
Eddie y sus amigos inventan un código secreto, se comunican
pintando dibujos de tiza con los que se envían mensajes que solo ellos
entienden. Pero los dibujos empiezan a aparecer sin que ninguno de ellos los
haga y les conducen al cuerpo de una chica asesinada brutalmente. Después de treinta
años, cuando todos ellos casi han logrado olvidar el suceso, reciben una carta
con un monigote pintado. ¿Quién quiere volver a jugar?
"A mí la experiencia me ha enseñado que es mucho mejor coger tus miedos, meterlos en una caja, cerrarla bien, echar el candado y guardarla en el rincón más apartado y oscuro de tu mente. Pero cada maestrillo tiene su librillo."
El hombre de tiza está narrado por Eddie, alternando los
sucesos de 1986 y lo que ocurre en 2016. La narración del pasado es quizás más
interesante ya que nos presenta, desde el punto de vista de un chico de 12
años, la sociedad de los ochenta en un pueblo inglés: la doble moral de aquellos
años, las manifestaciones frente a las clínicas abortistas, cómo la iglesia va
perdiendo el poder, un ambiente opresivo en el que la violencia es tolerada
tanto en el ámbito familiar como en el escolar, a pesar de que es esta una
década idealizada, siempre me he preguntado el por qué…
La narración del 2016 gira en torno a la idea de que algunos
actos que creemos sin importancia pueden tener consecuencias terribles. Las
peores tragedias pueden ser fruto sólo de la casualidad. Los mejores amigos
casi nunca se cuentan toda la verdad, pero para investigar los crímenes que
sucedieron hace treinta años, es imprescindible tener toda la información
posible. Por lo tanto, hasta que Eddie y sus amigos no cuentan todo lo que
saben ninguno de ellos averigua realmente qué ha pasado.
El desenlace de El hombre de tiza es lo que más me ha
gustado. Es cierto que es un poco precipitado, pero últimamente estoy saturada
de finales abiertos que anuncian una próxima novela. Aquí el misterio queda
plenamente resuelto y el último capítulo hace replantearse al lector toda la
historia. Si empezáis a leer la novela, llegad al final.
El hombre de tiza parece el hermano pequeño de IT, la
icónica historia de terror de Stephen King.
En ambas la historia transcurre en un pueblo y está protagonizada por
cuatro niños y una niña pelirroja. En ambas aparecen personajes siniestros que
parecen sacados de una pesadilla, el payaso Pennywise y el Hombre de tiza, en
ambas los chicos logran olvidar los terribles sucesos de su infancia, pero el
tenebroso personaje vuelve a despertar los recuerdos dormidos. Pero claro,
nadie escribe como el maestro del terror, por lo que esta historia se queda en
una historia mucho más superficial que la terrorífica It.
La novela de C. J. Tudor también nos recuerda la estética ochentera
de Stranger Things serie en la que una pandilla de niños (y una niña) luchan
contra unas desconocidas fuerzas que aparecen en el bosque. Pero la fuerza de
El hombre de tiza tampoco es la fuerza que transmite la serie de televisión.
En definitiva, El hombre de tiza es una novela de misterio
sin demasiadas pretensiones, que desarrolla una buena idea, explicada con un
lenguaje tan sencillo que no logra, a pesar de que lo intenta, convertirse en
una novela de terror.
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