
María representa la sociedad moderna: insatisfacción,
dependencia de las redes sociales, destrucción de las relaciones personales,
desvinculación con las raíces familiares, desarraigo, adicciones físicas y
mentales…
Cuando da a luz a Horacio, un niño negro, su marido la
abandona acusándola de adulterio, ya que ambos son rubios con preciosos ojos
azules. Al poco tiempo su madre, con la que mantiene una dañina relación,
muere, y esta muerte, acentúa las diferencias con sus hermanas. Lucía, su
abuela, y su hijo son los que traen luz a ese negro presente. Una vez que llega
al rancho familiar, sin conexión con internet, María no tiene más
entretenimiento que bucear en el pasado familiar descubriendo así los secretos
que su madre, y generaciones de familiares, intentaban ocultar. Un pasado de
esclavitud, de remordimientos, pero también de baile y de aromas. Va a
descubrir que lo que ha frenado su vida son los secretos oscuros y que este
niño negro va a ser el que ponga luz en su presente.
El ciclo que comienza en el pasado en Como agua para chocolate se cierra en la actualidad. Las mujeres de
la familia Garza representan la misma esencia de México y la desconexión que se
produce en la actualidad con las raíces. Las redes sociales han engullido a las
tradiciones y en la actualidad se emplea todo el tiempo disponible, y más del
disponible, en enredarse en discusiones inútiles con amigos que ni conoces ni
seguramente llegarás nunca a conocer. Así, no hay tiempo para conectar con la familia,
disfrutar de los hijos, ver las estrellas, oír música sólo por el placer de
oírla o dejar que la pasión romántica se desborde.
La relación con la comida descrita en Como agua para chocolate es completamente diferente a la relación
que tiene María con ella. En casa de Tita cada aroma, cara textura, cada sabor, desataba
una ola de sentimientos compartidos por todos los comensales. María vivía de
zumos durante el día y engullía comida industrial a media noche. Cuando
recupera las recetas de la familia Garza descubre la dulzura del maíz, los ingredientes
naturales y el olor ancestral de México.

Laura Esquivel recupera en Mi negro pasado el ritmo con el que nos deleitó en la novela que
abrió la saga, haciéndonos reflexionar sobre la ruptura generacional que se ha
producido e invitándonos a conectar de nuevo con la tierra y con el universo.
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