
Luis Machi es un empresario despreciable, un nuevo rico que alardea de sus
coches, sus corbatas de seda, sus Rolex y su mujer de apellido compuesto. De madrugada, después
de aprovechar las pastillas azules, la cocaína y el whisky que se ha tomado,
coge su BMW para desayunar con su mujer. Pincha una rueda y llama al seguro,
abre el maletero y encuentra un cadáver atado al coche con unas esposas de
peluche que utiliza en sus desenfrenos sexuales. A partir de ahí empieza una
carrera sin freno para deshacerse del cadáver sin rostro. ¿Quién es el asesino?
¿Quién, además de Machi, es la víctima?
“No le sorprende que esto -el cadáver, el baúl, el misterio-
haya sucedido, lo que le asombra es que le haya sucedido a él”
Que de lejos parecen moscas es una road story que se
desarrolla, en unas pocas horas y casi exclusivamente dentro de un BMW. Un nuevo
rico acostumbrado a que le saquen las castañas del fuego necesita deshacerse de
un cuerpo sin contar con la ayuda de nadie. Es un viaje por las calles de
Buenos Aires y es un viaje por el pasado de Machi. El protagonista tiene la
necesidad de solucionar el “problema” del maletero y tiene la necesidad de
averiguar quién le ha tendido la trampa.
“Maneja y maneja sin pensar en nada, como en un dejarse ir”
Mediante breves saltos temporales el lector se adentra en el
pasado de Machi, cómo nació su fortuna a la sombra de la dictadura y cómo se
afianzó en los años de la democracia. Los demás personajes, que sólo aparecen
cuando Machi los invoca, son, con pocas palabras, perfectamente retratados:
asesinos a sueldo, mujeres que soportan cualquier indignidad por dinero, hijos
humillados, empleados doblegados… cualquiera de ellos ha podido ser el que ha
tendido a Machi la trampa. Cada pieza del puzle está perfectamente colocada en
esta historia.
“No, y vuelve a agitar la cabeza, no tengo enemigos tan
poderosos, piensa quien hasta hace unas horas pensaba que no tenía enemigos en
absoluto”
La estructura es circular. Machi completa un círculo
perfecto, el BMW completa un círculo perfecto, el lector completa un círculo
perfecto…
Mientras recorre las calles de Buenos Aires intentando
deshacerse del cadáver y mientras analiza quién ha podido tenderle la trampa,
Kike Ferrari hace una tremenda reflexión sobre los efectos que la dictadura
argentina ha tenido en el país. Personajes grises que hicieron fortuna
caminando sobre cadáveres, fortuna que les permite comprar el poder en la
actualidad aunque vayan sumando enemigos “que de lejos parecen moscas”
Cualquier lector que empiece Que de lejos parecen moscas va
a correr más que el BMW de Machi para averiguar qué está pasando. Es imposible
soltar la novela, la angustia del protagonista no es nada en comparación con la
urgencia del lector que, a pesar de ver en él a un tipo despreciable, sin saber
por qué, desea que consiga ganar una vez más.
Del desenlace no voy a decir nada, tenéis que llegar
vosotros, pero ¡ay de aquel que llegué!
No os podéis permitir el lujo de no leer esta novela de Kike
Ferrari, no es una novela de culto, es la novela de culto.
A pesar del repaso por los bajos instintos, creo que el desenlace final, la última página contribuye a mejorar, si es posible, la trama y la manera de contarla. Novela de culto, sin duda.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarEs cierto. Tiene una estructura perfecta
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