Manu López Marañón
DESDE LA VENTANA Joana Chilet & Marina Lomar. Olé Libros (2022)
Desde la ventana es la primera novela de Joana Chilet, valenciana de La Pobla de Vallbona con amplia experiencia en el campo de la gestión cultural y profesional, durante 25 años, en el sector audiovisual (ha sido productora ejecutiva en diferentes proyectos y directora de documentales). Para Marina Lomar, valenciana de nacimiento criada en Francia y profesora de la Universidad Jaume I de Castellón, Desde la ventana es su segunda novela. Antes de esta ha publicado Trampantojo (Ed. Babylon, 2019) y formado parte de antologías en diversas editoriales (11 monstruos por encargo, Ins-omnium, Niebla y sangre –de microrrelatos–; De amor y guerra –relatos–).
Como muchos lectores ya saben, resulta imposible hablar de Desde la ventana sin hacer referencia a una de las obras maestras de Alfred Hitchcock, concretamente La ventana indiscreta, que el mago del suspense rodó en 1954.
Una manera de reseñar la entretenidísima novela de estas dos valencianas sería ir refiriendo sus coincidencias y diferencias con la película protagonizada por James Stewart y Grace Kelly. Yo no lo voy a hacer, pero, si aún la desconocen, les recomiendo que antes o después de leer Desde la ventana vean La ventana indiscreta; con cualquiera de ambas opciones disfrutarán doblemente del texto. Si pertenecen al grupo de privilegiados que ya se sobrecogió con la película, ahora les sugiero que la revisen tras leer la novela: duplicarán asimismo su disfrute fílmico.
James Stewart, obsesionado con su vecindario
Alberto, arquitecto víctima de una agorafobia postraumática y que no sale del salón de su bungaló en la urbanización Aguas Vivas, pasa los calurosos días del verano observando con sus barridos de prismático las vidas, aparentemente cotidianas y anodinas, de sus vecinos.
En un tono más de comedia (la novela lleva como subtítulo «una historia de intriga ligera») que de drama (aunque en el cuarto y quinto día la tensión y la posibilidad de un trágico final cobran gran relieve), al final Desde la ventana resulta ser una arriesgada reflexión, tan divertida como espinosa –y llena de momentos cínicos–, sobre el voyeur que cualquiera de nosotros, nos guste o nos disguste, llevamos dentro.
Con este punto de partida Joana Chilet y Marina Lomar se adentran con soltura –el entusiasmo investigador de los protagonistas pronto cala en el lector– en una narración que alcanza su cota de progresivo misterio a partir de esa fiesta de peluches (fiestas furry las llaman los modernos) que se organiza en un adosado de la urbanización. En ella los participantes bailan en corrillos, se puntúan, y hasta se subastan los unos a los otros…
Convención de furries
Alberto, cada vez más obsesionado por espiar ese universo mostrado a través de su vecindario, incapaz siquiera de echar un vistazo a los proyectos relacionados con su profesión que le trae su novia, atando cabos llega a la conclusión de cómo tras la alucinante fiesta se ha producido un asesinato (antes de caer rendido por efecto de las pastillas que necesita para dormir él ha podido ver que un furry con disfraz de mono maltrataba a una cerdita…).
El microcosmos descrito por Joana y Marina actúa como espejo del ser humano en general (aquí los bungalós se los reparten, entre otros, una joven y bella estudiante que vive sola; una pareja de «estirados» –él, un ejecutivo de corbatas pirotécnicas, y ella, un ama de casa feliz con su nueva batidora Ladymix– de relación complicada y morbosa; un matrimonio maduro con curiosas preferencias sexuales; un escritor solitario autor de novelas pornográficas, y dos mujeres que acaban resultando ser pareja); y ese microcosmos hábilmente seleccionado acaba por meterse, literalmente, en la vida de Alberto.
El afectado arquitecto va convenciendo a su novia, Natalia, a Fina (la asistenta que lo trata con desparpajo y a quien no se le va una) y a un sobrino de esta, Yoni, joven desgarbado y doblado como si padeciera de esclerosis que resulta ser un consumado hacker (capaz de «craquear» el archivo necesario para obtener la contraseña que permite acceder al portátil que tantos secretos guarda): a todos acaba convenciendo para que se involucren en la investigación sobre el crimen que él mismo coordinará sin abandonar un instante el salón de su adosado.
El gran mérito de Desde la ventana es conseguir que los lectores nos creamos igual de aislados que su protagonista. La novela se cuenta desde el limitado punto de vista del encerrado Alberto, algo que crea claustrofobia obligándonos a sentirnos en sus antípodas (recordemos cómo no soporta ningún espacio abierto). A pesar de ello, compartimos intensamente las dudas y esa misma ansia por saber que padece primero el arquitecto y luego el aficionado equipo de investigadores a medida que completan el sangriento puzle desplegado en las viviendas de enfrente.
Una policía reacia a intervenir, revelaciones impensables bien dosificadas por las autoras, algún estupor que revelan las psicologías femeninas del equipo (tanto Natalia como Fina vienen trazadas con suficiente tino para percibir sus sinuosidades) y la varonil osadía tanto de Alberto como del inteligente Yoni, acaban poniendo en bandeja una resolución llena de sevicias y riesgos que, sin duda, encantaría al David Lynch de Terciopelo azul o Inland Empire.
Y es que la vibrante novela que es Desde la ventana podría perfectamente quedar sintetizada en la frase: «Vivimos en un mundo extraño».
ENTREVISTA CON JOANA CHILET Y MARINA LOMAR:
Dígame, Joana Chilet: ¿En qué medida su experiencia profesional en el sector audiovisual ha sido determinante a la hora de escribir una novela tan cinematográfica (en todos los sentidos) como es esta Desde la ventana con la que usted ha debutado en la literatura?
Sin duda, ha afectado de forma importante a la hora de imaginar y escribir, porque Alberto está «mirando» y esa mirada es muy cinematográfica. Al final, cualquier proceso creativo aprovecha todo lo que cada uno ha ido aprendiendo en su trayectoria.
Buenos días, Marina. Tras aquel desdichado collage amoroso que conformaban los protagonistas de tu espléndida novela coral Trampantojo, en Desde la ventana nos presentas otro grupo de vidas que, tras una apariencia de normalidad, revela no pocas disfunciones (e incluso aberraciones). ¿En cualquier forma de acercamiento literario te resulta calamitosa y violenta la naturaleza humana?
A pesar de creerme profundamente optimista, se ve que ha calado el pensamiento de Immanuel Kant que dice «De la naturaleza tortuosa de la humanidad, ninguna cosa recta se puede obtener». Y, de hecho, esta es la citación que encabeza mi próxima novela en solitario.
Esta pregunta va para ambas autoras. En los agradecimientos de Desde la ventana, leo, estupefacto, cómo algunas lectoras cero de esta novela no detectaron erotismo por ninguna parte… A mí me ha parecido lo contrario: que su narración no se queda precisamente corta a la hora de catalogar comportamientos amorosos (fundamentalmente los llamados desviados o perversos: voyeurismo, fetichismos, sadomasoquismo, bestialismo, etcétera, etcétera…). ¿Se decidieron a incluir más sexo tras los informes de esas primeras lectoras?
Al contrario (risas). Inicialmente se trataba de una novela erótica, pero, poco a poco, se impuso la parte de comedia y de intriga y decidimos suavizar el contenido erótico.
En cualquier caso, ¿para ustedes el erotismo, llamémosle desviado o cosificado, es algo consustancial en el ser humano? A estas alturas del siglo XXI, ¿se enterró el amor?, o, dicho de otro modo, ¿no quedará ya gente «normal» a la hora de encarar sus vidas amorosas?
Joana Chilet:
No existe un erotismo desviado, es personal y, siempre que sea consentido entre dos adultos, absolutamente válido. ¿Qué más da que a alguien le guste vestirse de furry o le ponga chupar un pie? Cada cual que disfrute como quiera.
Marina Lomar:
Creo que se debería abolir la palabra «normalidad», y más referida a los deseos sexuales. En cuanto al amor, ¡viva el amor! bajo cualquier forma, a cualquier edad y en cualquier lugar.
Otra pregunta para las dos. Siempre me desconcierta pensar cómo debe ser escribir una novela con otro autor. En Desde la ventana me ha resultado admirable que consigan incorporar a su obra ese suspense que explota definitivamente a partir de la imprevista, y alucinante, fiesta furry. ¿Crear esa progresiva intriga fue quizá lo más complicado de hacer a cuatro manos?
Joana:
No, lo más complicado fue establecer un plan de trabajo que nos permitiera ir avanzando, una vez establecida la estructura fue sencillo seguir. Pero la escena de la fiesta dio mucho de sí y creo que se nota que nos divertimos mucho imaginándola y escribiéndola.
Marina:
En realidad, montar la intriga fue la parte más fácil. Más delicado resultó trabajar sobre el entorno en el que se mueven los personajes. Joana se plantea constantemente cuestiones sobre la disposición del espacio, el desplazamiento de personajes, etc., mientras yo me centro más en los personajes. Y tenía razón, aquí, el espacio es protagonista.
Para Joana. Dentro de las ramas del género negro, yo incluiría Desde la ventana dentro de lo que viene en denominarse «domestic noir», donde todo ocurre en el ámbito doméstico y las investigaciones de los casos son fundamentalmente llevadas por mujeres sin preparación policial o detectivesca. Aquí el principal investigador es Alberto, pero a ninguna parte hubiera podido ir sin la resolutiva participación de Fina y Natalia, esenciales para resolver los misterios planteados en Desde la ventana. ¿Se plantea continuar por este camino o planea escribir una investigación criminal digamos más canónica, con policías o detectives que se hagan cargo de un caso?
A mi este camino me ha resultado muy satisfactorio, así que pienso seguir explorando. Es más, Marina y yo hemos empezado un nuevo recorrido.
Para Marina. Tras Trampantojo, espléndida novela de interiores que diseccionaba también a la clase media española (tu especialidad hasta ahora como narradora), desembarcas en el género negro con Desde la ventana. ¿Ha sido esta una experiencia puntual o tienes intención de escribir, sola o acompañada, otras novelas que puedan adscribirse a este género tan popular y mayoritario?
Joana y yo hemos decidido continuar y retomar el divertido personaje entrometido, cínico, aunque tierno, de Fina. Además, acabo de terminar una novela que entra dentro de la categoría del género negro. Las complejidades de la mente humana me fascinan y me gusta exponer esos pequeños deseos ocultos que, a veces, nos ocultamos incluso a nosotros mismos. Y, ya se sabe, deseos ocultos que acaban explotando son la antesala perfecta para la novela negra.
Esta pregunta es para las dos y la hago solo a título de curiosidad personal: ¿Alguna ha leído el cuento de Julio Cortázar Las babas del diablo y/o visto Blow up de Michelangelo Antonioni?
¿Nuestra ventana te ha sugerido a estos dos grandes creadores? ¡Qué honor!
Como no he visto Blow up, Joana me explica que es una adaptación cinematográfica de Las babas del diablo, supongo que lo dices por aquello del paso de texto a cine. Bueno, sería estupendo poder adaptar nuestra ventana.
Joana
Chilet y Marina Lomar