que informase. Para mí era fundamental plantear los diferentes puntos de vista de los implicados y, en cierto modo, el terror que somete a cada uno de ellos estando tanto dentro, como fuera.


Mujeres como Verónica y Carlota tienen su enjundia en «Equinoccio». ¿Qué puedes decir de ambas chicas, tan diferentes pese a ser miembros de una misma secta y estar sometidas a idénticos tormentos?

La mujer es un elemento clave como símbolo de fertilidad en cualquier tribu. Con independencia del machismo o el feminismo. Era crucial aportar diferentes perspectivas de un mismo problema para mantener la objetividad del lector.


En tu novela más reciente, «Cambio de rasante», participan Verónica y Anastasio. ¿Tiene esa obra puntos de contacto con «Equinoccio»? 

Se trata de una nueva investigación, absolutamente diferente, pero con personajes que tienen una relación más profunda dado su pasado.


¿Qué puedes adelantarnos de ella? 

«Cambio de Rasante» plantea al lector dudas sobre las limitaciones de la exploración científica.


¿Estaremos ante el inicio de una saga? ¿Cuáles son tus planes literarios para el futuro?

No estoy segura. Imagino que si vuelvo a enfrentarme a la escritura presentaré a estos nuevos personajes, es algo que me gustaría, pero no tengo claro el formato que los daré. En la actualidad estoy sumida en el texto de un nuevo libro de no ficción que verá la luz en mayo de 2021.


Por último, contéstame a una curiosidad. No estropeo nada si desvelo que la Walpurgisnacht tiene su importancia en esta primera novela tuya… Jimena, ¿no crees que titularla precisamente así, La Noche de Walpurgis, hubiera sido más indicado, y hubiera dado más fuerza al libro que llamándolo «Equnioccio»?

Creo que La noche de Walpurgis es demasiado conocida y se ha usado en varias ocasiones. La palabra Equinoccio, precisamente, no le lleva al lector directamente a la maldad, sino que da lugar a diferentes interpretaciones.

                                                                        Jimena Tierra


viernes, 9 de octubre de 2020

El mar de Octubre, de Francisco Silvera. Fotografías negras del otoño

Almudena Natalías.

El otoño es la estación más complicada. Entre el verano y el invierno vamos navegando entre los


excesos de agosto y el encierro de noviembre. Los colores se matizan, los días, poco a poco se acortan, y las ausencias se hacen más patentes. Con El mar de octubre, de Francisco Silvera, vamos a reconocer en cada uno de los capítulos de la novela, el ritmo del otoño.

El mar de octubre comienza con una muerte en el mar, así, sin anestesia. El mar y la espuma son cómplices de ella. El lector ya sabe a qué atenerse.

Los capítulos de El mar de octubre son contos. Cada uno de ellos es un poema negro con las palabras exactas. Alguno de ellos, narrados en primera persona, muestran los pensamientos más ocultos de personajes solos, agotados, sin esperanza, fracasados. Traficantes, yonkis, padres, policías, todos comparten lo mismo, la sensación de que la vida ha perdido su sentido y que hay que dejarse caer, como las hojas de los árboles en otoño. Y el mar de octubre de fondo.

Algunos de los relatos son muy cortos, en ellos cada una de las palabras es necesaria, no sobra nada pero tampoco falta nada. Son disparos que van creando un mapa más amplio.

Algunos de ellos están narrados en primera persona, son reflexiones del protagonista que nos introducen en un mundo casi caótico pero que forman parte del mapa del que hablábamos antes. Otros están narrados en tercera persona, pero no por un narrador ajeno al personaje, nos da los datos precisos para que construyamos una perfecta fotografía de todo lo que ocurre, sin florituras pero sin omisiones.



“El sonido del océano entra y sale del agua, como un dardo que atravesara capas de fluido sin dejar de avanzar.”

Francisco Silvera, en El mar de otoño, escribe poemas en prosa, poemas negros, poemas que llegan al lector provocando olores, sonidos, colores, visiones, y sensaciones ásperas. Otra novela imprescindible de la Serie negra de la editorial Akal. Leedlo.

Serie: Negra
Idioma: Castellano
EAN: 9788446048602ISBN978-84-460-4860-2
Fecha publicación: 22-06-2020
Páginas: 128
Ancho: 14 cm
Alto: 21,5 cm
Formato: Rústica


viernes, 2 de octubre de 2020

Pedro Aranda, autor de El ruido que nos separa, habla con nosotros

 El ruido que nos separa, la primera novela de Pedro Aranda, es una novela que nos ha sorprendido a


nosotros y al jurado del premio Icue de novela negra ya que ha sido finalista este año en Cartagena Negra.

Hoy vamos a conocer un poco más al autor.

Buenos días, Pedro. Has escrito una novela redonda. Una novela en la que aparecen muchos personajes que forman parte de una misma historia sin que ellos lo sepan. ¿Qué intención tenías al escribirla?

Lo primero de todo, muchas gracias por tu apreciación. La intención básicamente era una: Entretener al lector. Me parece que contar una única historia e ir desarrollándola a lo largo de trescientas páginas es algo que ya se ha hecho muchas veces. Ya se ha matado de todas las formas posibles. Cualquier tipo de asesino ya está escrito. También nos han contado ya todas las maneras de enamorarse y descrito las reacciones de los protagonistas. Y yo quería alejarme de ahí. Escribir una novela fragmentada, de personajes que se van cruzando conforme van avanzando historias aparentemente desconectadas, no es para nada algo original, pero sí que es menos frecuente. También es cierto que exige más concentración al lector, más memoria, pero, por otro lado, yo creo que agradece que los capítulos no se le hagan eternos y mantengan la intensidad de principio a fin sin tener que acabar leyéndolos en diagonal. Hay gente que ha leído el libro que me dice que tiene ese toque a películas de Guy Ritchie, o a Babel, a Crash, etc. Mientras sean esas y no otras, yo bien contento que estoy con las comparaciones. 

En cuanto al comentario final de tu pregunta sobre personajes que forman parte de una misma historia sin que lo sepan, efectivamente, es el efecto que quería conseguir. Pero no hay nada especial en ello. Es la vida misma. Por no irnos muy lejos en el tiempo, vámonos al día del certamen de Cartagena Negra. Allí nos reunimos los cuatro finalistas, los miembros del jurado, los cámaras de televisión, periodistas, público, políticos, etc. Y la novela, por hacer la extensión a este momento, no se centraría solo en los actos que ocurrieron ese día, sino que profundizaría en los días previos de cada uno de los que nos juntamos allí. Y mi propósito era que el lector (o vidente, en este caso, a través de la televisión) conociera la vida de cada uno de ellos antes de ver en directo la gala -por llamarlo de alguna manera-. Y que se fijara en la persona que más le hubiera llamado la atención, que no tiene por qué ser ninguno de los cuatro escritores que estuvimos charlando en la mesa redonda. Podría ser perfectamente la chica de pelo corto sentada en la segunda fila.


El ambiente trágico de El ruido que nos separa es claro, aunque hay pequeños destellos de esperanza. ¿Tu propia visión de la vida coincide con el de la novela? 

Mucho me temo que sí. Hace poco, con motivo de la nominación del certamen, nos entrevistaron a los finalistas y nos preguntaban si el Covid era el gran villano del año. Y yo contesté que prefería pensar en otros términos, como el baby boom que se ha observado en este tiempo entre elefantes a los pies del Kilimanjaro. Y la gente me decía que les parecía raro que, precisamente yo, hubiera dado la respuesta más positiva de todas, que viera el vaso medio lleno. Y yo les dije que no, que yo el vaso lo sigo viendo medio vacío, pero que prefiero fijarme en la señal de pintalabios y no en el vino. Y son esas pequeñas cosas a las que presto atención sin las cuales la vida sería completamente insoportable, como dice la canción.

Si me permites, voy a seguir tratando de contestarte contándote con una pequeña historia que me ocurrió hace un par de veranos. Me encontraba en la playa leyendo un libro que había cogido esa tarde de la biblioteca, cuando se cayó un trozo de papel que había dentro. En el papel aparecía una ecuación matemática complicadísima, llena de X e Y, que luego, quien la había escrito, había terminado tachando tantos números y despejando tantas incógnitas, que al final la ecuación no parecía la misma. Había una chica a mi lado ocupando un trozo de mi toalla a la que vi despertarse y girarse hacia mí, mirándome un poco desorientada. Y cuando logró ubicarse me preguntó, vete tú a saber por qué, si nos comprábamos un barco. A mí me sorprendió bastante la pregunta porque la había conocido la noche anterior, y le respondí que yo no tenía dinero para un barco. Ella me miró como si se hubiera confundido de persona y me dijo algo que todavía no he olvidado y que me pregunto cuándo lo haré. Me dijo: “Prométeme una cosa, prométemela de verdad. Prométeme que la harás”. Pero antes de que me diera tiempo a responderle, vi que se había quedado dormida otra vez. Aparté un poco los auriculares que llevaba para que no se le clavaran en el costado y volví a mirar el papel. Le di la vuelta y salía una antigua dirección de hotmail. Metí la hoja más o menos donde estaba en el libro y seguí leyendo por donde me había quedado. Y ponía: 

"Cariño, desconéctame, si crees que es lo mejor".

 Creo que esa historia, que es real, de alguna manera responde a tu pregunta.


Uno de los personajes de la novela, el Sr. Primavera, parece que ha conectado mucho con el público. ¿Tienes pensado algo para él en el futuro?

Se trata de un personaje cargado de referencias cinematográficas. Lo escribí pensando en el papel de Mel Gibson en Conspiración, pero también de Sentencia -en El bueno, el feo y el malo-, e incluso Jacob -de Perdidos, que es esa figura misteriosa que de alguna manera ordena y da sentido a la trama-. Y su historia es también muy atractiva: un adolescente americano al que agentes del gobierno secuestran para someterle a distintos experimentos mentales secretos haciendo creer a su familia que ha muerto. Y luego va él manipulando a gente con un determinado propósito. Cuando fui desarrollando su papel me di cuenta de que tenía un potencial tremendo para escribir un spin-off sobre él, y escribí un borrador del mismo que ahora mismo tengo abandonado. Es una historia puramente negra y esa es precisamente la razón por la que he decidido dejarla aparcada un tiempo. Me apetece más escribir otras cosas en estos momentos. Tengo miedo a repetirme y que ese spin-off no esté tan alejado de El ruido que nos separa, al menos en cuanto a la voz. Por eso prefiero volver a él más adelante. También te digo que si lo escribo como lo tengo en mente, tendré que autopublicarlo. No creo que haya editorial en este país tan valiente como para publicar eso.


Muchos te comparan con los clásicos de la novela negra. ¿Cuáles son tus referentes?

¡Por favor! ¿Quién ha dicho eso? Es amigo, ¿verdad? En cualquier caso, respondiendo a tu pregunta te diré que empecé leyendo mucho a Jim Thompson y Barry Gifford. Pero también veo trazas de novela negra en los primeros libros de Richard Ford, como La última oportunidad o Un trozo de mi corazón o en La mancha humana de Philip Roth. Y, por supuesto, en Edward Bunker. Aun así, creo que ahora mismo un tipo ha adelantado a todos ellos por la derecha: Donald Ray Pollock es una fiesta para amantes del género negro. 

Y ¿cómo crees que está el panorama literario actual en España? 

Me parece que hay autores muy interesantes y libros realmente buenos en las tiendas. Por citarte algunos, se me vienen a la cabeza Ray Loriga, Manuel Jabois, Javier Sierra, Jerónimo Tristante, Mikel Santiago, Sergio del Molino, Luis García Montero…, aunque si te soy sincero, solo de un par de ellos me considero seguidor realmente. Del resto he ido leyendo libros puntualmente y si te los he nombrado aquí es porque me han gustado especialmente. Espero tener tiempo de seguir profundizando en ellos más adelante y tener una visión más global de sus obra. 

Pero también es cierto que luego ves cada libro por ahí de gente que nos bombardean continuamente en medios que te da ganas de llamar al teléfono de la esperanza. A ver, que nadie me malinterprete, si yo fuera el director de la sección cultural de un medio de comunicación haría todo lo posible por publicar una reseña o una entrevista de un señor, no sé, de pelo largo y rizado que sube todos los días fotos en las que se ve un brazo lleno de pulseritas con miles de likes y que luego va cantando no sé qué de una mujer de verde que de alguien que no saben ni en su edificio que ha publicado una novela. Y esto aplica del mismo modo al caso de las editoriales. No nos olvidemos que son empresas. Si yo fuera el CEO de una editorial haría exactamente lo mismo que hacen ellos: evaluar el riesgo. Y el riesgo, cuando eres famoso, tiende a cero, de ahí que a cualquier músico o presentador de televisión nunca le falte una editorial grande con la que publicar. Ojo, que no me quejo, eh. Piensa que están poniendo un dineral que no saben si van a recuperar o no. Y con esta gente, el retorno de la inversión es inmediato. Otra cosa es que cuestionemos la calidad de las obras que, como digo, normalmente las más populares no son muy buenas, o al menos, a mí, no me lo parecen, pero ahí ya entramos en el terreno de lo subjetivo y es muy opinable. Seguro que hay alguien en algún lugar del mundo que prefiere a Leticia Sabater antes que a Salinger.  

Por otro lado, y para completar mi respuesta, yo veo el mundo literario un tanto endogámico, en el sentido de que son siempre los mismos escritores los que salen en los medios de comunicación, pero es que, además, se citan continuamente entre ellos, sin dejar espacio a nadie más. Es como cuando Fernando Redondo sacaba los codos y no había manera de robarle la pelota. A veces me da la sensación de que las propias editoriales de esos autores son las que pagan a los medios para que aparezcan. Y que aplica eso de “tanto pagas, tanto sales”. 

A ver, no te digo que me des un trozo de la tarta, pero joder, ofréceme el lacasito. 




¿Crees que de la pandemia saldrá un mundo más amable, como sostienen muchos, o crees que nos haremos más cínicos? ¿Habrá una literatura post-covid? 

¡Qué difícil que es la primera pregunta! ¡Y qué fácil la segunda! Voy a empezar por el final. Por supuestísimo que sí. Que no te quepa duda. A los escritores de novelas de zombies les ha tocado la lotería con el coronavirus. Lo que no tengo tan claro es dónde deberían ubicar el origen de sus historias, si en un mercado de comida cruda o en un laboratorio de armas biológicas.   

En cuanto a la primera pregunta, a la vista está que menos “amable” yo usaría cualquier otro adjetivo que encontraras en el diccionario. De esta vamos a salir infinitamente más divididos que antes. Los medios de comunicación se han convertido en fanzines. Ahora si quieres enterarte de la actualidad, lo mejor es leer la prensa deportiva porque tienen una sección de noticias donde te cuentan cómo está el mundo. Te metes en Twitter y es lo más parecido al odio que existe. Ves las sesiones de control del gobierno de los miércoles y te lo pasas mejor que cuando veíamos las películas de Agárralo como puedas, de pequeños. Cuando todo esto termine, no sé si dentro de un año, de dos o de diez, al final nos recuperaremos del golpe económico y saldremos adelante, como ha pasado siempre. Poco a poco nos olvidaremos de lo que se han ido y la sociedad irá recuperando su vieja normalidad. Solo que eso que hemos oído siempre de que ni los buenos eran tan buenos, ni los malos eran tan malos, cuando todo esto pase, en España (y solo en España), los buenos serán más buenos. Y los malos serán más malos.


Qué planes literarios tienes. ¿El confinamiento te ha bloqueado como nos ha pasado a muchos o has podido aprovechar para escribir? ¿Habrá ponto una novela tuya en el mercado?

Mira, esa pregunta me la hacen siempre y hasta hace bien poco decía que no sabía muy bien cuáles eran mis planes a corto plazo. Escribir un libro, sobre todo el primero, que no tienes experiencia en el mundo editorial, desgasta mucho. A eso, se le suma que, gracias a Dios, el libro ha funcionado realmente bien y ha sido un año intenso de promoción, por lo que no me había planteado hasta la fecha nada que no fuera seguir centrado en El ruido que nos separa. No quería que me pasara como a ese actor de El resplandor, que se tira toda la película corriendo, atravesando kilómetros y kilómetros de nieve, para llegar a la casa y justo cuando lo hace le clavan un hachazo. Yo tenía todo el rato esa sensación cuando me preguntaban por mi próximo libro nada más empezar la promoción de éste. ¡Qué menos que me dejéis sentarme cinco minutos en el sofá! Por otro lado, y muy a mi pesar, mucho me temo que no soy tan productivo como otros escritores que conozco que en este mismo tiempo dicen que han escrito otras tres novelas. No sé. No quiero escribir libros como churros, ni sagas, ni nada por el estilo. Creo que tengo más mentalidad de músico en ese sentido que de escritor, siendo que no sé ni tocar la flauta. Pero me parece que sacar un disco o un libro cada dos o tres años es la frecuencia correcta. Y no necesariamente todos los discos tienen que seguir el mismo estilo. La gente cambia. Los gustos cambian. Las influencias también. He escrito novela negra porque me apetecía entonces y ahora me apetece ya otra cosa. No quiero decir que rechace este género, ni mucho menos. Es lo que decía en una pregunta anterior. Sé que acabaré volviendo en algún momento a él y al Señor Primavera, pero mi mente ahora está ya en otro lado. Y ese otro lado está más cerca de Carver que de Chandler. 

Pero poco más te puedo contar sobre el nuevo libro. Solo que empezaré a escribirlo a comienzos de 2021, que la historia me parece que es muy potente y que ya tiene título.

 

Y que nada me gustaría más que estuvieses ahí para leerlo.