
el Teatro Intemperie de Madrid. Conocía a David Llorente por sus novelas y me apetecía mucho saber si su teatro era tan descarnado como ellas. Lo es.
Antes de entrar en la sala ya empezó la representación. Volver después de mucho tiempo al madrileño barrio de Malasaña es una experiencia en si misma. Ver cómo uno de tus bares de referencia se ha convertido en un bar de zumos fue un golpe bajo, pero pudimos sobreponernos en dos garitos nuevos porque cuando Dios cierra una puerta abre una ventana.
En el Teatro Intemperie también se puede tomar algo, quizás deberíamos haber entrado tomando algo más fuerte, no sé.
La sala era perfecta para la representación. Una sala negra en la que el público se sienta al mismo nivel que los actores, casi a su lado, por lo que es difícil no sentirse algo más que espectadores. El zumbido de una mosca nos recibió.
Misa, angelical joven, acude a las cloacas del mundo para encontrarse con una monstruosa criatura voluntariamente encerrada en un enredo de metal cubierto con una tela que apenas permite ver el interior. Se está dejando morir de hambre, quizás como hizo Gregor Samsa en la Metamorfosis de Franz Kafka, pero Misa insistirá en hacerse su amiga y en leerle un libro, sólo quiere eso.
Los actores realizan un trabajo impecable. Ramón Nausía, en su círculo de opresión, hace que el espectador sea incapaz de respirar. Sherezade Atienzar le cuenta al monstruo sus propias tragedias intentando romper la barrera física y espiritual que les separa con una candidez tal que el espectador no puede dejar de mirarla.
No voy a contar nada más del argumento, no quiero hacerme la interesante, es que no me veo capaz.
Desde el jueves estamos discutiendo sobre la obra. Yo me vi representada por el protagonista, egocéntrica que es una. Mi curioso acompañante vio a su padre, complejo de Edipo no superado, digo yo. Hoy por la mañana él ha visto un conflicto entre hombres y mujeres, machista que es y yo la fuerza que puede tener una mujer, feminista que soy. Ninguno de los dos tenemos razón y la tenemos en todas nuestras versiones.
Gregor Samsa es una obra que muestra a cada uno de los espectadores los recovecos más oscuros de su mente en los que guarda algo que quiere esconder y que reflexiona si hay alguna manera de sacarlos a la luz. David Llorente golpea una vez más donde más duele y provoca un aluvión de sentimientos que el espectador, quizás, creía superados. Si sacar a la luz nuestros más oscuros secretos es posible o no, según David Llorente, tendréis que descubrirlo vosotros y decídmelo, por favor, porque sigo pensando en ello. Quizás en unos días recuerde haber visto una obra distinta.
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