
El secuestro del libro produjo el efecto contrario, las ventas en Amazon se dispararon, el estreno de la serie se adelantó, las redes sociales ardieron y las tertulias televisivas llenaron minutos y horas hablando del narcotráfico gallego. En marzo se prohíbe la venta de Fariña también en plataformas digitales. Ahora que la Audiencia provincial de Madrid ha levantado el secuestro del libro, ya os lo puedo recomendar.
La obra, en un pequeño párrafo, menciona la relación del ex alcalde de O Grove en Pontevedra, José Alfredo Bea Gondar, por su supuesta relación con el narcotráfico y este, amparándose en su derecho al honor, es el que demanda a Carretero y a la editorial Libros del K.O.
Fariña es una obra periodística, sin embargo, la suma de anécdotas que relata convierte la obra en una sucesión de historias que supera a muchos libros de ficción y, siendo duras, algunas logran arrancarte una sonrisa. Una de ellas es la de una joven que acude al registro con su recién nacido. Cuando le preguntan la profesión del padre no duda en decir: contrabandista.
Con datos contrastados nos relata cómo en la costa gallega, zona aislada geográfica y socialmente, el contrabando de chatarra con Portugal, da paso al contrabando de tabaco. El contrabando de tabaco se convierte en la más lucrativa de las ocupaciones, los contrabandistas ganaban en una descarga de tabaco en la ría lo mismo que un camarero ganaba en un mes. Se convierte un modo de traer riqueza a una región económicamente deprimida. Gracias al “Winston de batea” (ya que se almacenaba en las plataformas mejilloneras) ganan dinero y poder familias como las de Vicente Otero “Terito”, Manuel Charlín Gama, patriarca de los Charlines, y Laureano Oubiña. Los contrabandistas no sólo tenían la aceptación social, el poder también se rindió al dinero de estas familias. El narcotráfico se normalizó en Galicia. Sólo gracias a la intervención del estado y de las madres que luchaban contra la droga, pudo evitarse que se convirtiera en la nueva Sicilia.
La serie Fariña adelantó su estreno ante la publicidad generada por el secuestro del libro. Ésta relata de manera muy precisa la sociedad gallega de los años 90. Logra que el espectador se contagie del ambiente asfixiante de aquellos años y logra que empatice con un jovencísimo Sito Miñanco que intenta salir de la dura situación económica que vive con su padre dedicado a la pesca furtiva. Si empatizamos con el Pablo Escobar de Narcos, cómo no íbamos a enamorarnos de Miñanco, que fue capaz de cambiar de día la procesión del Carmen para permitir una descarga en Cambados. A cambio, eso sí, arregló las goteras de la Iglesia…
Si habéis visto la serie, tenéis que leer el libro en el que se basó. Si no la habéis visto, tenéis que leer Fariña para no olvidar lo que ocurrió hace apenas 20 años en España y para empezar a comprender lo que puede llegar a ocurrir ahora en las costas gaditanas.
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